La Guerra de las Vajillas, Star Wars llevando al extremo su parodia en España. ¿Obra maestra o insulto al fan?

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En los años 80 en España no nos andábamos con chiquitas. Aprovechando el resquicio de la parodia, Dinamic distribuyó La Guerra de las Vajillas. Una aventura conversacional que parodiaba sin ningún tipo de miramiento Star Wars para diversión de unos y enfado de otros. Esta es la historia del videojuego.

Dinamic fue una empresa que desde sus comienzos en 1984, apostó por un género minoritario, las aventuras de texto o conversacionales, que hoy día son más conocidas como "Ficciones Interactivas". Yenght, Arquímedes XXI, Megacorp o Don Quijote fueron sólo algunos destellos de la producción de esta compañía, que cosecharon unas ventas muy apreciables para tratarse de programas de nicho. Tan bien le fue a Dinamic que se planteó la creación de un sello propio, AD (Aventuras Dinamic) con el que sacar este tipo de juegos. La Guerra de las Vajillas, en 1987, formó parte del conjunto de aventuras que arroparon el lanzamiento de AD, previamente a que se convirtiera en la empresa que comandó Andrés Samudio a partir del año siguiente.

El derecho de parodia es algo reconocido (y protegido) por la Ley de Propiedad Intelectual, mientras no transforme el material original en algo manifiestamente ofensivo que perjudique la imagen de lo parodiado. En el caso de la saga Star Wars, no podemos negar que ha sido uno de los materiales predilectos de los fans (e incluso de las productoras de cine, recordemos SpaceBalls) para generar productos humorísticos y alternativos en torno al universo de George Lucas. Rafael Hernández Stark fue el artífice de una parodia conversacional de la popular saga galáctica, que alcanzó una popularidad inesperada para Pablo Ruiz, director de Dinamic. "La Guerra de las Vajillas no nos cuadraba porque era humorística. Nunca habíamos trabajado con eso. Al final dijimos que sí, pero lo tratamos como un tema menor, y es fácil de ver porque la portada es de Machuca, que es un nivel distinto. Lo de hacer una Guerra de las Galaxias de humor me costó muchísimo, por enfrentarme a mi mito".

La Guerra de las Vajillas se lanzaría en 1988 para Amstrad CPC, Commodore 64 y el entonces omnipresente Spectrum. Tres plataformas en las que Dinamic se sentía tremendamente cómoda. Esta es la historia de un videojuego que llevó la parodia de una de las marcas más queridas de la historia del entretenimiento hasta su extremo.

Creando la base para las aventuras conversacionales

La Guerra de las Vajillas, Star Wars llevando al extremo su parodia en España. ¿Obra maestra o insulto al fan?

Rafael, como muchos estudiantes de los 80, quedó seducido por los arcades clásicos que rompieron moldes y comenzó a fraguar un amor particular por las aventuras, como nos confiesa él mismo. "De los primeros tiempos recuerdo Manic Miner, cuando por primera vez vimos un isométrico, cuando vimos una aventura, Yenght... La primera aventura con la que disfruté y me enganché fue El Hobbit, que tenía la dificultad del idioma. Los que lo habíamos leído lo hicimos en español y la traducción era difícil, por lo que tirábamos de diccionario. Sólo tecleabas dos, tres palabras, verbos, pero a veces era difícil saber ver lo que el programador había pensado que pusiéramos para seguir avanzando: recuerdo estancarme en la pantalla de la bodega para hacer salir todos esos hobbits en los barriles… El Hobbit para nosotros era el Santo Grial".

Su idea de una aventura estaba ya entonces inequívocamente ligada a lo visual, al cine. "Pienso que las aventuras conversacionales es un género que está muy próximo a lo que sería el desarrollo de una película. Cuando nos sentábamos a pensar cómo sería el futuro del videojuego, imaginábamos aventuras en las que eras el protagonista de una película que transcurría en el ordenador". No se equivocó mucho, desde luego. Sin embargo, pese a sus tentativas con el lenguaje ensamblador y con el Z80, pronto intuyó que aunque sobre el papel pudiera parecer sencillo, programar una aventura tenía mucha complicación. Al menos, si uno pretendía programarla desde cero.

