Análisis de El Señor de los Anillos Conquista

Análisis de El Señor de los Anillos Conquista
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El Señor de los Anillos afronta uno de los últimos géneros que le quedaban por abordar, y conforma un interesante multijugador al más puro estilo Battlefront. Electronic Arts y Pandemic unen esfuerzos una vez más y nos brindan un título con altibajos pero que hará las delicias de los fans de la saga.

Tras la solamente correcta última entrega de Mercenaries por parte de Pandemic –World in Flames que se llevó un 6,9 en 3DJuegos-, teníamos mucha curiosidad por ver qué podría hacer este estudio con una licencia de la talla de la de El Señor de los Anillos.

El resultado es superior en términos generales y de acabado al discreto World in Flames, pero resulta excesivamente irregular en su conjunto. Gráficamente se trata de un videojuego discretísimo, y en el apartado jugable –el más importante- acaba cayendo demasiado a menudo en el aporreo de botones histérico y sin sentido. Un juego de acción directo y sin remilgos en el que el espíritu del Hack and Slash se ve revestido por la indudable calidad como contexto que aporta la licencia que le da nombre.

Revisitando Lugares Comunes
Y aquí estamos, una vez más, dispuestos a salvar/condenar la Tierra Media por enésima vez. En esta ocasión con un cambio de prisma agradecido y recompensable, que aleja al nuevo videojuego de El Señor de los Anillos del tradicional corte estratégico o de acción y aventuras que hemos visto hasta la saciedad, para convertirlo en un Battlefront al uso. Viviremos en primera persona las masivas y gigantescas batallas que son santo y seña de la franquicia creada por John Ronald Reuel Tolkien hace ya más de cincuenta años.

Concretamente en este La Conquista la oferta jugable se divide en dos partes bien claras, por un lado la campaña individual, y por otro las modalidades competitivas de su multijugador. El modo historia será precisamente con el que empezaremos este análisis, y es que a pesar de la orientación eminentemente on-line del videojuego esta vertiente también ha recibido una gran atención por parte de Pandemic Studios.

Los escenarios del videojuego son muy variados, y nos transportarán a los lugares más emblemáticos de la trilogía cinematográfica.
Los escenarios del videojuego son muy variados, y nos transportarán a los lugares más emblemáticos de la trilogía cinematográfica.

El título ofrece dos campañas: la del Bien y la del Mal, y cada una de ellas consta de ocho niveles. La segunda, la más divertida, debe ser desbloqueada superando la primera, aunque las dos tienen unas bases y premisas muy similares, quedando reducidos los cambios principalmente al aspecto de los personajes y al argumento en general. La de Sauron, concretamente, nos lleva a un contexto muy diferente al de la obra literaria, en el que Frodo y su Comunidad del Anillo fracasan en su intento de destruir la preciada joya.

Toda la historia del modo individual se nos cuenta mediante cinemáticas que incluyen imágenes de las películas de Peter Jackson, lo que refuerza el aspecto más cinematográfico del videojuego. La campaña del Mal, sin embargo, adolece de cierta cohesión por esta decisión estética, puesto que su planteamiento queda cojo al presentar situaciones que no acaecían en los largometrajes y que por tanto no tienen representación cinematográfica.

Los niveles jugables a los que hilan estas cinemáticas están inmejorablemente elegidos sobre el papel, y nos trasladan a los mejores momentos de las películas, con presencia destacada de todas y cada una de las grandes batallas que pudimos ver en los cines. Así el videojuego tiene momentos que tenían mimbres para haber sido memorables como Isengard, Osgiliath o Minas Tirith. Por su parte los objetivos de las misiones no son demasiado variados pero si diferentes, y se van formulando según avanza la partida emplazándonos a ir de un punto a otro del campo de batalla.

Acabar con una de las grandes bestias que rondan el campo de batalla siempre es un reto interesante a nivel de espectacularidad. Lamentablemente todos ellos se solventan con QuickTime Events de lo más predecibles.
Acabar con una de las grandes bestias que rondan el campo de batalla siempre es un reto interesante a nivel de espectacularidad. Lamentablemente todos ellos se solventan con QuickTime Events de lo más predecibles.

Con estos mimbres tan poderosos y un planteamiento arriesgado e inteligente como el que se presenta, ¿qué es lo que ha fallado para que no encontremos un título de bandera? Básicamente los aspectos jugables, que si bien son correctos e incluso podrán resultar satisfactorios para muchos usuarios, son demasiado planos y repetitivos, diluyéndose la fascinante propuesta en un espectáculo de fuegos artificiales que puede resultar demasiado monocromático a medio plazo.

