Un protagonista singular, con una habilidad innata por patear todo lo que se encuentra en su camino, tendrá que ayudar a los extraños habitantes de esta isla antes de que sea demasiado tarde. En este análisis de Pikuniku te explicamos su mezcla de plataformas y puzle, y hasta qué punto logra cautivar al jugador.
Supongo que la capacidad de disfrutar Pikuniku tiene mucho que ver con cuánto eres capaz de entrar en su extraño mundo. Yo la verdad es que no he logrado conectar todo lo que me gustaría. Y no tiene tanto que ver con su estilo visual, que me recuerda incluso a los grandes momentos que pasé con LocoRoco, aquella locura de Sony para PSP; no, simplemente, veo en Pikuniku un intento por cautivar que me habría llamado más la atención si se hubiese centrado en crear más niveles, que fueran creciendo en reto y complejidad, que ese estilo suave, casi indoloro, de tratar al jugador.
Tanto miedo parece tener, que los desafíos más «complicados», y lo pongo entre comillas porque tampoco son nada del otro mundo, se ocultan a modo de retos secundarios y con mucho cuidado de no frustrar al jugador en demasía. El ritmo es algo descuidado, intentando cautivarte por lo «cute» de su propuesta, con una historia simple, que algunos dirán sencilla, y de vez en cuando lanzando algún puzle que es donde de verdad logra captar tu atención mediante el uso de físicas que entretienen durante unas pocas horas.
La historia, como comentaba, es casi un pretexto, aunque el juego le dedica más de lo que habría gustado. Un extraño ser llamado Mr. Sunshine parece estar regalando dinero a cambio de recolectar los recursos naturales, y poco a poco, los habitantes de la isla empiezan a sospechar de él y su ejército de robot. Lo que es digno de un capítulo de serie infantil no intenta en ningún momento trascender a nada más, ni siquiera aprovechando sus personajes, más allá de aprovechar algún meme o recurso de la época actual para hacer sonreír al jugador. Vamos, que confía que ser «mono» haga el resto del trabajo.
Rodar y patear
El resultado puede ser disfrutable si rebajas las expectativas, porque admito que hay algo que funciona en su sistema de físicas, incluso cuando ese algo a veces pueda llegar a frustrar. Esto es fácil de ver con una de las únicas acciones que puedes hacer (la otra es saltar): la patada. Pateando todo tipo de objetos para encajarlos o pulsar botones resulta reconfortante, aunque en ocasiones cuesta posicionarse para conseguir el resultado deseado. A medida que avancemos, habrá objetos que coleccionar, y algunos de ellos tendrán funciones especiales que nos permitirán desbloquear nuevos caminos.
En dichos caminos, accederemos a retos secundarios, que como comentaba anteriormente, sirven para imprimir algo de dificultad al juego. Y es que si no hiciésemos estos desafíos opcionales, honestamente, Pikuniku sería ya un juego terriblemente fácil. Casi iniciático para los más inexpertos con un mando entre las manos, que bien pensado quizás es su intención. En ellos tendremos que ajustar algo más los saltos, y llegan a divertir por momentos, pero habría sido mejor tenerlos todos dispuestos en la aventura principal para ganar en ritmo, ya que la exploración en la misión principal se torna en ocasiones con una clara falta de alicientes.
El resultado puede ser disfrutable si rebajas las expectativas
En definitiva, Pikuniku confía en que a su historia principal le sucedan una suerte de minijuegos variados y desafíos, que aunque creo que no termina por lograr incitar al jugador a descubrirlos, si lo haces, complementa mucho mejor toda la aventura, ya que muchos de ellos son mejores que lo que sucede en la historia principal. No te preocupes si te dejas algunos por el camino, ya que podrás volver a revisar todo tras los créditos. Hay también un modo cooperativo para dos jugadores, que quizá aprovecha lo mejor que tiene Pikuniku: sus puzles. Creados específicamente para este modo, podremos jugar con un amigo en modo local en el que hacer uso de la física del juego y la cooperación para solventarlos. Uno de los minijuegos de la campaña, el baskick, también está disponible en esta modalidad.
Supongo que cuenta como mala suerte que el juego se me haya quedado bloqueado tres veces. No exactamente bloqueado, porque podía acceder al menú de pausa, pero sin que la acción siguiera su curso. No quiero tenerlo muy en cuenta, porque sospecho que tenga que ver con la opción de formato ultrapanorámico. Sin contar estos bugs, la experiencia de jugar a Pikuniku me ha dejado prácticamente igual que como empecé cuando pulsé por primera vez el botón de Comenzar. Creo que, como decía al principio, mucho de ello tiene que ver con no haber conectado con su estilo, pero también con una falta de ritmo y de no exprimir todo el potencial de ingenio que destilan algunos de sus puzles y que solo rascan la superficie. Uno de esos juegos tan personales, que algunos disfrutarán enormemente y a otros dejará indiferente. Imagino que me puedo incluir en esta última categoría.
Pikuniku es un juego que cautivará la atención de algunos jugadores, mientras que a otros puede dejarlos indiferentes. Comenzando por su propuesta visual, con una historia sencilla, y terminando por un juego de plataformas y puzles que solo logran rascar la superficie. Hay cierto ingenio detrás, pero nos gustaría haberlo visto desarrollado a su máximo potencial, pues tal cual está presentado, resulta demasiado básico.
- Algunos puzles y situaciones son ingeniosas
- Las misiones secundarias y el modo cooperativos, lo mejor del juego
- Realmente simple en su campaña principal
- No saca todo el potencial de sus puzles y escenarios
- Algunos bugs nos han hecho reiniciar más de una vez