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Rafael, como muchos estudiantes de los 80, quedó seducido por los arcades clásicos

Lo sensato era crear una herramienta primero, con la cual poder "componer" la estructura de la aventura. Sin embargo, lo que no sabía el joven programador es que aquella mágica utilidad ya existía. "Había noticias de que alguien había creado esta herramienta, el GAC y dijimos: para qué perder tiempo, la cogemos y hacemos la aventura. Pero la duda era que los primeros juegos con GAC tenían unos gráficos que no eran para estar contentos, y pensábamos que se podía hacer algo más. Y en ensamblador tenías potencia para ello. Pero la parte conversacional funcionaba bien con GAC porque me iba a permitir pasar rápidamente de prototipo a algo que pudiera funcionar. Y me daba miedo que otro amigo se metiera en lo mismo, porque llevaba mucho tiempo hablando de ello".

Antes de que le 'pisaran' sus proyectos, Rafael se puso a pensar inmediatamente cuál sería el material idóneo sobre el que trabajar, con la idea de generar algo comercial, que pudiera presentar a alguna compañía. Y La Guerra de las Galaxias era una idea muy tentadora. "Primero quise hacer algo con lo que estuviera satisfecho y con lo que mi círculo de amigos estuviera contento. Y a partir de ahí, por qué no. La juventud es osada…". Pero ese no era el problema principal: el asunto de los derechos podía resultar muy peliagudo si el proyecto se concretaba. "Ya en aquel momento sabíamos lo que suponía hacer un juego basado en una película que tuviera copyright. LucasFilm, desde que salió La Guerra de las Galaxias, fue tremendamente agresivo con cualquier comercio que sacara algo de merchandising que no estuviera con el sello de ellos. Esos primeros juguetes, fanzines, libros… Sabías que no podías enfrentarte con una compañía como esa. No se me ocurrió otra cosa que ir a la productora que hacía la película, y por supuesto ni me contestaron".

Pistoletazo de salida para La Guerra de las Vajillas

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El verano del 87 fue el momento en el que el proyecto comenzó oficialmente. Y si quedaba alguna duda de la naturaleza paródica de las ideas que rondaban por la cabeza de Rafael, sólo hay que leer el título original que imaginó para su aventura. "Era La Guarra de las Galaxias, que despertaba la imaginación de todo el mundo… Me puse con el guión, me gustó, me di cuenta de que iba a ser una trilogía. Lo acabé en Navidades y se lo dejé probar a una sola persona. Era un buen amigo compañero de carrera, del cual más me fiaba, un gran jugador de aventuras".

Los amigos jugaban entonces un importante papel, ya que no existía Internet, no existía forma de consultar la solución de las aventuras del momento, salvo pasado un cierto tiempo a través de revistas especializadas, fundamentalmente inglesas. En España apenas existía el apoyo de El Viejo Archivero, que no era otro que Andrés Samudio, con sus artículos semanales para MicroHobby, que a su vez se hacían eco del material inglés. Eran los compañeros de instituto de Rafael los que competían por ir resolviendo los acertijos día a día, y se daban pistas entre ellos. Dar con la solución de cualquier puzzle resultaba una enorme satisfacción. Ese ambiente fue el que llevó al programador a dejar que su amigo hiciese de improvisado tester.

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"Le gustó, me hizo algunos comentarios de cosas que no le gustaban, algunas de ellas las cambié, otras no, pero vi que en general le gustó y pensé que si le había gustado a una persona, le podría gustar a más gente". Así que Rafael decidió centrar sus objetivos en la compañía más popular del momento: Dinamic.

