Durante casi un siglo, Flash Gordon ha sido uno de los grandes iconos globales de la ciencia ficción popular. Un héroe rubio, atlético, muy machote, un líder un amigo fiel, enfrentado al tirano Ming en un universo de planetas imposibles, criaturas exóticas y estética pulp que ha atravesado generaciones, desde los seriales cinematográficos de los años 30 hasta el inolvidable film de 1980, pasando por su influencia en series animadas, cómics y referencias constantes en la cultura pop. La música de Queen, que acompaña la introducción de la película de Mike Hodges, los colores saturados y los diseños exagerados, se han convertido en sinónimo de aventura espacial clásica.
Sin embargo, detrás de esta celebridad universal se esconde una paradoja fascinante: Flash Gordon nació como respuesta directa, y como competencia comercial, a otro personaje hoy mucho menos conocido: Buck Rogers. Aunque hoy se perciba como algo innovador en la cultura pop y un referente del género, Flash fue concebido originalmente como un colorido imitador.
Buck Rogers: el pionero que abrió el camino
Buck Rogers apareció primero y su influencia fue decisiva. Su debut se remonta a 1928 en la revista Amazing Stories, creado por Philip Francis Nowlan bajo el nombre de Anthony Rogers. Este personaje protagonizaba novelas pulp de ciencia ficción futurista, en las que se imaginaban viajes al futuro, tecnologías avanzadas y sociedades distópicas. En 1929, Rogers saltó a la prensa diaria en forma de tira cómica, convirtiéndose en la primera historieta de ciencia ficción de la historia y estableciendo muchos de los tropos que hoy asociamos con el género: héroes que viajan a mundos desconocidos, conflictos tecnológicos, naves espaciales, alienígenas malintencionados, robots hostiles, damiselas en peligro y aventuras seriadas con continuidad narrativa.
Portada de Frank Frazetta para Famous Funnies Nº 211 en 1969
El éxito de Buck Rogers fue inmediato y masivo. Su presencia en periódicos estadounidenses generó un fenómeno cultural que incluía juguetes, merchandising e incluso adaptaciones teatrales y radiodramas. La popularidad del personaje demostró que la ciencia ficción podía ser un producto rentable y masivo, abriendo las puertas para que otras editoriales intentaran replicar su éxito. A pesar de ello, y pese a ser pionero, Buck Rogers no logró mantener su relevancia durante décadas, y su influencia directa sobre generaciones posteriores fue relativamente limitada en comparación con la que Flash Gordon ejercería más adelante.
Viñeta de Flash Gordon de Raymond
Flash Gordon: el imitador que superó al maestro
En 1934, apenas cinco años después del boom de Buck Rogers, King Features Syndicate decidió crear un competidor directo. La idea era clara: aprovechar la moda de la ciencia ficción y el éxito de Rogers para lanzar un héroe que pudiera rivalizar con él en popularidad y merchandising. La tarea recayó en Alex Raymond, un artista que estaba revolucionando el dibujo en periódicos y que junto a Don Moore, "negro literario" experimentado, creó una de las tiras dominicales más influyentes de la historia.
Rogers saltó a la prensa diaria en forma de tira cómica, convirtiéndose en la primera historieta de ciencia ficción de la historia
Desde la primera página dominical, Flash Gordon mostró diferencias notables respecto a su predecesor. El estilo visual era mucho más sofisticado, dinámico y detallado. A día de hoy Raymond sigue siendo considerado uno de lso grandes maestros del cómic. Cada planeta, cada criatura y cada composición de viñeta estaba pensada con un sentido cinematográfico que anticipaba el lenguaje visual del cine de serie B y los seriales de acción. Las historias además tendían la mano al mundo real, ofreciendo en Plena Segunda Guerra Mundial un reflejo del conflicto Europeo y adelantando algunas de las ideas que años más tarde ocurrirían durante la Guerra Fría y la carrera espacial.
