Análisis de Wolfenstein 2 The New Colossus. Los nazis han conquistado el mundo

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Wolfenstein II: The New Colossus continúa la historia de BJ Blazkowicz exactamente donde lo dejó The New Order. Una nueva odisea en la que liberar al mundo del imperio nazi, en esta ocasión, desde los Estados Unidos. No será fácil, pero se sobrelleva con un par de escopetas, un hachas y muchas balas. Análisis.

A lo largo de los meses os hemos ido contando poco a poco cada toma de contacto con Wolfenstein II: The New Colossus. Lo que nos ha parecido en cada uno de sus niveles a los que hemos tenido acceso. Pero siempre se repetía un mismo patrón: la sensación de que Bethesda y el equipo de Machine Games se estaba reservando lo mejor del juego, que mantenía alejado de los tráilers y los contactos con la prensa. Y efectivamente, así es.

Incluso en nuestro reciente vídeo de los primeros capítulos no podíamos prever lo que vendría a continuación, sorprendiendo para bien. Narrativamente, con algunas de las escenas más absurdamente locas e irreverentes que te puedes echar a la cara. No te extrañes si en los próximos días la red se llena de memes con algunos de sus momentos más bizarros, ahora que puedo utilizar esta acepción, e incluso polémicos. Intenta evitarlos; es mejor quedarse totalmente pasmado, con una sonrisa a medio camino entre la sorpresa y la perplejidad ante lo absurdo y lo desternillante. Pero lo justo es justo: también es posible que los repugnes, que rebase la suspensión de la incredulidad ante un guión que hace malabares entre la mórbida crueldad y comicidad.

También repunta en lo jugable. Nada que se salga de la norma establecida de lo divertido que es disparar una escopeta o un rayo desintegrador, no digamos ya dos. Sin embargo, Wolfenstein 2 se reafirma introduciendo alguna que otra mecánica que fomentará la rejugabilidad e intenta sacar el máximo partido de los niveles añadiendo misiones secundarias para seguir limpiando los Estados Unidos de América de los nazis. Pero no nos adelantemos.

Vídeo Análisis


Terror Billy para los enemigos

The New Colossus empieza donde lo dejó Wolfenstein: The New Order, trasladando el conflicto a América, lugar escogido por nuestro grupo para comenzar la revolución. No nos equivoquemos. La ucronía de Wolfenstein se parece más a una película de Cronenberg que a la de El Hombre del Castillo de Phillip K. Dick. Aquí los nazis son muy nazis (y mucho nazis). No tienen ningún problema en dejar el centro de Manhattan al estado nuclear de un Fallout y convertir las tradiciones culturales en las suyas propias.

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La historia de Blazkowicz no te dejará indiferente, y es que hay momentos en los que decir que el héroe lo pasa mal es quedarse corto.
La historia de Blazkowicz no te dejará indiferente, y es que hay momentos en los que decir que el héroe lo pasa mal es quedarse corto.


La revolución, los personajes que nos acompañarán a lo largo de la aventura, no está preparada, ni organizada ni tiene nada de formal. Son personajes tarantinianos, con la boca llena de insultos, alcohol casero e historias tan ridículas como graciosas. Casi como si Machine Games se intentara alejar (aún más) de la leve seriedad del primer Wolfenstein para aceptar de una vez por todas que es el gracioso y el morboso del grupo. El grupo: los shooters. Así, con esa paradoja, la de estar obsesionado por contar una historia graciosa y desacomplejada, es como Machine Games: cañón, martillo, percutor, alma, de lo que fue la Starbreeze Studios de Riddick y The Darkness, enseña a los demás cómo hacer cinemáticas en un juego de tiros.

Su guión hace malabares entre la mórbida crueldad y comicidad

Si le damos tanta importancia a la historia y las secuencias de vídeo es porque la tiene. No sólo por los números, que indican más de tres horas de película. Siempre que he podido reunirme con algún integrante de Machine Games lo destaca quizá porque el entrevistador le da demasiada importancia sólo a su parte de shooter. Es lógico. The New Order dominó a la perfección el placer de disparar cómo casi habíamos olvidado en un juego offline, pero todavía se tambaleaba entre cinemáticas picture-in-picture y diálogos sin punta. Ahora, la historia de BJ Blazkowicz es la de un hombre que se siente viejo y necesita renovarse. Como la propia saga Wolfenstein. Y, sin olvidar nunca lo macabro y lo cómico, lo consigue.

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Un hacha y un nazi dan mucho juego

Y una ametralladora. Y una escopeta. Y una gatling. Y un rayo desintegrador que los convierte en ceniza nazi. El arsenal de Wolfenstein II es corto, probablemente porque sabe que el jugador ama demasiado la escopeta en las distancias cortas y las ametralladoras en las medias. Pero corto al fin y al cabo. ¿Se podía haber pedido más? Por supuesto. Eso sí, Wolfenstein no es Doom. No tienes arenas donde la movilidad y la distancia sean siempre clave. Aquí sigue importando más la cobertura. La agilidad, sí, pero también el saber cuándo volver a ocultarse y buscar kits médicos y armaduras para volver a la lucha. Únicamente rompe el ritmo algunos momentos donde, bien sea por alargar lo imposible o por no equilibrar bien la balanza, el escenario se llena de enemigos que aparecen prácticamente de la nada en un ejercicio excesivo y algo repetitivo, que afortunadamente son los menos. También lo puede cortar algunos puntos de control algo mal escogidos que confían demasiado en el guardado manual y, si no tienes el F5 a mano, puedes olvidarlos en más de una ocasión.

