Las nuevas generaciones han convertido a esta mujer en el último fenómeno de internet. Su superpoder es leer los labios de los famosos

Las nuevas generaciones han convertido a esta mujer en el último fenómeno de internet. Su superpoder es leer los labios de los famosos

  • La Generación Z y la Alfa están cambiando el juego de los cotilleos

  • Esta creadora de contenido sorda que lee los labios a Taylor Swift o Ryan Reynolds es el ejemplo perfecto

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Jackie G

Que internet ha cambiado la forma en la que consumimos contenidos es algo que va mucho más allá del streaming de Netflix o jugar videojuegos en la nube. Incluso algo tan aparentemente banal como la prensa rosa ha evolucionado de la mano de otros enfoques que creíamos inalcanzables. La obsesión por llegar hasta donde las cámaras y micrófonos no lo hacían, hasta el último resquicio de la vida privada de los famosos, es precisamente lo que ha convertido a Jackie G en fenómeno.

Con más de dos millones de seguidores entre Instagram y Tiktok, Jackie G ha encontrado la forma de colarse allí donde antes no mirábamos. Es la encargada de contar de qué hablan los famosos cuando creen que no hay nadie mirando o escuchando. De explicar sobre qué discuten, qué secretos guardan, o qué trapos sucios están desvelando, con algo tan simple como leerles los labios.

Un superpoder en la era de internet

Convirtiendo su discapacidad en una suerte de superpoder de la era de internet, Jackie Gonzalez ha catapultado sus seguidores durante el último año valiéndose de una habilidad que lleva perfeccionando desde su infancia. Sorda de nacimiento, aprender a leer los labios con la mayor precisión posible es algo que surgió por pura necesidad.

Jackieg

Ahora, su particular trabajo al frente de sus cuentas en redes sociales es el micrófono que amplifica y comparte el ansia de cotilleos que lleva persiguiendo a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Sus vídeos, que se acercan a conversaciones privadas de celebridades como Ryan Reynolds, Taylor Swift o Timothée Chalamet, son en realidad tres fenómenos en uno.

El primero es el relativo a la otra cara de la prensa rosa. En un punto en el que los propios famosos enseñan sus casas en fotos virales, lo que hacen en el día a día en redes sociales, y esparcen sus alegrías y penurias en medios tradicionales, lo único capaz de colarse detrás de esa fachada que venden de cara al público está en algo tan aparentemente privado como una conversación sin micros.

De la mano de subtítulos que va relatando mientras el montaje simula la lectura de labios en directo, lo que parece una acalorada discusión entre tres celebridades que despierta nuestra curiosidad sobre qué narices estarán diciendo, termina desvelando algo tan simple como una conversación sobre lo difícil que es conseguir cierto tono de color en el pelo. Para el público de hoy en día, en realidad ese trabajo es más importante de lo que parece.

Cómo la Generación Z y Alfa han cambiado el juego

La clave está en los otros dos fenómenos que se esconden detrás de su aportación al concurso de variedades en el que se han convertido las redes sociales: el cambio de chip respecto a los cotilleos entre la Generación Z y la Alfa, y una más que necesaria representación que consigue elevar a la perfección.

A diferencia de lo que se hacía hasta ahora, lo que persigue la nueva prensa rosa que poco o nada tiene que ver con las revistas de antaño es una búsqueda de proyección. La necesidad que, heredada del germen del cotilleo a nivel psicológico, hace que conocer conversaciones banales sea más importante que esa citada fachada.

El interés que despiertan ese tipo de contenidos viene de lejos, de la necesidad de establecer un vínculo entre comunidades que siguen a esos mismos famosos y, a su vez, dan forma al carácter de los jóvenes a través de figuras y líderes en los que reflejan su propia experiencia, miedos y deseos. Esos debates entre celebridades que perfectamente podrías tener tú con una amiga, convierten su figura en algo más humano y alcanzable que genera una satisfacción y pertenencia.

Jackie G suma ahí otro añadido más que se encarga de amplificar su fenómeno, la importancia de una representación que, en forma de lenguaje de signos y una sorprendente habilidad que no está al alcance del resto, convierte su lectura de labios en un superpoder capaz de elevar no sólo su figura, sino también la del resto de sordos que antes no gozaban de ese puesto en primera línea de atención.

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