Análisis de Lucius II The Prophecy. El Pequeño Satanás

Análisis de Lucius II The Prophecy. El Pequeño Satanás
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Arrasó su hogar hasta los cimientos llevándose cruelmente por delante a todos los que allí moraban, pero Lucius aún tiene ganas de más. ¿Siguiente parada? Una institución mental en la que el hijo de Satanás volverá a hacer de las suyas en una aventura que si bien es verdad ofrece mayor libertad de acción que su predecesor, también es peor en otras facetas de juego.

Su apuesta por un desarrollo de la acción más libre, sin las limitaciones que hicieron de Lucius una aventura interesante en su puesta en escena pero muy pobre en lo jugable, nos hizo creer que lo nuevo de Shiver Games se convertiría, esta vez sí, en esa gran obra que todos los fans de películas como La Profecía o La Semilla del Diablo esperábamos. La triste realidad, sin embargo, es que esta secuela no solo no ha logrado este objetivo, sino que para más inri es incluso peor que su predecesor. Porque sí, es verdad que ahora tenemos más opciones para acabar con nuestras víctimas y eso es algo que se agradece; pero también nos encontramos ante un título plagado de errores tecnológicos y malas decisiones de diseño que flaco favor hacen a Lucius 2: The Prophecy.

Un videojuego bastante mediocre que como su antecesor dos años atrás, se ha quedado en poco menos que una gran idea desastrosamente ejecutada. Y lo malo es que en esta ocasión ni tan siquiera a nivel argumental nos encontramos ante un título interesante. Vale, lo reconocemos; tener al joven Lucius recorriendo los pasillos de una institución mental mientras asesina a diestro y siniestro tiene cierto encanto. ¡Pero nada más! La historia es muy pobre, no tiene gancho y está contada con un dudoso gusto narrativo. Así que vanos son los intentos del equipo de desarrollo por implicarnos en la oscura profecía a la que nuestro protagonista tendrá que hacer frente. Al final, todo quedará en un simple "ve de aquí para allá matando gente sin que te importen un carajo los motivos por lo que lo haces". Y este es un golpe demoledor para un videojuego que en el resto de facetas tampoco destaca lo más mínimo.


Planeando maldades

A diferencia del original, Lucius II parte con la ventaja de presentar siempre varias alternativas para acabar con nuestras víctimas. Podemos envenenar su comida, usar ácido y tirárselo directamente a la cara, prenderles fuego, lanzarlos por ventanas o el hueco de los ascensores, electrocutarles... Con mayor o menor sutileza, el hijo de Satanás tendrá a su alcance un amplio abanico de herramientas mortales que nos motivarán a ser cruelmente creativos. O al menos así debiera ser, ya que pasados unos pocos minutos el juego se torna excesivamente repetitivo, sin aportar ni una pizca de variedad en los desafíos a los que tendremos que hacer frente.

¿Cómo acabaréis con vuestras víctimas? ¿Ácido? ¿Explosiones? ¿Veneno? Hay más opciones que en el original, pero estas también son menos espectaculares.
¿Cómo acabaréis con vuestras víctimas? ¿Ácido? ¿Explosiones? ¿Veneno? Hay más opciones que en el original, pero estas también son menos espectaculares.


Existe la opción de combinar ciertos objetos del inventario para, por ejemplo, crear bombas caseras; o la posibilidad de engañar a las víctimas para que hagan justo lo que queremos tentándoles con alimentos, dinero y demás. ¿Hay un adicto al tabaco? Hagamos que se encienda un pitillo justo tras dejar abierto el gas y... ¡BOOOM! Pero esto suena mejor de lo que es en realidad. Claro que podéis hacer estas cosas y otras tantas como envenenar la sangre de un enfermo con un mal trasplante de corazón. Pero no hay complejidad en la acción de Lucius II. Todo se limita a ir de un lado para otro, pulsar una tecla y sanseacabó. No hay complejos rompecabezas, los poderes demoníacos de nuestro protagonista están totalmente desaprovechados -su utilidad es prácticamente nula-, y para colmo ni tan siquiera las partes de sigilo, por llamarlas de alguna forma, funcionan correctamente.