La Importancia del Combate
En el momento en que una compañía plantea un videojuego con una campaña individual y un multijugador centrados en las batallas masivas de corte eminentemente cuerpo a cuerpo, tiene que asegurarse de que el combate es satisfactorio, profundo y que ofrece suficientes alternativas como para no aburrir al usuario durante un largo período de tiempo. Sin embargo ese es precisamente el problema de Conquest, un título que dependía primordialmente de este aspecto para trascender y convertirse en una joya imprescindible, y no quedar en un juego interesante, lo que ha resultado finalmente.

Resulta difícil saber, sin embargo, si los problemas se deben a un deficiente planteamiento de las ideas, o a una mala ejecución; pero lo cierto es que cuesta dios y ayuda que los personajes reproduzcan los golpes, maniobras o conjuros que deseamos que efectúen. Llega un momento en que el usuario podrá acostumbrarse al ligero retardo que hay entre la transmisión de una orden y la ejecución de ella por parte del personaje en pantalla, sin embargo teniendo en cuenta que es un juego de acción la respuesta es fundamental, y el hecho de que sólo en ocasiones se produzcan estas interrupciones hacen del conjunto algo caótico.

No obstante quien disfrute del caos está de enhorabuena, pues en el título que nos ocupa lo hay a raudales. Las batallas a menudo acaban convirtiéndose en una mera carrera para ver quién asesta el golpe inicial a su enemigo, pues en La Conquista quien golpea primero lo hace dos veces. El juego prima de este modo el machaque de botones más descerebrado y frenético, en lugar de inclinarse por opciones que podían haber dotado al programa de una mayor variedad en este sentido.

El uso de las monturas y de las máquinas de guerra acabará siendo un elemento decisivo en la batalla.
El uso de las monturas y de las máquinas de guerra acabará siendo un elemento decisivo en la batalla.

Si que hay, en el ámbito de la diversidad, algunas alternativas entre las que optar. Por ejemplo contamos con cuatro clases de personaje: Guerrero, arquero, espía y mago, aunque todos ellos acaban estando cortados por el mismo patrón en términos de control y manejo. Por lo tanto las diferencias son las obvias y no pasan de ahí, así el mago está especializado en ataques a distancia con hechizos, el guerrero es brutal en el cuerpo a cuerpo, el arquero es vulnerable a distancias cortas pero letal en las largas y, por último, el espía está especializado en los rápidos zarpazos, gracias a una técnica que le permite pasar desapercibido en el campo de batalla hasta el momento en el que ataca.

El frenetismo y el desorden están fomentados todavía más por la presencia de una barra de energía especial que se recarga acabando con los enemigos. Lo que libera este pequeño interfaz es la posibilidad de realizar ataques especiales que la van consumiendo, aunque éstos se realizan de manera prácticamente idéntica a los normales con la sensación de tedio y monotonía que todo ello conlleva.

Todas estas dinámicas jugables son las mismas tanto en la campaña individual –que dispone de una modalidad cooperativa para dos jugadores- como en el modo multijugador, auténtico reclamo del videojuego. El Modo Historia no ha sido en absoluto desatendido, pero sería una pobre carta de presentación para un videojuego tan esperado como éste. Es en el multijugador donde Conquest depara sus mejores momentos, dejando, sólo en parte, de lado la torpe IA de las modalidades individuales.

La presencia en las partidas de algunos de los más icónicos personajes de las películas ayuda a darle al videojuego un tono mucho más épico y carismático.
La presencia en las partidas de algunos de los más icónicos personajes de las películas ayuda a darle al videojuego un tono mucho más épico y carismático.

Y decimos sólo en parte puesto que las batallas en el videojuego no son únicamente protagonizadas por los 16 jugadores humanos a los que da soporte el título, y es que el resto de soldados que vemos en pantalla los dirige la inteligencia artificial. Los rivales controlados por “la máquina” tienen auténtica fijación por los jugadores, y aunque otros soldados virtuales sean una amenaza mayor para ellos que nosotros siempre fijarán su blanco en nuestros personajes. Los aliados también hacen gala de abundantes comportamientos absurdos, y sus decisiones a la hora de escoger rutas u oponentes a los que enfrentarse siempre son discutibles.

