Mirage: Arcane Warfare es la nueva obra de Torn Banner Studios, creadores del juego de combate cuerpo a cuerpo realista en primera persona Chivalry: Medieval Warfare. Esta vez el estudio canadiense ha querido darle un giro a la fórmula original con la inclusión de la magia. Si los combates de Chivalry ya eran caóticos, imagináoslos con bolas de fuego y energía volando por aquí y por allá…
Para las personas que no conozcáis la esencia de los Warfare, os comentamos que se trata de una serie de juegos de combate cuerpo a cuerpo en primera persona en los que la física y el realismo adoptan papeles muy importantes. Chivalry, que es el juego con el que se hizo famoso el estudio Torn Banner, nos pone a luchar contra otros jugadores en línea en combates sangrientos y brutales a lo largo de montones de mapas y de modos de juego. Es un título con una legión de seguidores acostumbrados a cuatro clases bien equilibradas, pero ahora Mirage: Arcane Warfare llega con seis clases, y cada una con sus habilidades mágicas exclusivas. La elección de cada clase tiene mucha más relevancia para el equipo en esta ocasión*-. Según el mapa o la composición del equipo será más razonable una u otra clase.
A pesar de la inclusión de la magia, Mirage es un título en el que la victoria depende de nuestra habilidad para parar y devolver ataques. El primer paso para todo jugador, venga de donde venga, es sin duda una visita al tutorial. No obstante, como jugar en línea tiene ciertas implicaciones a la hora de acertar los golpes, lo mejor es armarse de paciencia y aprender —nunca mejor dicho— a tortas. Para más inri, el hecho de que haya ataques mágicos a distancia complica aún más las cosas. Lo más sensato es darse un tiempo para aprender, no ir a lo loco y ser coherente con nuestro personaje y nuestro equipo.
Al fin y al cabo, se trata de un juego de equipo. Podemos ir en solitario, pero en nuestra experiencia, raras son las ocasiones en las que esta táctica tiene buenos resultados. Una clase con gran capacidad para repartir leña, como el Taurent, puede convertirse en imparable si se empareja con la Vigilist, que puede lanzar barreras protectoras para sus compañeros, evitándoles los ataques a distancia. Esta es una de las bendiciones del juego. Si son seis las clases disponibles, seis son también las formas de jugar. De hecho, lo más interesante es que Torn Banner consigue que las clases que normalmente no nos interesarían nos resulten harto divertidas de controlar.
La elección de cada clase tiene una importancia capital para el equipo
Por ejemplo, hay una clase, la Tinker, que puede colocar hechizos trampa como minas o campos de parálisis que son ideales para los modos de juego de defensa en los que tenemos que controlar puntos del mapa. Ella, junto con el Alchemancer, son grandes elecciones para jugadores que prefieran evitar los conflictos directos. Este segundo es un lanzador de hechizos a distancia que puede flotar y lanzar bolas de fuego. Luego tenemos el Entropist, que tiene la apariencia de un genio y puede flotar en su alfombra mágica para dominar el mapa mientras busca el momento idóneo para atacar. ¿Que os va el mambo? No pasa nada. La Vypress es una guerrera con habilidad para asestar un centenar de espadazos mientras realiza ataques en salto poderosos. El Taurant es un guerrero formidable ideal que puede tumbar a varios enemigos de un ataque con la maza. La Vigilist supone un buen punto de partida para cualquier novato, por su combinación de lanza y escudo.
Magia, bolas de fuego y energía
Como ya adelantábamos, la curva de aprendizaje es bastante acusada. El tutorial solo supone un punto de partida para saber a qué estamos jugando, pero donde se aprende de verdad es perdiendo la cabeza una y otra vez en el campo de batalla. Esta premisa ya debería servir de filtro para cualquier jugador despistado que pasara por aquí, porque el juego es inclemente con los novatos. No saber qué estamos haciendo suele ser la primera causa de frustraciones, especialmente cuando es fácil matar o ser matado por algún compañero de equipo. Hace falta mucho ojo para medir la distancia de cada ataque, tanto los físicos como los proyectiles, y cuando somos nuevos es inevitable no tener ese ojo.
En cuestión de contenido, Mirage: Arcane Warfare va bastante bien servido de base. Según lo que leemos en la propia página del juego, los modos principales giran en torno al cumplimiento de objetivos en equipo "robando artefactos mágicos ancestrales y asaltando palacios opulentos o bazares bulliciosos a través de un mundo interconectado en el que cada sitio cuenta una historia". Ciertamente, existen seis modos de juego en 27 mapas, desde el clásico Muerte por equipos al Capturar la bandera pasando por algunos modos que recuerdan al modo Escolta de Overwatch. Lo malo, al menos a día de hoy, es que el sistema de creación de partidas da problemas. Por lo general se suelen ver muchas partidas en proceso, pero cuando filtramos las llenas y las vacías, no suelen quedar más de cinco accesibles. Es decir, que el disfrute de los distintos modos de juego depende, por ahora, de la disponibilidad y del número de jugadores.
Cuando sí que hemos podido jugar, nos hemos llevado sensaciones opuestas. Por un lado, hemos encontrado que el batiburrillo existente en las partidas más numerosas nos venía genial para ir segando vidas de jugadores desprevenidos. Por el otro, y ya habiendo adquirido más experiencia, donde sí que hemos encontrado un reto más interesante ha sido en las partidas más modestas, las arenas de tres contra tres. En estos encuentros es donde de verdad sale a relucir la calidad de cada equipo, tanto en lo que respecta a su composición como su habilidad y coordinación.
Vale, es divertido subir la cantidad de cuerpos y de salpicones de sangre al máximo y darse un garbeo por los escenarios más grandes, pero donde Mirage adquiere una mayor consistencia es en situaciones más contenidas. Es entonces cuando los personajes parecen más corpóreos y los escenarios más vistosos; donde el sistema de botines, pensado para dejarnos personalizar a nuestros guerreros, se nota más; donde los gritos y las burlas se oyen el doble. Nos da la sensación de que, con todo lo que ofrece y viniendo de donde viene, es un juego al que no le habría venido mal empezar poco a poco en lugar de tratar de abarcar tanto campo desde tan pronto.
Mirage: Arcane Warfare es un juego peculiar y divertido. Su ambientación y su carisma (aunque heredado en parte) hacen que salte a la vista enseguida, pero las sensaciones que provocan su sistema de combate y los fallos en de creación de partidas hacen que nos preguntemos para quién va dirigido. Los amantes del combate cuerpo a cuerpo más clásico ya tienen Chivalry, porque Mirage prefiere centrarse en las habilidades con tiempo de recarga al más puro estilo de los MOBA. Es fantástico ver cómo Torn Banner se anima con una nueva propiedad intelectual, pero todavía queda mucho camino que recorrer en cuanto a actualizaciones, contenido y número de jugadores si quieren que este título tenga un público numeroso.
- El sistema de combate es versátil y equilibrado
- Aprovecha bien Unreal Engine 4 para crear un mundo único y hermoso
- Cada clase tiene su importancia y su utilidad
- Variedad de modos de juego
- Curva de aprendizaje bastante acusada
- Problemas en el sistema de creación de partidas, pocos jugadores
- Algunos modos están mejor planteados que otros
