Los rayos globulares de STALKER 2 son ciencia ficción, pero en el mundo real también existen y llevan desde la Edad Media siendo un misterio

Los rayos globulares de STALKER 2 son ciencia ficción, pero en el mundo real también existen y llevan desde la Edad Media siendo un misterio

  • Son bolas de luz que pueden llegar a medir metros de diámetro y desaparecen en segundos

  • Llevan milenios siendo un enigma para la ciencia, pero estamos más cerca de comprenderlos

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Stalker 2

A estas alturas de la película ya quedan pocos fenómenos inexplicables para la ciencia. Por un lado están los descartados, los que damos por falsos pese a que sigan acumulando vídeos pseudocientíficos en YouTube hablándote del misterio más misterioso. Por el otro, cosas que parecen de ciencia ficción pero la comunidad de expertos sigue estudiando mientras intentan saber más sobre ellos. Los rayos globulares pertenecen a ese segundo grupo.

Nombres admite muchos otros. En Japón, por ejemplo, los conocen como hidotama, y entre los pilotos de la Segunda Guerra Mundial se les catalogó como Foo Fighters. Sumad ahí relámpagos esféricos, rayos en bola, centella o, tal y como se les conoce en STALKER, donde tienen un papel mucho más fantástico, pulsos de anomalía. Pero más allá de su nombre, aquí lo interesante es el papel de Nikola Tesla y la ciencia moderna en intentar descubrir qué narices son. Esto es lo que sabemos.

El fenómeno atmosférico más inexplicable

Convertido en uno de los fenómenos más extraños de la naturaleza documentados por el hombre, los rayos globulares están lejos de ser entre los más famosos. Que sean particularmente esquivos y haya muy pocas pruebas sólidas de su existencia tiene parte de la culpa. Que sólo se produzca uno por cada diez mil rayos convencionales tampoco ayuda.

Detrás de este peculiar efecto eléctrico de la naturaleza están unas bolas de luz, más ovaladas que esféricas, que pueden llegar a alcanzar desde pocos centímetros hasta varios metros de diámetro. Moviéndose de forma errática a escasos metros del suelo, el fenómeno suele durar apenas unos segundos para luego desaparecer como por arte de magia. Como veis, ayudan poco a que existan pruebas gráficas de su existencia.

Bola

Lo que sí podemos certificar es que, a través de la historia, la idea de sorprendentes bolas de luz sin explicación llevan persiguiéndonos casi desde la Edad Media. Fue a raíz del estudio de la electricidad y el esfuerzo en comprender los distintos fenómenos de la meteorología cuando, a partir del siglo XVIII, los rayos globulares empezaron a estudiarse con más interés.

Pero si casi nadie los ha visto, ¿por qué los damos por válidos? Bueno, que estén documentados desde hace siglos sin duda ayuda. Pero que Nikola Tesla se obsesionase con ellos en busca de darles una explicación sin duda supuso un generoso empujón. Se desconoce si llegó a ver alguno, pero sí que le apasionaba la idea e intentó replicar el efecto en laboratorio. Hubo que esperar hasta el año 2000 para descubrir la verdad sobre ellos.

Qué son realmente los rayos globulares

Convertidos en grandes protagonistas de la narrativa de STALKER como una manifestación que representa cómo La Zona va más allá de toda lógica por culpa de los experimentos que allí se produjeron, es comprensible que los rayos globulares hayan abrazado en cierto sentido el misticismo. Que los pilotos de la Segunda Guerra Mundial los confundiesen con OVNIs mientras paseaban por las alas de sus aviones, en realidad, ha sido en gran parte lo que ha mantenido vivo el relato y ha hecho que la ciencia se interese cada vez más por darles una explicación.

La situación cambió drásticamente cuando, en un experimento realizado en el año 2007, al vaporizar silicatos como los existentes en el suelo, o en las nubes de ceniza que podrían haber atravesado esos citados aviones, el equipo consiguió reproducir brevemente un rayo globular. Era la pista que necesitaban para seguir trabajando en esa interacción.

12 años después, aprovechando una cámara espectroscópica, un equipo de científicos de China logró grabar la formación y rápida desaparición de un rayo globular con éxito durante un instante. En apenas dos segundos captaron cómo se formó una esfera de cinco metros de diámetro tras caer un rayo en el suelo.

Fue el primer registro de calidad que se ha realizado del fenómeno, y también la prueba de que, al impactar el rayo y crear la bola de luz, se vieron implicados elementos como el hierro, el calcio y, por descontado, el silicio. Si bien es cierto que todavía falta mucho para comprender los rayos globulares, la interacción entre el silicio y las descargas eléctricas se ha convertido en la mejor pista que tenemos para llegar a hacerlo algún día.

Imagen | Stampstrosity en Midjourney

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