He pasado una semana jugando en PC con un monitor de 55 pulgadas, más de 20 kilos y 3.000 euros. Análisis del Samsung Odyssey Ark

Hay algunas cosas que no están hechas para todo el mundo. Me atrevería a decir que ese es el caso del Samsung Odyssey Ark, un monitor curvo de unas inmensas 55 pulgadas del que no se sabe si da más vértigo su inmenso panel, su interminable ficha técnica, o sus elevadísimos 3000 euros de precio.

Este es uno de esos productos que parecen hechos a medida para atraer el máximo número de miradas durante ferias como el CES de Las Vegas, o dar lugar a algunas de esas miniaturas de YouTube que, como si de un imán para tu ratón se tratara, te instan a clicar en ellas por pura curiosidad. No es para menos, pues la oferta en monitores dentro de este tamaño, y con estas prestaciones, son muy pocas, pero, ¿son suficientes para justificar sus excesos?

He tenido la suerte de tener el Odyssey Ark para mí sólo durante unas semanas. Tiempo suficiente para disfrutar de las numerosas bondades de este monitor, pero también el justo para ver dónde flaquea, y para darme cuenta de por qué no es para todo el mundo. Dejad que os cuente mi experiencia con este monitor tope-de-gama en mi escritorio.

Un monitor de proporciones bíblicas

No es ninguna exageración decir que la características más llamativa del Samsung Odyssey Ark es su imponente tamaño, pero no es lo único destacable del aspecto exterior del dispositivo. Su aspecto exterior también es llamativo. Sigue la línea de otras pantallas de la gama Odyssey, pero, por su tamaño y apariencia, se acerca más a los televisores de la compañía surcoreana que a sus monitores.

Estas similitudes con los televisores de Samsung también están presentes en factores como el peso del dispositivo. Sólo su panel pesa unos 20 kilos, a los que hay que sumarle el pie de mesa, de un peso generoso, y otros elementos claves del dispositivo, como la caja de conexiones externa. Teniendo en cuenta que escritorios superventas como el Ikea Linnmon sólo soportan unos 60 kilos antes de perder estabilidad, el Odyssey Ark casi nos invita a montarlo en un mueble más firme. Si es que podemos montarlo a solas para empezar, eso sí que fue una odisea.

Para acentuar aún más esta impresión de estar llevando un televisor a nuestro escritorio, una vez instalamos el Ark lo primero que nos recibe es una revisión de Tizen, el sistema operativo que la compañía usa para sus televisores, y que fuera de estos sólo hemos visto en monitores destinados al consumo multimedia, como el Smart Monitor M7 que lanzaron el pasado año. Nada que ver con la propuesta del Odyssey Ark.

Por suerte, basta con terminar su tediosa instalación para disipar cualquier duda de que este es un monitor para jugar con todas las de la ley. El monolítico monitor cuenta con un panel con una resolución 4K a 165 hercios, con la baja latencia (1 ms GtG) que vemos en otros paneles basados en la tecnología VA, pero sin sufrir de los problemas de ghosting que encontramos en los modelos más llanos.

Estos valores son de lo más respetables, más aún en un mundo en el que existen – si puedes permitírtelas – gráficas como la RTX 4080 de Nvidia, o la RX 7900 XTX de AMD, ambos modelos destinados a explorar las bondades de estas resoluciones y velocidades. En mi caso, me tengo que conformar con un equipo algo más humilde para los estándares actuales.

Mi PC está capitaneado por una GTX 1080 Ti que va camino de cumplir su quinto aniversario, por lo que está lejos de exprimir este panel en títulos punteros a nivel técnico, como Marvel’s Spider-Man: Miles Morales, o juegos rápidos como Forza Horizon 5. Pero, incluso bajo esas circunstancias, es fácil disfrutar de la calidad de imagen del Odyssey Ark, especialmente en habitaciones bien iluminadas.

Buena parte de esta grata experiencia en juegos se debe al aprovechamiento de su retroiluminación basada en la tecnología Mini LED, unos de los puntos fuertes del panel; pero también se debe al buen hacer del procesador del dispositivo, el Neural Quantum Ultra. Iteración del procesador de los modelos que vemos en los televisores de gama de la compañía, con los que comparte buena parte de las tecnologías y el tratamiento de la imagen. Especialmente destacables los títulos con una buena aplicación de estándares HDR. Se ven especialmente bien en el Ark.

Sin embargo, lo que más quiero destacar de la experiencia de usar este monitor para jugar es lo sorprendentemente bien que sienta la curvatura del panel a la hora de ejecutar contenido en él. Las pantallas curvas están lejos de ser una novedad, de hecho, en dispositivos de salón como televisores se intentó instaurar el formato sin éxito; pero no es el caso de este monitor.

Achaco este fenómeno al formato de 16:9 que tiene el dispositivo. La mayoría de los paneles para escritorio rara vez superan las 32 pulgadas de tamaño, y, cuando lo hacen, suelen manifestarse en monitores ultra panorámicos, que son excelentes para ciertos títulos, pero no tienen la sencilla versatilidad del estándar 16:9 a la hora de reproducir contenido. El Ark cuenta con esta bondad, y la aplica a un panel que, por su tamaño, casi envuelve tu escritorio al completo, arrojando a tu vista una cantidad de pantalla inusitada en estos formatos.

