Super Mario Bros. ha sido, y lo sigue siendo, uno de los videojuegos más influyentes de todos los tiempos. Tenemos claro que en lo que respecta a lo mecánico lo es. Antes de su lanzamiento en los años 80 ya había juegos de plataformas, y también se podía corregir el salto en pleno vuelo, pero nunca con tanta soltura. Mario mezcló muy bien sus brincos tan característicos con una poderosa sensación de aventura, y conquistó el mundo.
Pero más allá del gameplay, Mario tenía algo más que llamó la atención de artistas como Jonathan Blow. Mario era un personaje que salía de una casa, llegaba a un castillo y pedía que le mostraran a la princesa. Ella no estaba ahí, así que salía de ese castillo, iba a otro y allí tampoco estaba. Blow convirtió este cómodo recurso narrativo de Miyamoto, para que el jugador siguiera buscando y jugando, en una historia de obsesión. ¿Mario era un salvador o un acosador?
Esta semana he estado jugando a Slay the Princess. Antes de nada, los avisos. No voy a hacer spoiler del juego en este artículo. Dura unas ocho horitas, así que es un juego ideal para un par de tardes navideñas, y es una maldita paranoia que os recomiendo. Mientras lo jugaba, no podía evitar pensar que a su desarrollador, Black Tabby Games, le había impactado Super Mario Bros. del mismo modo que a Blow para crear Braid. Y también pensé que así sería como Yoko Taro reinterpretaría la obsesiva y lúdica búsqueda de una princesa. Y no sé vosotros, pero a mí todo lo que huele a Yoko Taro, me lo meto por vena.
Busca a la princesa. Mata a la princesa. Repite.
Slay the Princess comienza contigo en un camino. Al final del camino, hay una cabaña. En el interior hay una princesa. Y tienes que matarla porque, si no lo haces, el mundo se acaba. Esta es la premisa del título. El juego es una aventura de toma de decisiones, y hay cientos de ellas. Todo te lo cuenta un narrador, y dentro de ti hay varias voces que dialogan con él. Eres un compendio de sentimientos y almas que opinan de forma distinta. Una te dice que matar a la princesa parece una buena idea, otra que mejor que no lo hagas, y otra que cuál es el sentido… aunque, si está encerrada en una cabaña, será por algo, ¿verdad?
La narración se acaba transformando en una trampa, es como una enredadera terrible que te atrapa más y más
La aventura de Slay the Princess se sucede a través de varios capítulos, pero no transcurren por orden. Como en Super Mario Bros., salimos de un sitio, tenemos un camino a nuestros ojos y una princesa que está encerrada al final. Pero, como escribiría Yoko Taro, esa princesa es mucho más de lo que parece. Por sus palabras, parece saber hasta saber más de nosotros mismos que el narrador o nuestras voces interiores, como si ella estuviera por encima de la vida y la muerte. Tomamos una decisión, y llega el siguiente capítulo. E insisto, hay muchísimas decisiones para cualquier cosa.
¿La has matado, o ella te ha matado a ti?
Y no hay final, ni bueno ni malo; sencillamente, no hay final, solo una nueva peripecia narrativa. Lo que hayas hecho queda acumulado y la historia avanza de una forma u otra. Slay the Princess se acaba convirtiendo en una experiencia psicótica y profundamente extraña, de esas en las que te apetece profundizar a fondo. El juego responde en sus propios términos a lo que ocurre después de morir, qué es esa cabaña en el bosque y qué eres tú. Como hace Jonathan Blow con Braid o Yoko Taro con Nier: Automata, logra que te acabes preguntando: ¿acaso mi fontanero es un héroe?
Pero más allá de, Mario tenía algo más que llamó la atención de terrible que te atrapa más y más. Intentas escapar de la cabaña, intentas no matar a la princesa, intentas salirte del camino. Slay the Princess responde a todas estas inquietudes y lo hace muy bien. Consigue construir un universo propio que, como esa trampa que decía, logra que seas tú el que se sienta preso en una cabaña. Porque siempre quieres regresar a la cabaña.La experiencia tan particular de Slay the Princess se remata con unas ilustraciones a mano alzada realizadas con mucho tino. No es que sean preciosas, es que son perfectas para la ocasión. Parecen hechas a trazos de lápiz, como pintando una realidad a punto de romperse por ser tan frágil. Porque esa es la realidad de un videojuego: frágil y artificial.
¡¿Y cómo sigue la historia?! ¿Otra princesa?
He querido explicaros así cómo es Slay the Princess. Un videojuego de decisiones macabras, bastante meta y con una profunda reflexión acerca del tropo de la princesa en apuros. Sé que a Yoko Taro le entusiasmaría este juego. Creo que hasta daría su máscara por él porque hay mucho de él aquí. Y si a ti también te gustan estos referentes, estoy seguro de que te flipará. Eso si, por desgracia está en inglés. Pero si dominas el idioma, dale. Tanto las voces que narran, así como la música que lo acompaña todo, son fantásticas. Para mí, esta aventura es una de las sorpresas del año. Menudo viaje loquísimo ha sido. Un ejercicio de imaginación apabullante.
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