El sistema de habilidades funciona automáticamente favoreciendo nuestro estilo de juego.
El sistema de habilidades funciona automáticamente favoreciendo nuestro estilo de juego.


Si quieres avanzar sin prisa, siempre tienes la alternativa del perfil bajo con la pistola donde hacer unas cuantas bajas antes de empezar la refriega o incluso acabar con los comandantes para que no den la alarma. O las armas pesadas para hacer todo el ruido posible sacrificando velocidad y cobertura. Como suele pasar, la mayor diversión (y esto lo dice un fan incondicional del sigilo) está en el medio. No eres Corvo Attano; elimina unos cuantos nazis silenciosamente si quieres, pero disfruta de la contienda y de las posibilidades que ofrecen sus escenarios. No eres Doomguy tampoco, así que aprende cuando tirar ese gigantesco láser pesado y huir de los espacios abiertos que te dejan vendido.

Lo mejor es quedarse con el dedo pegado al gatillo mientras despachas nazis y balas, pero cuidado, también requiere de algo de estrategia.
Lo mejor es quedarse con el dedo pegado al gatillo mientras despachas nazis y balas, pero cuidado, también requiere de algo de estrategia.


Sus personajes son tarantinianos, con la boca llena de insultos, alcohol casero e historias tan ridículas como graciosas

De la variedad ya se ocupan las habilidades y los kits de mejora. Como si de esa extraña mecánica que propuso Oblivion se tratara, aquí si matas silenciosamente, serás mejor matando silenciosamente. Si matas muchos comandantes y recoges los códigos Enigma, retrasas la activación de la alarma. Si sacrificas salud a costa de acercarte a tus enemigos y saludarlos con tu hacha de mano, mejor será tu regeneración de vida. Olvídate de asignar tú los puntos, que esto no es un juego de rol. Concéntrate en matar, que ya se encarga el juego de analizar cómo lo haces.

Donde si hay posibilidad de elección es con los kits de mejora. Puntos que podemos asignar a una parte de cada arma para potenciar sus habilidades y, por ende, nuestro estilo de juego. Si echas de menos una aproximación a distancia y precisa, convierte tu ametralladora en un rifle con mirilla y balas individuales. O añade silenciador a una ametralladora. O un tambor mejorado para eliminar la frustración de que tu escopeta deje de disparar tan pronto. Lo único que pide el juego es que de vez en cuando, en vez de acribillar nazis, mires al suelo para encontrar estos kits. El sacrificio merece la pena.

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Revolución sin fin

La historia de Wolfenstein II, aunque dividida en capítulos invisibles, se estructura mejor por los diferentes parajes que recorres de los Estados Unidos. Lugares tan dispares como una Manhattan devastada, una más empantanada Nueva Orleans o el conspiranoico Roswell en Nuevo México. Como niveles para dar rienda suelta a la ensalada de balas, son grandes marcos. Como ambientación, también, aunque en este último punto tenemos más peros. Wolfenstein consigue en algunos capítulos dar una personalidad propia. El juego dispara colocando a Blazkowicz en una silla de ruedas, la cual cambia por completo toda la movilidad de BJ, mientras que en los finales haremos uso de algún que otro "vehículo" o surcaremos los cielos (y más allá). Pero en algunos momentos, los entornos pueden llegar a sentirse algo genéricos.

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En esta segunda entrega la historia coge importancia máxima, pero también se expande el juego con misiones secundarias que alargan la experiencia.
En esta segunda entrega la historia coge importancia máxima, pero también se expande el juego con misiones secundarias que alargan la experiencia.


Porque se podían haber aprovechado mejor. Buen ejemplo es el del Área 52 (que no 51, pero como si lo fuera). El genial comienzo en la superficie nos lleva a la América rural y casi optimista de los años 50, para terminar adentrándonos en la base. Un lugar donde los nazis tienen el Oberkommando, pero que sin embargo pierde la oportunidad de afrontar nuevos retos, mecánicas o incluso enriquecer la historia. Incluso la paranoia alienígena que rodea el lugar es aquí desaprovechada (y eso que en la saga Wolfenstein hemos visto todo tipo de talantes de ciencia-ficción y sobrenaturales) en pos de una base que podría haber sido ubicada en cualquier sitio sin llamarse Área 52.

