A estas alturas de la película casi todos tenemos interiorizado cómo funcionan las mutaciones y hasta qué punto han resultado claves para sobrevivir en un planeta en constante cambio. Sin embargo, las mutaciones drásticas de una generación a otra, algo que hasta ahora creíamos viable y ha servido de inspiración a la hora de crear personajes fantásticos como los mutantes de X-Men, parece que nunca ha estado entre los planes de la evolución.
Ahora, de la mano de científicos de la Universidad de Sheffield y el Instituto de Ciencia y Tecnología de Austria, el estudio de una especie de caracol marino, que ha pasado de reproducirse mediante huevos a saltarse ese proceso, ofrece nuevas pistas sobre qué podría habernos ocurrido también a nuestros antepasados.
Nunca seremos mutantes con cambios "monstruosos"
Por aquello de ser eventos que ocurrieron hace millones de años, era difícil echar la vista atrás para intentar comprender hasta qué punto los cambios que vivimos las distintas especies del planeta Tierra formaron parte de una evolución gradual o de un cambio "monstruoso", tal y como lo llaman estos investigadores. Los caracoles han demostrado que estamos más cerca de lo primero que de lo segundo.
En el estudio se identificaron 50 genes distintos asociados al modo de reproducción de esta especie y se ha podido estimar su origen, lo que ha demostrado que los cambios han sido graduales y se han multiplicado por la especie durante distintas épocas hasta llegar a este punto. Lejos de ser un gran salto, en realidad ha sido cosa de muchos pequeños pasos a lo largo de los años.
Al cerciorarse de que el ritmo en las evoluciones es mucho más gradual de lo que creíamos, este descubrimiento cambia la perspectiva a la hora de entender cómo se producen esos cambios de adaptación históricos, a la vez que nos ayudará a comprender cómo la evolución puede ser clave para adaptarnos a procesos como la tolerancia térmica necesaria para sobrevivir al cambio climático.
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