Ayer, Málaga acogía por primera vez las finales de una competición que ha tenido un gran impacto en 2023, pero que ha ido perdiendo fuerza con el paso de los meses: la Kings League, o mejor dicho, la Kings Cup. Tras dos emocionantes finales y una disminución considerable de la audiencia en comparación con las primeras semanas de la competición, asistí al evento con la expectativa de que la sobrecarga de contenido pudiera perjudicar a la liga. Sin embargo, tanto La Rosaleda como la organización me demostraron que esto es solo el comienzo de algo extraordinario.
Un espectáculo de alto calibre
Mi viaje para entrar al estadio comenzó a las 15:00, momento en el que abrieron las puertas para la prensa. Sin embargo, hubo algo que no me gustó de este evento y que también fue un problema en su primera gran final: la organización interna para las personas acreditadas. Estuvimos buscando el lugar que nos correspondía durante aproximadamente una hora y media, y finalmente lo encontramos casi por casualidad.
Después de este pequeño pero molesto contratiempo, finalmente llegamos al lugar: una tribuna desde la cual se podía ver todo de manera impecable, aunque estaba un poco alejada del campo y con focos que dificultaban la visualización de las repeticiones. A pesar de eso, tanto la acústica, aunque a veces no era perfecta, como la vista, eran espectaculares.
Málaga es única y el público de la Kings y Queens Cup lo demuestra
No hablaré aquí de lo que sucedió en el partido o en el evento en sí, ya que es probable que a través de otras redes sociales como Tik Tok, Twitter o Instagram ya se hayan enterado de todo. Prefiero compartir las impresiones de alguien que había dado por muerta la Kings League y que, tonto de mí, estaba completamente equivocado: la competición está más viva que nunca. No lo digo solo yo, lo dicen las más de 30,000 personas que llenaron La Rosaleda y que, desde mi punto de vista, disfrutaron como niños de un evento que tuvo un ritmo espectacular.
Piqué ha aprendido a incorporar lo mejor del espectáculo estadounidense y lo ha reflejado a la perfección en su competición. Prácticamente no hubo descansos, y los estímulos a través de mini eventos, estrellas invitadas e incluso fuegos artificiales fueron continuos. Y no solo por parte de la organización, sino también por parte del público.
Piqué ha aprendido a incorporar lo mejor del espectáculo estadounidense
Aunque no estuve presente en las finales de Barcelona y Madrid, apostaría a que en ninguno de esos estadios se respiraba la pasión y el cariño que se sentía en La Rosaleda. Tal vez esté mostrando favoritismo, pero Málaga es única y el público lo demuestra. Y no lo digo solo yo, los presidentes, aunque no se viera en las cámaras, se quedaron boquiabiertos cuando vieron a una afición entregada desde el principio hasta el final del evento. Ninguno de los presentes se fue antes o después; todos querían presenciar las finales de la Kings y la Queens Cup.
Los jugadores y jugadoras de los equipos que no llegaron a la final también se encontraban dando vueltas por el estadio, y algo que me sorprendió gratamente fue el cariño que recibían del público. En lugar de pedir fotos, la gente les agradecía por jugar en su equipo favorito o les felicitaba por el premio; no vi a ningún jugador o jugadora con caras largas, sino todo lo contrario: estaban felices por la muestras de cariño que recibían a su alrededor.
Sin duda, la Kings League tiene un potencial tremendo y, a pesar de algunos problemas logísticos y la cuestión de los bajos salarios de los jugadores, creo que su importancia en el mundo del espectáculo seguirá creciendo en los próximos años. Y esto es solo el principio.
Fuente de la imagen: Kings League
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