Por otra parte, y ya con ánimo de rescatar lo positivo del multiplayer, hay que destacar la presencia de tres modos de juego. El clásico Deathmatch, el modo Conquista y el de Capturar el Anillo. El primero de ellos no merece mayor explicación y tiene dos vertientes, la de héroes y la de equipos. El de Captura del Anillo Único, por su parte, es una revisión de capturar la bandera en movimiento, mientras que Conquista es el que depara los mejores momentos del videojuego.

Aquí es donde se obtienen los mejores réditos de la cooperación con los compañeros de grupo, y donde mejor uso se le dan a las tácticas. En esta modalidad hay cuatro zonas de control en diferentes puntos del escenario, y cada equipo gana puntos exponencialmente en función del número de ellas que estén bajo su control. Se trata de la mejor alternativa que ofrece este lanzamiento de El Señor de los Anillos a todos los niveles, y es aquí donde verdaderamente las diferentes clases y estrategias toman el verdadero sentido.

Dentro del multijugador, en el momento en que alcancemos una cifra concreta de puntos el mejor usuario del bando tendrá la oportunidad de convertirse en un héroe con habilidades especiales.
Dentro del multijugador, en el momento en que alcancemos una cifra concreta de puntos el mejor usuario del bando tendrá la oportunidad de convertirse en un héroe con habilidades especiales.

En cuanto al funcionamiento de todo este apartado a nivel on-line no hemos experimentado ningún problema de lag ni en el cooperativo para dos jugadores –también disponible a pantalla dividida en una misma consola-, ni en las masivas batallas para hasta 16 usuarios. Un punto a favor de La Conquista.

Discutible Aspecto Visual
Que el videojuego que nos ocupa no es un dispendio visual es algo que, a estas alturas, no se le escapa a nadie. El conjunto resulta tan decepcionante que hay algunos elementos dignos de PlayStation 2 y la primera Xbox, y sólo el conjunto se redime por su condición de multijugador y del excelente resultado que se ha obtenido con estos sacrificios en su optimizado código de red.

Por si fuera poco se crea un desagradable desequilibrio entre escenarios y personajes, presentando los primeros un aspecto bastante bueno, y los segundos requiriendo urgentemente de un mayor trabajo de pulido a sus espaldas. Las texturas, en general, son francamente flojas en unos y otros elementos, y las animaciones de los soldados y bestias son muy pobres.

Los efectos a nivel visual son también anacrónicos, y algunos efectos como el fuego o el humo crean extrañas secuelas sobre los elementos a los que circundan. Podríamos llenar párrafos y párrafos sobre elementos visuales que nos han resultado decepcionantes, pero ciertamente sería un esfuerzo estéril. Baste decir que, sin ser merecedora de un suspenso, se trata de una faceta que no está a la altura de lo que se puede esperar de un título Next-Gen de estas pretensiones.

Gráficamente a La Conquista le ha faltado un plus muy serio para ser considerado un juego verdaderamente Next-Gen. Algunos detalles como los torpes sprites del enemigo en la lejanía son sonrojantes.
Gráficamente a La Conquista le ha faltado un plus muy serio para ser considerado un juego verdaderamente Next-Gen. Algunos detalles como los torpes sprites del enemigo en la lejanía son sonrojantes.

Después de relatar el decepcionante apartado gráfico y tecnológico, conviene deshacerse en elogios con la faceta sonora del título, un verdadero triunfo. La banda sonora de Howard Shore vuelve a demostrar una vez más su supremacía en términos épicos, beneficiándose el videojuego de haberla recogido punto por punto de las películas. Los efectos sonoros son también fantásticos, rayando en todo momento a un excelente nivel. El único elemento que desentona en el aspecto del audio en La Conquista es el del descompensado doblaje, algunas de las voces de los principales protagonistas llevan a cabo un trabajo extraordinario, mientras que otras de las que escucharemos en combate son muy mejorables.

Interesante

Sin sello

El Señor de los Anillos: La Conquista

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

El Señor de los Anillos: La Conquista es un videojuego demasiado irregular para recomendarlo sin hacer antes algunas matizaciones. Quien no guste del aporreo sistemático de botones no sacará demasiado partido de su propuesta jugable, aunque quien disfrute de las batallas masivas y del mundo de Tolkien encontrará aquí un entretenimiento directo y sin demasiadas complicaciones con una vida útil muy larga.

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