Esto ocurre con algún que otro escenario más, que podría haber sacado el máximo partido de su entorno y en los que a veces parece no querer arriesgar demasiado. Afortunadamente, la parte shooter funciona en todo momento, creando grandes tiroteos de los que es imposible cansarse. Se acompaña con un nuevo tipo de equipo en cierto momento de la aventura que ayuda a introducir una pequeña mecánica que da algo más de variedad, y que nos permitirá aproximarnos a la acción de tres formas completamente distintas: aprovechando las alturas, los espacios reducidos o creando nuevas rutas.

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Concéntrate en matar, que ya se encarga el juego de analizar cómo lo haces

Cuando llega a su último tercio, incluso cuando acaba, se nos abre algo que no esperábamos: misiones secundarias. La posibilidad de revisitar niveles para acabar con los comandantes de la zona, además de poder recoger los kits de mejoras y el resto de equipo que no hubiéramos elegido anteriormente. Una opción interesante que sirve para alargar la ya digna vida del juego con una duración en torno a las 15-20 horas (no os fiéis de todo lo que leéis por ahí) según la dificultad escogida, aunque puede pecar algo de repetitiva ya que reutiliza siempre los mismos escenarios que en la campaña principal. Para desbloquear estas misiones se requieren los códigos Enigma de los comandantes caídos en la campaña y que, previo paso por un minijuego de desencriptación, utilizaremos para desbloquear las ubicaciones del resto de comandantes.

Tanto en consola como en PC el juego es un gran espectáculo, sobre todo en iluminación y efectos de las armas.
Tanto en consola como en PC el juego es un gran espectáculo, sobre todo en iluminación y efectos de las armas.


Tampoco viene mal revisitar los niveles, ya que los escenarios de Wolfenstein II son muy vistosos. Lo que ha conseguido Machine Games con el motor idTech 6 es un trabajo de depurado máximo, logrando un apartado visual muy llamativo, pero sobre todo fluido. Hemos podido jugar tanto en consola como en la versión de PC y ambas se comportan francamente bien. En PlayStation 4 Pro, el juego se mueve siempre suave, realizando checkerboard a los 4K desde los 1440p y con una tasa de refresco de 60 cuadros sin apenas ninguna variación. ¿Lo mejor de todo? Que no es una excepción que veremos únicamente en los nuevos modelos de consola, sino que todas las versiones (a excepción de la futura para Nintendo Switch) corren con la misma suavidad. Estamos deseando probarlo en Xbox One X, pues sus texturas son de una gran calidad.

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Sonoramente las armas siguen rugiendo brutalmente bien

La versión de PC es excelsa. El juego se ha aliado con AMD incluyendo mejoras para los procesadores Ryzen y sus tarjetas gráficas, pero con una tarjeta NVIDIA el juego se mueve fluidamente en un ordenador competente, sin ser de la más alta gama. Si eres de los que gustan de disponer de muchas opciones gráficas avanzadas, te encantará Wolfenstein II. Además, el modo ultrapanorámico sigue siendo una máxima para el equipo de Machine Games que ya lo incorporó en su primera parte y ahora también lo añade incluso a las cinemáticas, que no suelen estar adaptadas a este formato. Huelga decir que el manejo con teclado y ratón es nuestro estilo favorito en un shooter tan vertiginoso como este. La versión de consola con pad se comporta bien, aunque podemos llegar a echar de menos algo de precisión ante el ritmo de algunos combates, pero tampoco es un caso tan extremo como el de Doom, ya que en Wolfenstein se puede hacer más uso de las coberturas que en la obra de id software.

Sonoramente, las armas siguen rugiendo brutalmente bien y, aunque sabemos que su banda sonora es muy innovadora, con temas clásicos reformulados al estilo alemán, nos habría gustado escucharlos más durante la partida y no sólo en los trailers. La interpretación en nuestro idioma es correcta, pero sin alardes. Como todo el trabajo que hace Síntesis con Bethesda, se ahoga un poco cuando la escena necesita algo de empuje y emoción, cosa que no ocurre cuando el original toma el testigo en las conversaciones que acontecen en alemán. Una lástima que no posea selección de idioma para las voces a no ser que configuremos la consola o el instalador en Steam.

Magnífico

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Wolfenstein II: The New Colossus enamora: demuestra estar a la altura de su primera entrega y superarla en muchos de sus aspectos. Se siente muy parecido a The New Order, pero incluso sin el factor sorpresa, la historia de BJ Blazkowicz cobra aquí tintes más relevantes (también descarados), mientras que su componente shooter está a la altura de ser uno de los mejores para ser disfrutado en una campaña y también uno de los mejores que hemos podido probar esta generación. Otro gran triunfo de la resistencia monojugador contra el imperio online.

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  • Magnificas sensaciones con todas las armas del juego
  • El añadido de misiones secundarias, para alargar la experiencia
  • Gran factor rejugable gracias a algunas elecciones
  • La historia y sus cinemáticas: gamberras y muy mejoradas con respecto a la primera parte
  • Se podía haber aprovechado más los buenos escenarios que contiene
  • Algunos picos de dificultad a base de añadir más y más enemigos sin parar
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español y voces en español
Duración: 15-20 horas
Ver requisitos del sistema
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