Si nos paramos a recordar cómo ha sido representada la raza humana a lo largo de los tiempos, es fácil caer en la cuenta que el componente social de nuestra especie a menudo nos invita a imaginarnos sentados alrededor de un fuego y realizando tareas manuales. Sin embargo, la fina línea que separa nuestros modos de vida de un sedentarismo poco beneficioso para la salud, nos ha hecho saltar hacia el otro extremo, pensar que sólo a través de ejercicio continuo intenso podemos alcanzar una vida sana. Este profesor de Biología Evolutiva de la Universidad de Harvard no opina igual.
Intentando huir constantemente de esa idea del sedentarismo, recomendando no pasar más de 45 minutos sentados y acudiendo a esa necesidad de realizar entre 7.000 y 9.000 pasos diarios como un factor clave para nuestra salud, lo que sí recoge Daniel E. Lieberman en su libro Ejercicio, es que la evolución no nos hizo mejores corredores, sino que nos facilitó las herramientas biológicas necesarias para caminar y, aún más, para estar sentados.
Lieberman apunta que "en comparación con otros mamíferos, es posible que los seres humanos hayan evolucionado para ser especialmente reacios a hacer ejercicio", y que la clave está en nuestro instinto para ahorrar energía a través del metabolismo basal. El término hace referencia a la cantidad de energía que nuestro cuerpo consume por el mero hecho de estar en reposo, alrededor de 1.700 calorías para una persona de 80 kg, que se van en funciones vitales como la temperatura corporal, el flujo sanguíneo o el gasto energético del cerebro en actividades cotidianas.
Qué tipo de ejercicio hacían nuestros ancestros
Acudiendo a nuestros ancestros, el autor recoge que históricamente nuestra vida a girado en torno a ambientes donde no era necesario estar de pie durante mucho tiempo y que, pese a la posibilidad de tener que recorrer varios kilómetros en busca de la recolección de comida o la caza, no eran actividades que requisaran mantener un ejercicio tan duro como continuado. De hecho, apunta a los bailes nocturnos de las tribus como su actividad física principal.
Según Lieberman, el ataque hacia la idea de estar sentados durante largos periodos ha terminado derivando en una exageración hacia el tipo de ejercicio e intensidad que nuestro cuerpo necesita para mantener una vida saludable y, a diferencia de lo que se cree respecto a muscularse en exceso o correr maratones, también apunta que los entrenamientos cardiovasculares moderados regulares son el tipo de ejercicio más efectivo para la prevención de enfermedades crónicas.
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