"Había jugado a Yenght, y me había maravillado. Quizá querrían sacar alguna aventura más, así que me puse en contacto con ellos. Estamos hablando de una época en la que contactar era más difícil: no había un Skype, no había una dirección de correo electrónico. Era un momento en el que no tenía dinero, coche, no podía desplazarme, tenía que pedir prestado dinero. Yo vivía en Alicante, bastante lejos de Madrid y del Edificio de la Torre de Madrid. Recuerdo haber llamado por teléfono y preguntar por Dinamic. Les dije que había hecho un juego y que lo quería enseñar. Se escuchó un silencio al otro lado de la línea…". La conversación fue bastante breve.

¿Pero qué tipo de juego es?
Una aventura conversacional
Uff, aventuras… Mira, llama en unos días.

Le dieron hora para hablar con ellos más adelante, y lo cierto es que la continuación de la conversación no fue mucho más alentadora.

¿Y sobre qué trata?
Es una parodia. Se llama La Guarra de las Galaxias.

La prueba de fuego con Dinamic

Oficinas de Dinamic en Torre de Madrid. Foto original: cpcrulez.fr
Oficinas de Dinamic en Torre de Madrid. Foto original: cpcrulez.fr

"Y ahí se acabó la llamada", recuerda Rafael riendo. "A la semana siguiente me llamaron, hablé con una persona que no recuerdo si era Víctor (hablé con él después) que me preguntó si lo había hecho con GAC. Pensé '¡Se lo saben!' y les expliqué que era sobre la película de Lucas. Me dijeron que ya, pero que eso no se podía hacer, y yo les dije que sí, porque era una parodia". Eso pareció suscitar la curiosidad de Dinamic porque Rafael quedó con ellos un viernes: compró un billete de tren y se plantó en Madrid (la segunda vez, porque la primera fue en una manifestación mientras era perseguido por los "grises"). Pasó vergüenza porque vio a la gente de Dinamic a otro nivel, y siendo consciente de que era un juego programado con una herramienta de terceros. "Vas con un vuelco en el corazón y queriendo contar muchas cosas, pensando cómo comunicar todo aquello, qué puntos quiero ver, y de pronto: ¡zas! Me encuentro de frente con los hermanos Ruiz".

"Pusieron la cinta de cassette, la pantalla de carga y acabaron tres o cuatro personas delante del ordenador mirando qué era eso que Rafael había llevado. "Fui avanzando un poquito, uno de los grafistas dijo 'Eh, ¿no decíais que con el GAC no se podían hacer buenos gráficos?', lo cual me dio confianza".

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Acabaron jugándolo por su cuenta para probarlo, riendo con los nombres y entrando en el humor absurdo que propuso el autor. Fue la confirmación: la mezcla de aventura y parodia humorística funcionaba. En su primera versión, el juego ya tenía casi todos los elementos de la versión final, y no es que el argumento en sí variara mucho respecto a su modelo, ya que seguía más o menos los mismos pasos que el Episodio IV: Una Nueva Esperanza. Desde localizar a nuestro mentor, conseguir la Cachiporra Láser, y emprender un viaje a La Estrella Pringosa en el Halcón Millonario para rescatar a la Princesa Paca Holgazana (no sin antes visitar un MacDonalds para degustar unas hamburguesas), hasta enfrentarnos con el mismísimo Darth Water. A golpes de Cachiporra, naturalmente.