Lo mejor es simple y llanamente el gusto por acabar con tus víctimas de formas imaginativas, pero como no existe el miedo a que te atrapen, el desafío se va al traste

¿Qué haríais si escucháis una explosión en un hospital? O Mejor aún. ¿Cómo actuaríais si una persona muere frente a vosotros devorada por el ácido? Imaginamos que como poco gritar y llamar a la policía ¿verdad? Pues en el mundo de Lucius II no. Aquí, que alguien explote delante tuya o que el aspa de un ventilador le sesgue la cabeza a un recepcionista debe ser lo más normal del mundo porque creednos, hemos matado a mucha gente de las formas más crueles imaginables y, sin embargo, en el St. Benedict no pasaba nada. "¿Dónde están tus padres, pequeñín?", es una de las grandes reflexiones filosóficas con las que han llegado a recompensarnos los residentes de este hospital tras presenciar crímenes tan atroces. Sin olvidar aquellos que gritan aterrorizados, lógico, y de repente se sientan a leer una revista como si tal cosa.

Parece mentira pero conforme avanza la partida y salimos al exterior, el juego se torna más y más lineal. ¡El último capítulo parece una broma!
Parece mentira pero conforme avanza la partida y salimos al exterior, el juego se torna más y más lineal. ¡El último capítulo parece una broma!


La inteligencia artificial de esta secuela es, como veis, ignominiosa. Un absoluto desastre que se carga por completo la ambientación de un videojuego que, bien planteado, podría habernos hecho disfrutar una barbaridad. Hay potencial, de verdad que se nota; pero de nada sirve si luego nada funciona como debiera. Y con esto hacemos también alusión a la enorme cantidad de errores tecnológicos que pueblan The Prophecy, especialmente en el tramo final de la aventura. Personas que atraviesan paredes, objetos con los que inexplicablemente ya no podemos interactuar, cuelgues, una cámara nefasta, un sistema de control tosco... la lista de errores es tan extensa que asusta.

El Pequeño Satanás


Así que sin una buena historia de fondo, con una jugabilidad bastante limitada y una inteligencia artificial terrorífica, ¿qué nos queda? Simple y llanamente el gusto por acabar con inocentes de formas imaginativas. Pero como no existe el miedo a que nos atrapen, ya que es difícil que lo hagan, y al final nuestro modus operandi será siempre el mismo, que Lucius II os divierta dependerá enteramente de vuestra capacidad para tolerar todos estos errores. Porque ya os avisamos, a nivel audiovisual la obra de Shiver Games también es bastante discreto: las animaciones son robóticas, los escenarios poco detallados, el modelado de personajes muy justito, la banda sonora cumple sin más y el doblaje al inglés... bueno, dejémoslo en que es malo. El juego tampoco se ha traducido al español.

Flojo

Sin sello
El Pequeño Satanás

Lucius II: The Prophecy

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

Tenemos más libertad para hacer el mal que en el título original, cosa que agradecemos, pero Lucius II está lejos de ser un buen videojuego. Con un pobre apartado técnico, una inteligencia artificial mediocre y un diseño de la acción demasiado irregular, el hijo de Satanás va a tener que esforzarse un poquito más para conseguir seguidores.

  • Su apuesta por un estilo de juego más abierto, sin las restricciones del original
  • Existen varias formas de acabar con los inocentes
  • La inteligencia artificial de nuestras víctimas es terrible
  • El tramo final de la aventura es demasiado lineal en su acción
  • Fallos por doquier. Por momentos este parece un videojuego inacabado
  • Historia muy floja y pobre ambientación. El original fue mejor en este sentido
  • Las muertes en el primer Lucius eran más macabras, más brutales en su ejecución
Jugadores: 1
Idioma: Textos en inglés y voces en lnglés
Duración: 4-6 horas
Ver requisitos del sistema
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