El 73% de la Generación Alfa quiere el mismo regalo para Navidad. Sólo lo recibirán el 30,4% de los niños 

El 73% de la Generación Alfa quiere el mismo regalo para Navidad. Sólo lo recibirán el 30,4% de los niños 

  • Los contenidos digitales le están comiendo la tostada a los juguetes tradicionales

  • Lo que realmente desean los niños es un tiempo de calidad cada vez más difícil de alcanzar

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Ninos
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Rubén Márquez

Editor - Trivia
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Rubén Márquez

Editor - Trivia

Como si de una película ñoña de Navidad se tratara, la campaña de 2024 ha vuelto a poner sobre la mesa una estadística que no entiende de algoritmos de recomendación de regalos de Amazon o anuncios de televisión materialistas. En una encuesta realizada por la ESA entre niños y adolescentes de la Generación Alfa, el estudio venía a destacar que el 43% de los regalos más demandados por los críos se repartían entre PaVos de Fortnite y Robux de Roblox. Monedas digitales que difieren mucho de los juguetes físicos y tangibles a los que estábamos acostumbrados en otras generaciones. Pero pese a ser una cifra tan sorprendente como comprensible en los tiempos que corren, la que termina rompiéndonos los esquemas es otra. 

La evidente intención del estudio estaba destinada a destacar cómo los juegos free-to-play de mundos persistentes están desplazando cada vez más a los videojuegos tradicionales. Pero en esa búsqueda de datos demoledores, al menos para la industria del entretenimiento de toda la vida, la cifra que termina pesando como una losa es otra. Para cualquiera que se acerque a ella con algo de empatía, que el 73% de la Generación Alfa tenga el tiempo de calidad como el regalo más deseado para estas navidades, dice mucho de la época actual. Más aún si tenemos en cuenta que sólo un pequeño porcentaje tendrá acceso a ella. 

La Generación Alfa frente al mercado laboral de sus padres

Con un enfoque muy alejado al inicial, que parece querer destacar cómo esa generación de niños se están convirtiendo en zombis digitales deseosos de monedas virtuales en vez de regalos tradicionales, lo que realmente muestra ese porcentaje es que, puestos a pedirle un deseo a la estrella de Oriente como en aquellas películas de lágrima fácil, lo que buscan es poder jugar a esos juegos con sus padres. Es una prioridad para los más pequeños, con el 73% de los niños de entre 5 y 7 años, pero también una prioridad en edades más altas. Se mantiene en un 66% entre los de 8 y 9 años, y en un 62% entre los de 10 y 12 años. 

Las cifras no sólo son un carpetazo a la idea del aislamiento de los videojuegos y el sambenito de cómo la tecnología termina separando a las familias. Lo que subyace, un problema que tenemos frente a nuestras narices pero nos negamos a querer ver, es que el videojuego es el equivalente actual a la partida en un juego de mesa o salir a la calle a pegar patadas a un balón, y tal y como ocurría con ello en generaciones anteriores, compartir esa experiencia con los padres sigue siendo el mayor de los deseos. Uno que, lamentablemente, no siempre se puede cumplir. 

Hay falta de ganas, pero también de disponibilidad, y tanto en un caso como en otro no siempre se puede culpar a los padres. Para muestra, un botón, los análisis de Comisiones Obreras que alertaban de un mercado laboral en el que casi medio millón de hogares españoles ven cómo sus progenitores llegan a casa más tarde de lo estipulado. De media, en España se realizan de forma extraordinaria 6,3 horas semanales que van más allá de la jornada laboral. Alrededor de 419.000 trabajadores realizan horas extras no pagadas que equivalen a un total de 141 euros por semana no percibidos.

A la cabeza están sectores como el de la hostelería o la educación, con 7,4 horas extra en el primero y 6,7 horas en el segundo. Basta con echar un ojo a las condiciones del comercio en plena campaña navideña para aventurarse a pensar que no son problemas exclusivos de ciertos sectores. Pero incluso en aquellos aparentemente más regulados en los que los padres llegan a casa a su hora, la ausencia física deja paso a otra aún más preocupante. La ausencia mental

La evolución del burnout en España durante los últimos 10 años pone la alerta sobre un agotamiento que está lejos de atacar de forma individual. Con el 43% de las empresas reconociendo abiertamente que sus plantillas están agotadas, cada vez más estamos ante un problema sistémico. Más aún cuando, desde los informes de prevención de riesgos laborales, la cifra de burnout y fatiga laboral se eleva hasta el 70% de la población. Acabamos de empezar y la bola de nieve ya es enorme, pero basta con acercarse a los informes sobre conciliación familiar para comprobar que está lejos de quedarse ahí. 

La falacia del tiempo de calidad

Más que nunca durante los últimos años, el tiempo se ha convertido en un lujo de clase al que lamentablemente no todos pueden acercarse. No es sólo que lleguemos a casa tarde por culpa de horas de trabajo extra, o que lo hagamos a tiempo pero con la cabeza en otro sitio por culpa de ese burnout, es que el encarecimiento de la vida y el precio de la cesta de la compra nos empuja a trabajar más para mantener un tren de vida que resultaba mucho más fácil hace una década. Hoy, los españoles duermen de media 53 minutos menos que el resto de europeos por culpa del trabajo. 

Las consecuencias de unos aspectos y otros hacen que el cuidado de los niños haya terminado pesando cada vez más sobre los hombros de unos familiares y abuelos que, salvo en aquellos agarrados ya a la jubilación, no son ajenos a los problemas previamente apuntados. Con el 60% de las familias necesitando ayudas externas para mantener cierta conciliación, el resultado es que terminamos pasando, de media, sólo 3,5 horas al día con nuestros hijos. 

Es una cifra engañosa, en cualquier caso, porque ahí entran aspectos como preparar baños, comidas, transporte, y el tiempo de juego compartido real queda reducido a una mera anécdota. Incluso para sentarse a hacer deberes falta tiempo, y el 44% de los padres reconoce no poder rascar más horas o fuerzas al día para participar en esas tareas. Pero lejos de ser un problema de nuestro día a día, termina afectando hasta a nuestras vacaciones. Ya sea por la falta de desconexión o por no poderse permitir unas vacaciones, 1 de cada 5 trabajadores vivirá esa época de festivos con más angustia que relajación. 

Para sobrellevar esa falta de tiempo con los críos, de un tiempo a esta parte hemos dado forma a la falacia del tiempo de calidad. Un concepto que puede servir como consuelo, pero que según la psicología enfocada al desarrollo infantil sirve de poco. La idea de pasar 15 buenos minutos jugando con los niños es tan escasa como absurda por una sencilla razón. Para alcanzar tiempo de calidad, de tener una conexión real con los críos, sí o sí hace falta tiempo en cantidad. 

El panorama nos deja un escenario en el que sólo ciertos perfiles laborales, en forma de directivos o funcionarios, pueden permitirse ese tiempo extra gracias a una estabilidad horaria, de sueldo y del mercado de trabajo, que abre las puertas a sumar cantidad al tiempo de calidad con los críos. El resultado, según estudios recientes, es que sólo el 30,4% de los padres podrá jugar con sus hijos. Ya sea a Fortnite, a Roblox o a las canicas. Una vez más, el drama de nuestra sociedad actual está lejos de ser meramente digital. Ese es sólo uno de los muchos síntomas de un problema mucho más grande, extendido y difícil de solucionar. 

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