Por supuesto, esto tiene sus inconvenientes, títulos que requieran de recorridos rápidos a través de la pantalla, como los shooters competitivos o los MOBA, se verán de escándalo en el Ark, pero jugarlos en el monitor de Samsung será una tarea de lo más incómoda. No es nada recomendable.

Ahora, volvamos un momento al exterior del dispositivo. Uno de los elementos más curiosos del diseño del Odyssey Ark es la ubicación de sus conexiones. Si miramos tras el dispositivo, sólo nos encontraremos con una salida de audio, un USB estándar, y un puerto desconocido; tenemos que dirigir nuestra mirada a la fuente de alimentación del dispositivo para encontrar el resto de las conexiones.

Y es que Samsung ha colocado prácticamente todas ellas en lo que ellos llaman "One Connect Box", una caja de conexiones que se comunica con el Ark a través de un único cable. Es una solución elegante al problema de cambiar la distribución del monitor, y enfatiza la idea de Samsung de usar el Odyssey Ark como centro de ocio, como hizo el mismo concepto en algunos de sus televisores anteriores, pero falla en un escenario de juego  por una sencilla razón.

La selección de conexiones en la One Connect Box es de cuatro HDMI 2.1 – uno de ellos con eARC – a los que acompañan un par de USB, un puerto LAN, y un par de salidas de audio. No tenemos acceso a Display Port, ni en formato estándar, ni a través de conexiones USB-C que puedan aprovechar sus bondades, aún a pesar de que el monitor reconoce dispositivos conectados mediante DP mediante el uso de adaptadores.

Esta es una decisión muy extraña para un monitor pensado para jugar, que deja fuera de juego a muchos PC de hace unos años a la hora de exprimir lo que tiene que ofrecer el dispositivo. Todo el que no tenga una gráfica compatible con HDMI 2.1 está relegado a los 4K@60fps, o a usar más cables de la cuenta.

El consuelo de parte de la compañía surcoreana ante este problema es mostrar las posibilidades de esta caja de conexiones a la hora de reproducir varios contenidos simultáneamente en la pantalla – lo llaman Multi View – aprovechando sus dimensiones. Un reclamo atractivo para consumir contenido multimedia, salvo que dicho contenido sean videojuegos, porque no podemos mostrar dos dispositivos conectados a la One Connect Box, dejando esta función como un detalle, más que una función real, si lo que queremos es jugar.

Confieso encontrar atrayente ver algún vídeo interesante durante una sesión de farmeo en el juego de turno, pero lo que ofrece ya lo puedo hacer yo en mi PC sin necesidad de mediar por menús hasta colocar las pantallas. Parece una función pensada para la multitarea en consolas, pero, siendo francos, incluso en ellas parece algo anecdótico y demasiado engorroso para usarse con normalidad.

Y es que el Ark está lleno de estas contradicciones en muchos de sus apartados, entiendo, por la necesidad autoimpuesta de Samsung de convertirla en el centro de tu ocio multimedia. Una labor loable, pero poco realista si tenemos en cuenta qué dispositivos vamos a tener casi permanentemente conectados a esta pantalla.

Caballo grande, ande o no ande

El Samsung Odyssey Ark es un monitor excelente, de eso no cabe duda alguna. Su lista de especificaciones es absolutamente envidiable, con pocos modelos en el mercado actual que puedan suponer, siquiera, una comparación adecuada para el dispositivo.

Ahora bien, este halago va acorde a su precio. Muy pocos monitores para jugar pueden decir abiertamente que superan los 3000 euros en tiendas, y mucho menos justificar dicha etiqueta de precios. El Samsung Odyssey Ark procura esta justificación ofreciendo una combinación de características que – hasta el lanzamiento de algunas de las pantallas mostradas en el CES de este año – no podemos encontrar fuera de él.

Esto es, sin duda alguna, suficiente para justificar la existencia del propio dispositivo; pero, si es suficiente para justificar su compra se me antoja, aún con todo lo que ofrece, mucho más complicado de elucubrar.

Hay monitores que ofrecen una experiencia de juego muy parecida al Odyssey Ark si pasamos por alto sus dimensiones, poco prácticas en un escritorio convencional. Modelos como el Odyssey Neo G7 de la propia Samsung es un buen ejemplo de un monitor que ofrece una experiencia parecida en videojuegos, costando, además, casi un tercio del precio habitual del Ark.

"En un monitor convencional es raro superar unos 60 centímetros de separación con respecto a la pantalla"

Si lo que nos atrae del Ark es su tamaño, también encontramos opciones muy válidas en el mercado de los televisores, con modelos como el LG C2 42’’ siendo una opción OLED muy popular para este cometido a la mitad de precio. Incluso mantenemos el formato de 16:9 que he alabado unos párrafos más arriba, pero, si no quisiéramos mantenerlo, tenemos a nuestra disposición aún más opciones.

Como suele pasar con casi todo en la vida, al final, decantarse por el Ark o no es un cóctel entre la posibilidad, y la visión de su uso. ¿Es el Samsung Odyssey Ark un buen monitor para jugar? Sí, es uno excelente. De los mejores que me he echado a la cara en un buen tiempo; pero su mayor virtud – su tamaño y versatilidad de usos – le juega mala pasada cuando atendemos al precio del dispositivo en un mercado que, cada vez, ofrece más opciones excelentes a un precio aceptable.