Piensa, medita muy bien tus movimientos y actúa. Un fantástico juego de puzles y plataformas basado en el manejo del tiempo que te sorprenderá de muchas formas distintas.
Qué gusto da encontrarse cada vez con más frecuencia con juegos que todavía cuentan con la capacidad de sorprendernos a muchos niveles. Las desventuras de P.B. Winterbottom para Xbox Live Arcade lo hace de una forma extraordinaria, empezando por el magnífico apartado gráfico que muestra, que emula las películas de cine mudo de las primeras décadas del siglo XX, pero especialmente en lo que respecta a su sistema de juego, que nos planteará una suerte de complicados desafíos que únicamente superaremos haciendo un uso intensivo de la razón y la inventiva para buscar soluciones.
Clones, el tiempo y un pastel
Siguiendo la estela de títulos como el sobresaliente Braid, en Las desventuras de P.B. Winterbottom nos encontraremos ante un juego de plataformas y puzles bidimensional en el que más que demostrar nuestra habilidad sorteando obstáculos y realizando saltos imposibles, deberemos razonar todos y cada uno de nuestros movimientos para superar cada nivel. Nuestro objetivo principal será el de recolectar todas las tartas que hay repartidas en cada escenario, y para ello nuestro protagonista contará con un poder de lo más especial: la capacidad de alterar el tiempo de diversas formas distintas.
Una de las primeras opciones que se nos presentarán será la de poder crear clones de nosotros mismos para que realicen determinadas acciones que nos facilitarán el acceso a las tartas más complicadas. Dependiendo del nivel en el que nos encontremos, el número de clones que podremos crear será distinto, siempre ajustado para que la resolución de los puzles sea lo más complicada posible. Y hay que destacar que las opciones son realmente altas: podemos usarlos a modo de plataformas desde las que impulsarnos para alcanzar zonas elevadas (ya sea dejándolos quietos o montándonos sobre ellos mientras éstos se mueven y saltan), usarlos para que activen determinados mecanismos que nos abrirán puertas y demás, golpearles con nuestro paraguas para que al salir disparados recojan en su vuelo de bajo coste tartas inalcanzables de otro modo, etc. En definitiva, los clones nos darán mucho juego, pero hay más.
Llegados al tercero de los cinco mundos disponibles, descubriremos que no podremos recoger nosotros mismos las tartas, sino que tendremos que usar nuestro ingenio para que sean los clones los que las recojan. Igualmente, habrá puzles en los que éstas deberán ser recogidas en un orden concreto, creando así desafíos realmente apasionantes, sobre todo porque cuando demos con la solución se nos quedará una cara de satisfacción impagable.
Y si todo esto nos parece poco, al avanzar un poco más, todas estas opciones citadas desaparecerán para presentarnos una mecánica de juego distinta en la que tendremos que crear clones mediante el sencillo sistema de grabado de acciones (nosotros pulsamos RT y realizamos la acción deseada para que luego la ejecute un clon), pero, y he aquí lo complicado, únicamente desde un punto concreto del escenario y con un número de intentos y tiempo muy limitado. Así, las cosas se complicarán de una forma considerable, llegando incluso a desesperarnos en más de una ocasión por plantear desafíos excesivamente retorcidos. Y todavía queda por llegar el mundo final, que no dudamos que os sorprenderá de una forma muy positiva.
Artísticamente muy inspirado
Jugablemente se le pueden poner muy pocas pegas a Las desventuras de P.B. Winterbottom, algo que ocurre exactamente igual en lo referente a su apartado técnico. Y es que bastan los primeros minutos de juego para darse cuenta del magnífico trabajo llevado a cabo por The Odd Gentlemen, que ha sabido emular al detalle el cine mudo de principios del siglo XX hasta tal punto que no sólo veremos la acción en blanco y negro, sino que también aparecerán en pantalla los típicos defectos de imagen de las bovinas de cine. Lo mismo ocurre con la presentación de cada escenario y el propio desarrollo de la trama, que se irá mostrando mediante imágenes estáticas entre nivel y nivel con una belleza digna de mención.
Este gran trabajo a nivel artístico y lo bien planteados que están la mayoría de puzles, convierten a este juego en una de las mejores propuestas disponibles en las plataformas de distribución digital del presente año, y una de esas maravillas que nadie debería dejar escapar. No es un juego perfecto porque, para empezar, el modo historia podemos completarlo en pocas horas, no estando precisamente ante un juego muy rejugable. Lo bueno es que al menos se han incluido diversos mundos extras con varios desafíos en los que se nos cronometrará y medirá el número de clones que usaremos para superarlos, siendo éste sin duda el apartado al que más horas podemos echarle por el mero hecho de intentar batir nuestros récords y el de otros usuarios.
Original, desafiante y con una personalidad que ya quisieran para sí muchas de las grandes producciones del mundo de los videojuegos. Sin duda estamos ante uno de esos juegos que llegan sin hacer mucho ruido pero luego son difíciles de olvidar. Es cierto que no es demasiado largo, tampoco muy rejugable, y algunos de sus puzles son excesivamente complicados, pero estos aspectos son minucias comparados con el placer que produce disfrutar de desventuras de P.B. Winterbottom.
