Tras aparecer en las primeras campañas de Dragones y Mazmorras, el grifo se ha ha ganado un generoso hueco como bestia mitológica habitual de la cultura popular moderna, que ha ganado aún más peso de la mano de otras obras de fantasía y videojuegos inspiradas en su imaginario. Convertido en uno de los monstruos más reconocibles de la actualidad, parece mentira que el mito del grifo haya estado estrechamente relacionado durante siglos con los fósiles de dinosaurio.
Con representaciones que abarcan desde la Antigua Grecia hasta Egipto, la leyenda de un ser con cuerpo de león, y cabeza y alas de águila, se ha convertido en un símbolo que lleva acompañándonos desde hace miles de años. Pese a que muchos de esos monstruos han ido desapareciendo o diluyéndose con el paso de culturas y civilizaciones, el grifo es uno de los pocos que tiene el honor de aparecer en una obra de Heródoto en el 484 a.C. y servir como montura en World of Warcraft y otros videojuegos.
El origen paleontólogo del mito del grifo
La clave en su longevidad está en que, convertido en símbolo asociado con la realeza y la protección de tesoros y objetos sagrados, de aquellos primeros mitos saltó a los símbolos de escudos y blasones de la Edad Media como representación del poder y la vigilancia y, de ahí, a formar parte de los cuentos y leyendas que han forjado la ciencia ficción de fantasía y brujería de fenómenos como Dragones y Mazmorras y obras derivadas.
Sin embargo es curioso que, de ese inicio asociado a servir de custodio de montañas de oro, en cierto punto de la historia se relacionase su origen con algo mucho más terrenal, los fósiles de dinosaurio. De hecho, durante los últimos años ha crecido la teoría de que la razón que llevó a esa idea parte del descubrimiento por parte de los antiguos del esqueleto de un Protoceratop.
Con representaciones artísticas que alcanzan hasta el cuarto milenio antes de Cristo, la creencia de que estos parientes del Triceratops de unos dos metros de largo con pico similar al de los pájaros, invitó a pensar a los criptozoólogos que, durante las búsquedas de oro en Asia Central, se toparon con huesos de Protoceratops que dieron forma al mito.
Encontrándose esqueletos de cuatro patas, con pico, y con extensiones en el cráneo que podrían considerarse alas, no hay que darle demasiadas vueltas para encontrarle cierto sentido al relato. Sin embargo, estudios recientes sobre el origen de los grifos en la cultura popular parecen apuntar más al imaginario que al improbable descubrimiento de esos fósiles.
Tal y como recogían los doctores Mark Witton y Richard Hing, paleontólogos de la Universidad de Portsmouth, "todo lo relacionado con los orígenes de los grifos es coherente con su interpretación tradicional como bestias imaginarias, así como su apariencia se explica completamente por ser quimeras de grandes felinos y aves rapaces. Invocar un papel para los dinosaurios en la tradición de los grifos, especialmente con especies de tierras lejanas como el Protoceratops, no sólo introduce una complejidad innecesaria e inconsistencias en sus orígenes, sino que también se basa en interpretaciones y propuestas que no resisten el escrutinio".
La clave, según los paleontólogos detrás de la investigación, parece estar en el hecho de que parece poco probable que los buscadores de oro se topasen con un ejemplar completo que les hubiese llevado hasta esa suposición. Además siendo complejo aún a día de hoy extraer de la roca este tipo de fósiles, resulta difícil de creer que las herramientas de la época les hubiesen ayudado a realizar tan complicada tarea.
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