Análisis de Stray. El juego del gato esconde más de lo que parece a simple vista

Análisis de Stray. El juego del gato esconde más de lo que parece a simple vista
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Ya hemos concluido nuestro viaje por este fascinante mundo de ciencia-ficción y ha resultado ser emocionante y también entrañable. ¿Quieres saber más? Descúbrelo todo en nuestro análisis de Stray, uno de los juegos más destacados de 2022.

Uno podría pensar que, en un videojuego protagonizado por un gato de corte realista (es decir, nada como las míticas mascotas que han acompañado al videojuego toda la vida), no es posible dotar de mucha variedad a una obra. Que el resultado sería más contemplativo que mecánico. Sin embargo, después de haber concluido Stray, me alegra haber descubierto que en él hay cabida para ambos estilos, y que guarda en los circuitos de su amurallada ciudad más variedad de la que se podía llegar a intuir. Y lo digo porque he disfrutado tanto de aquello que Stray propone mecánicamente, como del puro hecho de ser, simplemente, un gato. Actuar como un gato, saltar como un gato y ver el mundo desde su perspectiva. Correr velozmente entre las piernas de los habitantes robóticos de la ciudad, saltar a una zona segura con gran velocidad y agilidad o, simplemente, maullar y arañar una alfombra. El equipo de BlueTwelve ha estudiado los comportamientos gatunos a un nivel tan enfermizo que no solo ha logrado dotar de vida a nuestro animalito descarriado, sino que a través de su refinado control nos hace a nosotros como jugadores interpretar este rol a la perfección.

Todo ello, como decía, sin olvidarse de las reglas de nuestro medio. Podemos recorrer la ciudad, subirnos a sus tejados y explorar cada rincón para sumergirnos en su ambiente, pero también tenemos objetivos que cumplir, desafíos, puzles y situaciones a las que hacer frente. Lo interesante es que Stray no basa tanto su propuesta en un sistema en el que profundizar, sino que pretende ofrecer situaciones variadas que huyen de la reiteración. Incluso sucede con el propio escenario, que a menudo se alterna entre niveles abiertos y lineales a medida que vamos explorando el oscuro, pero atractivo, submundo que nos presenta.

La historia de Stray es y a la vez no es lo importante. El objetivo de nuestro gato descarriado es un macguffin en toda regla: nos hemos separado de nuestra familia gatuna cayendo en esta ciudad confinada y amurallada y debemos llegar a la superficie para encontrarnos de nuevo con ella. Es una excusa, sí, pero lo es porque la verdadera historia la vamos encontrando paso a paso a medida que cumplimos nuestro objetivo, conversando con los distintos habitantes robóticos que pueblan el lugar y que nos van contando una historia bien distinta: la de la decadencia del ser humano y las razones que les llevaron a construir estas herméticas ciudades.

Siete vidas

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Las sorpresas vienen por muchos frentes, porque es increíble comprobar cómo se puede narrar tanto con tan pocas palabras y a través de la perspectiva de un gato. BlueTwelve debe hacer un poco de trampa, está claro, ya que usa la figura de un tierno y pequeño robot acompañante, B-12, que no solo nos sirve de guía y traductor, sino que se comunica con nosotros con una lógica humana como si fuéramos capaces de comprenderla. Pese a que dicho así en frío, puede romper la suspensión de la incredulidad, funciona correctamente para exponer nuestros objetivos y ayudar a los habitantes de la ciudad, o a veces complicar sus vidas con nuestras trastadas, todo con el objetivo de volver a la superficie y reunirnos con nuestra familia.

Por todo ello, es difícil definir Stray. Supongo que lo fácil sería meterlo en ese saco en el que todo vale de "aventura", y definitivamente algo de eso hay, pero sus mecánicas son muy diversas. En ocasiones tendremos que explorar grandes entornos; en otros, resolver puzles basados en físicas del escenario, que son pocos y nos habría gustado que hubiera más, porque realmente funcionan muy bien; también hay persecuciones a cargo de unos pequeños seres parecidos a los cangrejos de Half-Life, que acaban con toda vida orgánica o robótica; momentos incluso de combate bien resueltos, a través de una luz ultravioleta; escenas de sigilo; incluso situaciones que recuerdan a una aventura gráfica donde debemos enlazar varios objetivos y usar objetos de nuestro inventario. Todo ello en un cóctel que busca dosificar cada ingrediente para dejar siempre con ganas de más, que de menos.

