Cuando los frenos de una montaña rusa eran un señor subido en un vagón con una palanca

  • Battersea Fun Fair fue el primer gran parque de atracciones del mundo

  • La tragedia que vivió en 1972 cambió aquél negocio para siempre

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Cuando ocurrió, la montaña rusa Big Dipper ya llevaba varias remodelaciones y cambios a sus espaldas. Más de 20 años de subidas y bajadas a bordo de unos vagones que habían supuesto el gran pistoletazo de salida a la moda de los parques de atracciones. Aquello no era la atracción principal de una feria más, era la estrella de un lujoso parque temático que se construyó incluso antes que los de Disneyland de Estados Unidos.

Estaba en Londres y llevaba activo desde 1951, cuando aprovechando el Festival de la Gran Bretaña se dio forma a una instalación que, por el éxito sin precedentes que supuso, decidieron dejar allí de forma permanente. Pese a que la intención inicial era deshacerse de todo aquel mastodóntico montaje, siguió alegrando a grandes y pequeños dos décadas más. El 30 de mayo de 1972, dejó de hacerlo para siempre.

El accidente del Big Dipper que revolucionó los parques de atracciones

Puede que en ese momento aquél pobre hombre no tuviese culpa alguna, pero era el perfecto ejemplo de hasta qué punto las medidas de seguridad de los parques de atracciones de la época estaban varios pasos por detrás de lo que uno podría considerar, como mínimo, deseable. Un señor con un palo se encargaba de frenar la atracción.

Situado de pie a la altura del segundo vagón, en aquella época estos empleados eran los que controlaban el freno de los vagones y, mediante la activación de una palanca, hacía que la montaña rusa redujese su velocidad antes de entrar en las curvas para mantener la atracción sobre las vías mientras controlaba el impulso de la misma para aportar más o menos emoción a quienes estuviesen disfrutando de ella.

Pero como decía, el problema de aquél accidente no fue suyo. Al elevarse los vagones en la primera cuesta mediante la cuerda que tiraba de ellos para luego dejar que la inercia jugase su papel durante el resto del recorrido, la cuerda se rompió y los vagones empezaron a caer hacia atrás.

Quienes estaban allí subidos miraron hacia el operario de los frenos pensando que aquello era una broma parte del espectáculo, pero al ver su desesperación intentando utilizar unos frenos que ni funcionaban en esa dirección ni tenían fuerza alguna para detener aquella inercia, se temieron lo peor.

Al caer en dirección opuesta y alcanzar la curva inicial por la que normalmente el tren iniciaba su ascenso, los vagones empezaron a descarrilar destrozando parte de la estructura y provocando su hundimiento. La catástrofe del Big Dipper se cobró 13 heridos graves y la vida de cinco niños. Las medidas de seguridad que debían evitar que aquello sucediese, ocho topes que habrían evitado el desastre, o habían sido sustraídos o estaban lo bastante podridos para resultar inútiles.

Tras el cierre de la atracción y la caída del parque, que ya no resultaba llamativo a prácticamente nadie, la concienciación sobre la seguridad en los parques temáticos se ganó la excusa perfecta para empezar a impulsar regulaciones y estándares de calidad en este tipo de atracciones.

Imagen | Zjzfwbb en Midjourney

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