Página de Flash Gordon de Raymond
Mongo, el planeta al que Flash y sus compañeros eran transportados, ofrecía un universo cohesionado y exótico que contrastaba con el enfoque más tecnológico y "industrial" del mundo de Buck Rogers. Personajes como Dale Arden, el Dr. Hans Zarkov y el villano Ming el Despiadado se convirtieron en figuras icónicas, capaces de sostener tramas complejas y aventuras continuadas que cautivaron durante años a los lectores.
La diferencia entre ambos héroes fue tan marcada que incluso contemporáneos lo percibieron: mientras las primeras tira de prensa de Gordon eran descritas como "visualmente impresionantes", las de Rogers parecían más rígidas y carentes de detalle. Tras la retirada de Raymond Flash contó con una sucesión de artistas simplemente espectacular, con artistas de la talla de Dan Barry, Al Williamson, Austin Briggs e incluso Jack Kirby echando una mano con so fondos antes de reinventar Marvel Comics. La narrativa de Flash no solo contaba con acción, sino que incorporaba un tono más adulto y complejo, y una estética barroca y romántica que transformaba cada viñeta en una pequeña obra de arte, estableciendo estándares que influirían en generaciones de artistas de cómic en Estados Unidos, Europa y Japón.
Buster Crabbe como Flash Gordon en 1939
El salto al cine: cuando el imitador se convierte en leyenda
La competencia entre ambos personajes no se limitó a los periódicos: pronto se trasladó al cine. Aunque Buck Rogers había sido pionero en el cómic, Flash Gordon fue el primero en protagonizar un gran serial cinematográfico, producido por Universal Pictures en 1936. La producción era lujosa, con decorados y efectos especiales que, aunque rudimentarios para nuestros estándares actuales, marcaban un hito en la representación visual de la ciencia ficción. La película consolidó a Flash Gordon como un icono audiovisual global y sentó las bases para la estética espacial que décadas más tarde sería una de las mayores inspiraciones de George Lucas para crear Star Wars.
Buster Crabbe como Buck Rogers también en 1939
Buck Rogers también llegó al cine y la televisión, pero sus seriales nunca alcanzaron la misma relevancia ni la longevidad de las aventuras de Flash. Los seriales de Flash Gordon fueron más populares que los de Buck Rogers principalmente por la combinación de una narrativa más cinematográfica y un universo visualmente más atractivo. Aunque ambos compartían la premisa de aventuras espaciales, las historias de Flash contaban con tramas más dinámicas, villanos memorables como Ming el Despiadado y mundos exóticos que capturaban la imaginación del público.
El actor Buster Crabbe, que interpretó a ambos héroes, aportó carisma en ambos casos, pero su presencia no fue el factor decisivo: lo que realmente elevó a Flash Gordon fue la calidad superior de los guiones, la riqueza estética de Mongo y la forma en que cada episodio construía tensión y espectacularidad, dejando a Buck Rogers en un segundo plano más rígido y menos llamativo. La narración más cinematográfica, los personajes más memorables y la riqueza visual de Mongo hicieron que el héroe creado por Raymond trascendiera su origen competitivo y se convirtiera en una referencia cultural mundial, mientras que Rogers quedó relegado a un segundo plano.
El Flash Gordon de Williamson
La paradoja cultural del original olvidado, el imitador inmortal
El caso de Flash Gordon y Buck Rogers representa una paradoja fascinante de la cultura popular. ¿Por qué el imitador terminó eclipsando al original? Bueno, hemos visto que la razón principal es que Flash supo enganchar mejor al público gracias a su universo narrativo, más sólido e interesante, menos anecdótico que el de Rogers. Pero hay más: en primer lugar, la superioridad visual Flash era evidente tanto en los cómics como en la pantalla. Alex Raymond elevó el estándar gráfico del cómic de aventuras para toda la industria de la viñeta y convirtió cada tira dominical en una referencia artística. Su influencia se percibe en innumerables obras posteriores, como Superman y Hawkman, cuyos diseños fueron inspirados directamente en Flash.
