Imaginad las peores características que podría tener un juego hoy en día: concepto simplón de mecánicas jugables, un apartado técnico inferior y mal optimizado, argumento banal como simple excusa para hacer "burradas" y un humor o situaciones de tan mal gusto que podrían ofender hasta el más zafio de los individuos. Por desgracia, así es Postal 4 No Regerts.
Hay tanto de lo que hablar que no sé por dónde empezar. Normalmente, eso podría parecer algo bueno en un juego ya que nos hace pensar en que tiene tantas características y puntos a favor que es complicado elegir un punto de partida... pero es que ese argumento es fácilmente reversible. Describir Postal 4 No Regerts es una tarea tan tediosa como lo ha sido jugarlo. Running with Scissors sigue insistiendo en desarrollar la única IP en la que ha trabajado, pero paradójicamente –o quizás a modo de cruel burla- siguen ofreciendo un juego plano, mal programado, con una inexistente innovación y un humor que sólo puedo calificar de mal gusto pese a que, según los desarrolladores, busque ser una sátira. Para la cuarta entrega de las andanzas del "Postal Dude" y su perro "Champ", estos tratan de recuperar su roulotte que les fue robada al principio del juego. Ya en esta escena de presentación veo que el juego se esfuerza en demasía para ser gracioso pero no lo consigue por abusar en exceso de lo escatológico o chabacano.
A partir de esta peculiar premisa e introducción he comenzado mi periplo por el juego que tiene el dudoso honor de disputarle el puesto -según palabras de los propios desarrolladores de Arizona- al "peor juego jamás creado", y sin haber jugado al anterior, si no consigue arrebatárselo va a ser por muy poco. Aparte de los fallos técnicos, que parece que son el cuento de nunca acabar según las actualizaciones que publican en Steam, el juego es un cúmulo de despropósitos jugables y técnicos. Empezando por el terreno en el que juego, me encuentro con un mapeado que busca imitar el estilo caótico de otras producciones tipo cell shading pero totalmente vacío de vida. La ciudad en la que transcurre la trama se siente muerta, únicamente hay transeúntes -de los cuales ya hablaré después-, una única raza de perros y gatos, y una suerte de motorinos que me sirven para recorrer los soporíferos parajes de los que hace gala el juego. Pero lo peor en este aspecto es la premisa falsa de que estamos en un mundo abierto.
Cada vez que llego a una sección distinta del barrio en el que me encuentro, el juego se pone a cargar la zona contigua, obligándome a esperar a que me devuelva el control... y eso si no se cuelga y me devuelve al escritorio. También abundan los fallos en las texturas. Siendo justo, el juego hay veces que no se ve tan mal en cuanto al uso de las luces o de la paleta de colores. Pero incluso en esa parte fracasa ya que como haya un mínimo foco de luz directa enfocado al jugador os va a parecer que estáis viendo una serie en la que J.J Abrahms se emocionó en exceso con los efectos de "lens flare".
El juego es un cúmulo de despropósitos jugables y técnicos
A medida que iba recorriendo la ciudad me he cruzado con versiones de los clásicos "paletos" del medio oeste americano. Y francamente, estoy seguro de que sus contrapartidas en el mundo real son más agradables y sobre todo funcionales que los que hay en Postal 4. Aparte de estar diseñados de manera bastante desagradable a la vista -incluso para lo que busca el juego que es ironizar o satirizar- tienen la IA de un zombi. Todos los NPCs se comportan como tal, dando vueltas en la misma zona sin nada que hacer o soltando alguna frase genérica de vez en cuando; incluso se entorpecen en sus recorridos. Los enemigos están igual de mal programados. Las rutinas de programación que dictan su comportamiento pueden resumirse en "Lo veo = voy hacia él en línea recta y/o disparo a donde está sin buscar cobertura". Si por lo menos las armas que tengo a mi disposición se comportaran de manera real o supusieran un reto a la hora de enfrentarme a ellos, pero tampoco. Una pistola, escopeta o rifle se diferencian esencialmente por su cadencia de fuego, pero todas funcionan como un rayo láser; no hay retroceso a controlar ni reducción de daño por distancia, y el apuntado es tosco.