Era muy complicado colar algo como La Guarra de las Galaxias

Tras las consabidas risas con el desarrollo del juego (nada como el humor para captar la atención), acabaron la visita entrando en la parte más técnica: cómo se había hecho el juego, tamaño de algunos gráficos, pedir que se les dibujara el mapa de navegación, el tipo de nombres utilizado, lista de verbos,... Dinamic se tomó un tiempo para meditarlo pero hicieron la observación de las pocas ventas que el género estaba dando en España para resultar rentable, además de aludir a la necesidad de adaptarlas a diferentes ordenadores. Las aventuras vendían sólo una fracción de cualquier arcade, aunque a cambio resultaban más fáciles de producir y contaban con una base de usuarios muy fiel y agradecida. Además, Dinamic era realmente la única que apostaba por el género en España, y alimentaban aquel nicho de forma inteligente. "Lo primero —recuerda Rafael—, expusieron condiciones de royalties: por crear el juego, tanto, y por los gráficos, tanto. Cuando me dijeron el porcentaje, pensé que estaba muy bien. Había leído lo que pagaban en Inglaterra en ese momento y Dinamic pagaba muy bien, y tenían fama de ser honrados".

"La segunda condición eran los cambios, incluido el título: era muy complicado colar algo como La Guarra de las Galaxias. Intentamos buscar algún paralelismo, algo parecido. Me dijeron que uno de sus artistas iba a hacer la imagen de la carátula, uno de los grafistas haría la pantalla de carga, y quedaron en proponer alguna cosa".

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De Dinamic surgió la idea: el lado limpio, el lado sucio de la Fuerza… Pensaron en el anuncio de Manuel Luque, director general de Camp, tremendamente popular en televisión en aquellos momentos. «A Machuca se le ocurrió parodiar al señor Luque, pero entonces en vez de la Guarra de las Galaxias se quedó como La Guerra de las Vajillas. Cuadraba con el resto pero había que cambiar varios nombres de la aventura. No se inmiscuyeron en nada, sólo observaciones sobre gráficos que no estaban a la altura del resto. Pasé una nueva versión y entonces ya se incorporó la nueva pantalla in-house de carga".

Pero para cubrir costes la compañía necesitaba la versión de Amstrad y Commodore. Rafael no tenía ni siquiera los ordenadores. A la semana siguiente le enviaron por mensajero las computadoras a casa, ante el asombro de sus padres, con las versiones del GAC para ambas plataformas. Y por supuesto, con muy poco plazo para hacerlas, con exámenes encima de la mesa, y para ordenadores que desconocía totalmente. Sólo contaba con una guía de la propia compañía, que le anticipaba los puntos más conflictivos que iba a encontrarse a la hora de hacer las conversiones. Uno de ellos era naturalmente los gráficos, que tuvieron que rehacerse para cada plataforma. Un trabajo que el programador no duda en calificar como "muy estresante".

La delicada tarea de parodiar Star Wars

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"No se cambiaron demasiadas cosas, ya de por sí escabrosas. Todos éramos conscientes que había que alejarse de la película, pero tenía que quedar claro que era una historia de la Guerra de las Galaxias. Fueron tremendamente escrupulosos en Dinamic para que no hubiera ningún problema, lo revisó un abogado para que no nos pusieran una denuncia. Los nombres eran básicos: si los dices rápido se parecen a la pronunciación inglesa, y había que hacerlos graciosos en español". Por supuesto alguna descoordinación hubo debido a los continuos cambios y las prisas.

Aunque la idea para el planeta Tatooine era rebautizarlo como Tutuflex, en el juego se les escapó el nombre inicial, que era Tampoine. Otros nombres mantenían esa relación con el original pero diferenciándose con un toque de humor. El Emperador Karapalo, Paca Holgazana, la Estrella Pringosa, el Tío Oguen, Manuel Luque Skywalker, Obi Juan Quenove, Darth Water, el lema Que la Fuerza de Johnson te acompañe, la Cachiporra Luz, un particular Meódromo en el que acontece una escena escatológica… Pero no sólo en los derechos estaba el reto, sino en divertir sin dar la sensación de que te reías de la saga galáctica. Era una preocupación de Rafael que los fans de Star Wars pudiesen tomarse a mal la parodia, al menos los más acérrimos. "Hay gente a la que no le gustó que se hiciera humor con La Guerra de Las Galaxias", me reconoce serio. Hoy en día se les conoce con el nombre de 'ofendiditos'. En los 80, oh revelación, ya existían.

