Artísticamente espectacular, pero también original e inteligente en el diseño de sus rompecabezas, Mind: Path to Thalamus es una aventura de puzles muy recomendable que os llevará a explorar la atormentada mente de un enfermo en coma. Sin duda, una obra genuina que merece la pena probar por sus desafiantes enigmas basados la interacción con el entorno y su sólida narrativa.
Videojuegos y arte. Esta no es la primera vez que os hablamos del tema, pero es inevitable aludir a esta cuestión cuando tienes ante ti una obra tan sorprendentemente buena en lo artístico como Mind: Path to Thalamus. Una cautivadora aventura de puzles en primera persona desarrollada casi en su totalidad por Carlos Coronado, que con gran destreza ha dibujado un tortuoso viaje a través de la mente atormentada de un hombre en coma al que los fantasmas de su pasado no dejan vivir en paz.
Su narrativa es poderosa; tanto que por momentos tendremos la sensación de estar ante un relato audiovisual al más puro estilo Dear Esther. Pero a diferencia del título de The Chinese Room, al que difícilmente podemos catalogar como un videojuego al uso, Mind: Path to Thalamus sí se construye como tal. La historia y el modo en el que se cuenta es importante, por supuesto que sí, pero la base fundamental sobre la que se cimenta su acción son los puzles. Y en este punto, esta obra de carácter independiente es genuinamente buena, original y, como decíamos, espectacular en lo artístico.
En busca de la redención
Traumatizado por la prematura muerte de su hermana y consumido por la pena al creer que su hija ha corrido la misma suerte, esta es la historia de un hombre sumido en un coma profundo del que tendremos que intentar despertarle hurgando en lo más hondo de su cabeza, convertida ahora en un mundo surrealista presidido, allá en la distancia, por un gran Tálamo símbolo de la ansiada redención; del perdón a sus pecados.
A partir de ahí, ante nosotros se mostrará no siempre de forma clara la oscura y tormentosa vida de este hombre, que con sus alocuciones filosóficas nos empujará a seguir avanzando, a resolver uno tras otro los más de 30 puzles que dan forma a este videojuego en el que la exploración y la interacción con el onírico paisaje que nos rodea será fundamental para resolver sus enigmas.
Provocar una lluvia, hacer caer la noche, generar una densa bruma…. El gran elemento diferenciador, lo que hace único a Mind: Path to Thalamus, es que para dar solución a sus desafiantes rompecabezas tendremos que alterar el entorno modificando sus condiciones climatológicas, o incluso en ocasiones puntuales “viajando” al pasado, de tal modo que lo que antes parecía imposible cobre una nueva perspectiva con portales mágicos solo activos bajo la luz de la luna; barreras que solo caerán ante la niebla, e incluso plataformas que se elevarán y elevarán con un buen chaparrón.
Seis son las alternativas a la hora de modificar la apariencia de estos entornos, teniendo que combinar varias de estas en no pocas ocasiones para resolver los rompecabezas más complejos. Para ello habrá que recurrir al uso de unas esferas especiales, previa búsqueda de las mismas, para ubicarlas en zonas muy concretas del escenario como arboledas, campos de flores o rocas llorosas, que serán las que generen niebla, noche o lluvia respectivamente siempre que una de estas esferas, o nosotros mismos, nos encontremos allí. ¿Qué pasa?
El número de estos orbes es muy limitado, y obviamente nosotros no podemos estar en dos sitios a la vez, así que nos tocará ingeniárnoslas con tan escasos recursos para sortear los cada vez más enrevesados rompecabezas que plantea Mind: Path to Thalamus. Y la solución a algunos de estos os sorprenderá por lo inteligente e ingenioso de su planteamiento. ¿Qué pasaría si dejamos caer una de estas esferas cuesta abajo? Probadlo y nos contáis. Pero os garantizamos que esta obra de Carlos Coronado os hará estrujaros los sesos de muchas formas distintas antes de que podáis gritar a los cuatro vientos “¡al fin! ¡Ya tengo la respuesta!”
Además nadie os dirá qué debéis hacer ni cómo debéis actuar a la hora de superar cada uno de los niveles que conforman el juego. Probad por vosotros mismos, experimentad con los entornos y llevad las escasas esferas a vuestra disposición de un lado para otro mientras le dais vueltas a la cabeza. Llegado el caso, la bombilla se iluminará y daréis con una solución siempre lógica… si bien a veces un tanto rebuscada.
Igualmente, aunque se nota el esfuerzo por tratar de sorprender siempre con nuevas mecánicas de juego, tal vez hemos echado en falta más variantes a la hora de resolver los rompecabezas. No es que estemos escasos de opciones, eso que quede claro, pero la acción sí parece algo limitada en momentos puntuales de la partida. Por otro lado, si bien la historia es interesante y su desenlace final nos ha gustado mucho, con algunos recursos narrativos que en cierto modo nos han recordado al sorprendente The Stanley Parable, creemos que daba para algo más: a veces se vuelve demasiado caótica y se pierde en las disertaciones filosóficas de su protagonista, complicando un tanto el que podamos seguir el hilo de lo que nos está contando.
Digno de admiración resulta, en cambio, el cómo estas palabras cobran vida de un modo sorprendentemente bello a través de las imágenes de Mind: Path to Thalamus, que a nivel artístico está a un nivel sobresaliente. La variedad de localizaciones, su maravilloso diseño enigmáticamente surrealista, el juego de luces y sombras, el colorido de los entornos, la tristeza de otros… cada emoción de nuestro enfermo en coma queda perfectamente reflejada en este videojuego, que continuamente nos regala estampas para el recuerdo; lugares de ensueño en los que cualquiera querría perderse por unos momentos. Y es verdaderamente sorprendente teniendo en cuenta que prácticamente es obra de una única persona, apoyada en el uso del Unreal Engine 3.
A todo esto, la música también juega un papel fundamental en la transmisión de emociones, con algunos momentos cumbre que nos han dejado casi sin palabras. Cierto es que la presencia de estas melodías se puede contar con los dedos de una mano; pero también es verdad que en los momentos de silencio, cuando solo escuchamos el ruido de la naturaleza, Mind: Path to Thalamus también ofrece un resultado destacable. En este punto conviene remarcar que el juego está traducido al español, aunque de momento la hora de narración está en inglés. Más adelante, promete Carlos Coronado, se incorporará un doblaje al castellano con una voz muy reconocida en nuestro país, aunque sin embargo todavía no sabemos nada más.
Precioso en lo visual y muy ingenioso en el diseño de sus rompecabezas, Mind: Path of Thalamus es una obra con cierto aroma experimental, por su gran apuesta por la narrativa y lo artístico, pero que en ningún momento se olvida de lo más importante: es un videojuego. Y en ambos casos la obra de Carlos Coronado cumple de forma notable.
- Artísticamente es una pasada. Cada escenario es único y cautivador.
- El diseño de sus rompecabezas es inteligente y muy desafiante.
- Invita a la exploración, a investigar por uno mismo sus enigmas.
- La historia es un tanto enrevesada. A veces cuesta seguir el hilo.
- Nos habría gustado encontrar una mayor variedad de puzles.