La violencia de la que alardea el juego es muy básica. En los 80 y principios de los 90 puede que fuera impactante, pero que alguien sangre al dispararle es algo lógico y que cualquier FPS tiene. Lo más ridículo es que si les impactas a veces se quedan bloqueados, quietos, y hasta te dan la espalda y no se mueven. Sin comentarios.
Una afrenta a los "easter eggs" en los videojuegos
Bueno, "¿y las misiones qué?" os preguntaréis. Tareas mundanas, banales, aburridas y que muestran un casi inexistente esfuerzo en su diseño. He tenido que poner multas a coches mal aparcados (sí, hay coches pero están de decorado), atraer a gatos y perros para una empresa veterinaria, devolver a inmigrantes mejicanos a su lado de la frontera usando una catapulta -en Running with Scissors deben pensar que el racismo es un género humorístico-, o llevar "hierba gatera" a una tienda de animales que era una tapadera para fabricar sustancias psicotrópicas. Otro detalle que no ayuda en este punto es que la interfaz funciona cuando le apetece, dificultando aún más el uso de objetos y armas o directamente llegar hasta donde transcurrirá la misión. Decir aquí que no son pocas las que intentan referenciar escenarios o situaciones de grandes juegos como Doom o series como Juego de Tronos (con guiño de mal gusto incluido a costa de la gente que sufre de la misma aflicción que el actor Peter Dinklage).
La interfaz funciona cuando le apetece
El juego ni siquiera se esfuerza en presentarte estas misiones de manera interesante: sólo sabe recurrir al chiste fácil, xenófobo, intolerante, escatológico y siempre presentados por los estereotipos más recalcitrantes de los topicos de la america profunda. De vez en cuando suelta alguna broma o referencia a la cultura popular, pero es tan obvio y forzado que es inevitable sentir algo de vergüenza ajena, especialmente la revelación del jefe final que no desvelaré aquí, no por hacer spoilers, sino por respeto a una de las líneas más míticas del cine. Donde si sobresale un poco es en el doblaje, ya que todos los que han prestado su voz para este proyecto demuestra que al menos saben interpretar y tratan de imprimirle gracia a sus personajes, incluido Jon St.John, la voz de Duke Nukem, que podemos elegir para nuestro personaje. No obstante, no se puede salvar un juego sólo con un buen doblaje.
Finalmente, concluir que me he pasado el juego en unas 7 horas. Una duración irrisoria para un juego que presume de ser un mundo abierto, con lo que supuestamente debería haber durado el triple de tiempo como mínimo. Quizás sí tenga algo de valor para los fans de esta peculiar saga de culto, pero para el resto de mortales es un título a evitar y un ejemplo de cómo no hacer un juego de acción.
Estoy seguro de que Running With Scissors pretendía lanzar algún tipo de mensaje con este juego, pero se escapa a mi comprensión. Dicen que es una sátira y una crítica a los tópicos de hoy en día, pero yo creo que la verdadera sátira o crítica era hacia ellos mismos. 25 años con esta IP y siguen sin ofrecer un producto aceptable y que justifique su precio, al menos esta última entrega: jugabilidad plana, plagado de bugs y fallos de diseño, y una ambientación y humor soez, racista y escatológico que cualquiera con un poco de amor propio se sentirá ofendido ante el.
- Atroz optimización a todos los niveles
- La IA de los NPCs es casi inexistente
- Estructura de misiones simplona y repetitiva
- Quiere ser gracioso y crítico pero acaba ofendiendo con sus sátiras
- Las voces del doblaje en inglés son quizás lo único salvable del juego