Los personajes de Dinamic dibujados por Machuca. Imagen original: videojuegosretro-upm.blogspot.com
Los personajes de Dinamic dibujados por Machuca. Imagen original: videojuegosretro-upm.blogspot.com

Y sin embargo, las ventas superaron lo previsto. "El primer sorprendido por las ventas fui yo. Aún no sé por qué la sacaron, si yo no era nadie (...). Cuando salieron las primeras reviews, no me las creía. Aún conservo cartas de los lectores, algunas de ellas con críticas. Había un poco de todo. Pero Dinamic se volcó con la publicidad, las críticas fueron muy buenas".

La campaña de Dinamic fue muy llamativa, por mucho que Pablo Ruiz lo identifique como un juego menor

La campaña de Dinamic fue muy llamativa, por mucho que Pablo Ruiz lo identifique como un juego menor. Machuca dibujó una página en blanco y negro absolutamente delirante, aparecida en las revistas del momento, con un estilo humorístico fabuloso, plagado de 'naves-vajilla' compuestas de platos, tenedores, y profusión de pequeños chistes por todas partes. Rafael vio cumplido su sueño de sacar un juego con Dinamic, una empresa de referencia para los jóvenes aficionados de la época. Y no sólo eso: pudo abrir por sí mismo su primera cuenta corriente para ingresar los generosos cheques que empezaron a llegar de Dinamic, que sumaron sobre un millón de pesetas de la época.

"Quería seguir con otra película, En Busca del Arpa Perdida. Seguí trabajando con ese, pero el tiempo va pasando y ahí se produjo un hecho nuevo: Aventuras AD". Efectivamente, AD se constituía en Valencia como empresa, con su propia política de funcionamiento, desarrollos y lanzamientos, y participada en un porcentaje por la propia Dinamic. El GAC ya había quedado anticuado al lado de productos como PAWS, una herramienta más sofisticada, sobre la que se construyó un parser propio para AD, el DAAD.

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"Hubo un momento en que desde Dinamic me contaron la situación: querían liberar de sus oficinas de Madrid el trabajo de producción de aventuras. Me invitaron a contactar con AD porque ellos ya no iban a llevar todo aquello". Sin embargo, los contactos no llegaron a ningún punto provechoso para el joven programador. "La impresión que tuve yo es que en AD no estaban por aquella línea de humor, estaban montando su propio negocio… No vi mucho feeling. En el 171 de MicroHobby Andrés Samudio dijo que estaban trabajando en la segunda parte de La Guerra de las Vajillas llamada El Arpa Perdida. ¡Que no, que no era la segunda parte! Me dio la impresión de que no habían ni entendido lo que quería hacer. Lo cierto es que ellos estaban con otro tipo de cosas, con la Aventura Original, con la que sería la trilogía de Chichen Itzá, y además era lógico: estaban montando su propia empresa, invirtiendo dinero, y querían dar prioridad a sus propias ideas, sus propios proyectos, y no a un pringaíllo que les habían colado los de Dinamic".

No hubo más llamadas, el tema fue muriendo y ahí se quedó. Aunque el autor contactó de nuevo con Dinamic, ellos ya no querían hacer nada relacionado con el género y le remitían de nuevo a AD. Rafael se centró finalmente en sacar adelante su carrera abandonando la producción de videojuegos. Por el camino, nos dejó una diversión estupenda, recordada con enorme cariño por los aficionados. Merece darle una oportunidad al rescate de Paca Holgazana y reírnos con la poca habilidad de Obi Juan Quenove con la Cachiporra Láser. Aunque si la aventura no te gusta, recuerda lo que decía Manuel Luque Skywalker: "busque, compare, y si encuentra algo mejor, ¡cómprelo!".

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