La adicción a los videojuegos existe, pero el problema no son los juegos

Durante las últimas décadas hemos visto cómo florecían estudios sobre la adicción a los videojuegos que han derivado en la apertura de clínicas especializadas y tratamientos para tratarlo. Fue la excusa para ver al mundo del videojuego como un mal que había que controlar e incluso erradicar, pero frente a una oveja negra ya marcada de por vida, el análisis se quedó en eso. 

El "trastorno por juego" quedó marcado por la Organización Mundial de la Salud como enfermedad sin que nadie se plantease un origen concreto, causas que motivasen el trastorno, o se preguntase por qué algunos jugadores se volvían adictos a los videojuegos mientras que otros no caían en ese pozo. Ahora, la Universidad de California ha replanteado lo que todos ya intuíamos. 

La cruda realidad detrás de la adicción al videojuego

Según una investigación reciente en el que se estudió el comportamiento de varios jóvenes manejando variables como la depresión, la ansiedad o incluso el acoso escolar, los investigadores han concluido que en la adicción a los videojuegos el problema no son los videojuegos. En realidad viene de antes y simplemente es un síntoma más de algo mayor. 

Tal y como recogen: "los niños que ya presentaban síntomas depresivos y problemas sociales tenían más riesgo de quedar atrapados en un ciclo de juego problemático". Lo que ha demostrado de forma evidente el estudio, según la investigación, "era que el problema subyacente comenzó de antemano y que los comportamientos de juego adictivos eran, en cierto modo, un síntoma o una manifestación de esas psicopatologías preexistentes. Para estos niños, los juegos se habían convertido en un mecanismo de superación poco saludable".

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Aunque reconocen que el estudio no es suficiente para remarcar una relación bilateral -o dicho de otro modo, que en cierto punto esa adicción al videojuego aumentase también los problemas previos a la misma-, sí apuntan que jugar de forma enfermiza no es el problema a resolver.

Creen, además, que abordar el problema desde la óptica de frenar su uso no solucionará nada: "Muchos padres piensan que simplemente quitar los videojuegos resolverá el problema, pero sin abordar lo que realmente está sucediendo, los padres no sólo se enfrentarán a los síntomas de abstinencia de sus hijos, sino que su hijo puede recaer en comportamientos de juego más adictivos o encontrar otra salida".

Imagen | Tatsiana en Midjourney

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