El juego del gato esconde más de lo que parece a simple vista

Es increíble comprobar cómo se puede narrar tanto con tan pocas palabras

A ello se le suman algunas tareas secundarias, que ayudan a dos cosas: pasar más tiempo entretenido en la aventura y, en el proceso, descubrir más detalles del mundo. No son las más estimulantes, ya que son los típicos encargos en ocasiones; pero sirven para recopilar más datos de qué ha ocurrido con la humanidad y cómo ha sido la vida de estos robots desde entonces. El propio B-12 tiene una serie de "recuerdos" a desbloquear, por lo que si quieres sacar todo el partido al juego, tendrás que registrar bien el escenario para encontrar todos sus secretos. La diferencia entre hacerlo o no hacerlo, supone pasar de las 7 horas de duración (menos incluso si vas muy rápido) a las 10-11 horas.

Con todo, te será difícil avanzar rápido cuando vayas descubriendo cada uno de los sectores de esta ciudad. La inspiración con la ciudad amurallada de Kowloon en Hong-Kong es clara, y no solo por las estrechas y verticales calles llenas de carteles de neón, sino por ese concepto de ciudad-muro que va cobrando más importancia a medida que progresamos. Pero en lo exclusivamente gráfico, es que Stray es una delicia.

El juego del gato esconde más de lo que parece a simple vista

Cualquiera de las imágenes que he tomado, sin necesidad de un Modo Foto que las mejore, poseen un grado de detalle y nitidez que respira vida a cada entorno y cada callejón. Se agradece mucho la implementación de físicas en objetos que nuestro gato puede tirar simplemente al pasar por ahí, tal y como hacen los gatos. Incluso esta física a la hora de impulsarse con sus patas traseras, empujando un objeto en la dirección contraria, se usa en ocasiones para los puzles. Hasta nosotros mismos somos un obstáculo para los robots y si nos ponemos en su camino, se tropezarán. Cada vez que llegues a un escenario más abierto en el que se respira la calma, tendrás ganas de perderte en cada esquina y admirar el trabajo puesto en todos los niveles.

Ojalá más obras tan refrescantes como Stray

Lo mismo se puede decir de nuestro protagonista gatuno. Es increíble ver cómo se mueve, cómo responde a cada acción y cómo emula a la perfección el comportamiento y los detalles de un gato real. Más sorprendente aún es saber que viene del trabajo artesanal de sus animadores, trabajando su comportamiento manualmente para conseguir este comportamiento realista. Se han tenido en cuenta todos los detalles, desde los distintos maullidos, las huellas que dejamos después de una travesura, la forma de jugar o acariciar a otros gatos y robots, o el comportamiento de la luz en los ojos del gato.

El juego del gato esconde más de lo que parece a simple vista

Stray ha sido una de las experiencias más frescas de lo que va de año. Incluso si al principio te parece demasiado sencillo, te animo a que sigas adelante por la capacidad de reinvención y de variedad que tiene el juego. Es una obra cautivadora y también entrañable, pero no se confirma con eso: también está bien diseñada y ha sabido adaptar el espacio a las posibilidades de nuestro felino para crear un entorno interesante de recorrer, explorar y con el que interactuar. Todo ello manteniéndote interesado sin necesidad de caer en la tentación de usar mecánicas tradicionales que no se habrían ajustado a su esquema, sino buscando las suyas propias o adaptándolas a nuestro héroe gatuno. Si bien es consciente de que, bajo la perspectiva de un animal de corte realista, hay un límite en lo que puedes lograr en términos narrativos, aún así logra transmitir las vicisitudes de este cautivador futuro decadente. Ojalá más obras tan refrescantes como Stray.

Único y entrañable

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Stray es un juego con una personalidad única. Cautivador y entrañable. BlueTwelve ha logrado dar vida a un gato y también dar la posibilidad al jugador de controlarle de una forma intuitiva y precisa, permitiéndole observar cada rincón de esta futurista y decadente ciudad desde una perspectiva tan fresca como la de un gato. Gráficamente es admirable en cada rincón y posee un soberbio trabajo de animación, pero no es solo un bonito envoltorio: esconde mecánicas que buscan la variedad más que la profundización en sus sistemas, presentando entornos abiertos y lineales, momentos de exploración y de acción, escenas de sigilo y de puzle. Todo bien entramado para dejar siempre con ganas de más y permitiendo a aquellos que quieran profundizar hacerlo a través de una serie de actividades secundarias. Su historia, además, va más allá de la búsqueda de la familia de nuestro gato descarriado; esto no deja de ser una excusa para conocer qué ha ocurrido en este fascinante mundo. Una de las propuestas más frescas del año.

Comprar Stray
5 Cosas que debes saber:
  • Una perspectiva única en la piel de este gato descarriado que tiene su propio comportamiento y formas de explorar.
  • El mundo que exploramos es cautivador y lleno de detalles, con una historia más profunda de lo que parece a simple vista.
  • Gráficamente es una delicia con entornos grandes y detallados.
  • Las animaciones y comportamientos gatunos tienen una enfermiza atención a cada gesto y movimiento.
  • Buena variedad de mecánicas: exploración, puzle, sigilo, acción…
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español
Duración: 7-10 horas
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