Nos topamos con la enésima producción independiente englobada dentro de los cada vez más populares walking simulators. Analizamos la nueva obra de Mooneye Studios que lleva por nombre Lost Ember. Viva la naturaleza.
Es uno de los géneros más recientes y a pesar de que no termina de convencer a todos los jugadores, poco a poco va ganando terreno, sobre todo dentro de la escena indie. Hablamos de los walking simulators, un tipo de juego que normalmente apuesta claramente por la narrativa, dejando de lado otros aspectos ligados a la jugabilidad en sí. Y aquí tenemos a un nuevo representante de este estilo, Lost Ember, una obra de Mooneye Studios que sin ser el mejor exponente dentro de su categoría sí que hace varias cosas bien, comenzando por su puesta en escena y argumento.
Sin tratarse de la historia más elaborada ni sorprendente del mundo, al menos bajo mi punto de vista, el guión que propone esta producción se sigue con bastante interés durante las tres horas aproximadamente que dura la aventura. Una cifra que, eso sí, puede extenderse un poco más si tratamos de conseguir los diversos coleccionables (reliquias, champiñones, etc.) que es posible ir rescatando de sus fondos.
La historia sigue los pasos de una loba, la cual a medida que avanza va descubriendo su pasado y la razón de no haber podido llegar hasta la ansiada Ciudad de la Luz. Dicha trama va perfilándose a medida que nos topamos con una especie de escenas tipo flashbacks que, entre otras cosas que no pienso desvelaros, tienen que ver con una tribu llamada Yanrana. Un viaje que emprendemos en compañía de un espíritu guía que persigue un objetivo similar al nuestro y que se convierte en el narrador de todo lo que va teniendo lugar en la aventura… que no es que sea demasiado en materia jugable.
Una propuesta jugable muy relajada y accesible
Tomando el control de la loba, nuestro cometido consiste en ir alcanzando una serie de puntos que van apareciendo en el horizonte y que quedan identificados de forma muy evidente, siendo una especie de señales de humo. ¿Y qué vamos a encontrarnos en cada uno de estos lugares? Pues la correspondiente escena que revela parte del pasado de la protagonista y que, más allá de eso, nos permite ir accediendo a nuevas zonas de los escenarios previamente bloqueadas por una especie de barrera rojiza de cristal. Una mera excusa para que durante nuestro periplo no nos saltemos accidentalmente ningún capítulo vinculado a la narrativa que, a la postre y como ya os he comentado antes, viene a ser uno de los puntos más interesantes de todo el título. Pero no es el único, afortunadamente.
En lugar de ser una simple loba, la protagonista posee la capacidad de controlar los cuerpos de aquellos animales que merodean por lo fondos, unos escenarios más o menos amplios y en los que la fauna y la flora son los grandes protagonistas. Dentro de un área de acción relativamente limitado, podemos pasar de manejar a la loba a tomar el control de todo tipo de criaturas tanto terrestres como marinas o aves. Patos, peces, colibríes, roedores y demás animales pueden ser controlados fácilmente manteniendo pulsado un botón, y al hacerlo ganamos inmediatamente el acceso a sus capacidades y aptitudes correlativas a cada ser viviente.
Planear por los fondos, meternos en galerías subterráneas o nadar por lagos y ríos son algunas de las capacidades que es posible ir obteniendo con los distintos cambios de protagonista. Y como ya imaginaréis, muchas veces la única forma de llegar de un punto a otro del escenario es usando a unos animales en concreto. Esta mecánica es la parte más importante que alberga toda la aventura y sin resultar sorprendente ni demasiado original, no deja de tener su gracia.
El gran protagonista del juego es la naturaleza
También es posible explorar los escenarios en busca de ciertos coleccionables que ya os hemos comentado, si bien está claro que este aspecto del juego no es para nada el principal dado lo limitados y lineales que suelen resultar dichos fondos…y también, a lo evidentes y fácilmente localizables que suelen mostrarse estos coleccionables. Más que un recurso jugable, parece una forma un tanto artificial de prolongar la vida útil del juego.
¿Qué más nos ofrece la aventura? Pues lo cierto es que no mucho. Se trata de una obra que trata de plasmar (con bastante acierto) una dinámica y experiencia de juego lo más calmada y relajada posible, hasta el punto de que apenas supone reto alguno. La dificultad es casi nula y el hecho de caerse por un precipicio no tiene apenas consecuencias, por lo que es un juego que ha sido concebido para ser disfrutado de principio a fin sin problema alguno… salvo por los diversos bugs que de cuando en cuando dan muestras de su presencia y estropean un tanto la experiencia.
Efectivamente y al margen de su breve longevidad, el gran problema que presenta Lost Ember tiene que ver con su falta de pulido en general. Se dejan notar problemas de carácter técnico por todas partes, desde la generación brusca de elementos en pantalla a ralentizaciones e incluso parones, defectos no muy agradables de por sí que, por desgracia, han sido acompañados en más de una ocasión por bugs tremendos que incluso en ciertas ocasiones nos obligan a resetear la partida. Unos problemas que esperemos que se solventen pronto con el parche de turno.
Para acabar y dentro de su sencillez gráfica, la línea estética que ha sido plasmada en la concepción de los escenarios me ha parecido plenamente satisfactoria, pudiendo deleitarnos con paisajes de una belleza realmente inusitada. La recreación de los distintos animales y objetos que se dejan ver en dichos fondos ya es harina de otro costal, pero en líneas generales el título cumple con creces en materia gráfica.
Del apartado sonoro lo más destacado es su banda sonora, compuesta por melodías suaves y sosegadas, temas que han sido acompañados por efectos que cumplen sin mayores aspiraciones y un doblaje en inglés subtitulado bastante aparente.
Lost Ember es un walking simulator que apuesta por la naturaleza y que nos narra una historia para nada sorprendente pero que, por lo menos, está bien contada y resulta bastante tierna. Es una pena que no se hayan pulido más ciertos aspectos, sobre todo de carácter técnico (aunque el control de algunos animales tampoco es perfecto), dado que resulta muy molesto encontrarse con más frecuencia de la deseada con bugs de diversa índole… y algunos de ellos nos obligan a resetear el juego. Pero por fortuna estos inconvenientes no terminan de arruinar una experiencia de juego calmada y muy relajante donde el gran protagonista es la naturaleza, dando como resultado un título tan imperfecto como curiosamente atractivo.
- La propuesta es realmente relajante
- La posibilidad de poder controlar a diversos animales
- Artísticamente es muy notable y nos regala bellas estampas
- El título posee numerosos problemas técnicos y bugs
- Puede acabarse demasiado pronto si no vamos a por los coleccionables