En segundo lugar, el villano Ming el Despiadado ofrecía un antagonista memorable y poderoso, mucho más complejo y carismático que los enemigos random de Rogers. Ming combinaba elementos de villanos literarios y políticos, y jugaba con la ola social del llamado "Terror Amarillo" que explotaba el racismo norteamericano hacia los inmigrantes asiáticos. El dramatismo de Ming permitía desarrollar tramas complejas y emotivas, hablar de la amenaza del fascismo y dar forma a los miedos y tensiones sociales de la época para el norteamericano medio. Ming es uno de los mejores ejemplos de que un buen villano es clave para la popularidad del héroe. La combinación de héroe heroico y villano carismático resultó irresistible para lectores y espectadores, consolidando la mitología de Flash Gordon en la cultura popular.
"¡Mira, la olvidada serie de Buck Rogers de 1979!"
Además, las adaptaciones audiovisuales de Flash fueron más exitosas y perdurables. Desde seriales cinematográficos hasta series animadas y el icónico film de 1980, cada versión mantuvo vivo el legado del personaje y lo adaptó a nuevas generaciones. Esta carrera de fondo fue demasiado larga para Rogers, que terminó quedando en un segundo plano mientras Flash lograba regenerarse en el imaginario pop, al menos, hasta los años 80. La riqueza de Mongo y la variedad de sus reinos, como Arboria, Frigia o Tropica, ofrecieron un universo mucho más cohesionado y atractivo que el futurismo rígido y más limitado de Buck Rogers.
Alex Raymond elevó el estándar gráfico del cómic de aventuras para toda la industria de la viñeta
La fama de Flash, en cualquier caso, tampoco es inagotable. La popularidad de Flash Gordon comenzó a decaer a partir de los años 80 por varios factores combinados. En primer lugar, las nuevas generaciones de lectores se vieron deslumbradas por universos de ciencia ficción más complejos y cinematográficos, como Star Wars y Star Trek, que ofrecían tramas expansivas, efectos especiales avanzados y personajes más cercanos al público moderno, dejando a Flash Gordon con un estilo pulp y barroco que empezaba a percibirse como demasiado anticuado y camp. Además, las adaptaciones cinematográficas y televisivas posteriores, como el film de 1980, aunque visualmente llamativas, no lograron un éxito crítico masivo, reforzando la percepción de que Flash era un héroe “de otra época”. De Rogers prácticamente ya ni nos acordábamos para entonces. La irrupción de franquicias más contemporáneas, junto con la falta de publicaciones periódicas consistentes y la competencia de cómics modernos de Marvel y DC, relegó a Flash Gordon a un nicho de aficionados nostálgicos y coleccionistas, convirtiéndolo en un icono reconocido principalmente por quienes estudian la historia de la ciencia ficción pulp y las tiras clásicas.
Imágenes que puedes escuchar: "¡Flash! ¡A-aaaaaaaaaaah! ¡Saviour of the Universe!"
Flash Gordon, el imitador que definió el género
La historia de Flash Gordon y Buck Rogers es un ejemplo paradigmático de cómo funciona la cultura pop: por ecos, imitaciones, reacciones y reinvenciones. Buck Rogers abrió el camino, inventó el género y demostró su potencial comercial. Sin él, Flash Gordon nunca habría existido. Pero fue el héroe nacido como respuesta competitiva el que llevó la fórmula a su máxima expresión estética y narrativa, convirtiéndose en un referente mundial.
Su rivalidad histórica es esencial para entender la evolución de la aventura espacia
Hoy, Flash Gordon es un icono global de la ciencia ficción, reconocido por aficionados y público general, mientras que Buck Rogers sobrevive principalmente en la memoria de especialistas y coleccionistas. Su rivalidad histórica, sin embargo, es esencial para entender la evolución de la aventura espacial y la construcción de universos fantásticos en el siglo XX. La paradoja es clara: a veces, el imitador no solo iguala al original, sino que lo supera y redefine el género entero, dejando una huella imborrable en la cultura pop mundial.
En definitiva, Flash Gordon demuestra que la creatividad no siempre surge de la invención absoluta, sino también de saber darle al público algo con lo que se identifique. Un héroe concebido como copia terminó siendo el estándar de oro de la space opera, una leyenda viva que sigue inspirando a artistas, cineastas y lectores más de ochenta años después de su creación. Así que, respondiendo al Príncipe Vultan: sí, Flash Gordon está vivo. Buck Rogers, no tanto.
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