Quería escribir sobre Predator: Prey pero me he dado cuenta que lo que quiero de verdad es un nuevo Turok

Quería escribir sobre Predator: Prey pero me he dado cuenta que lo que quiero de verdad es un nuevo Turok
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Yo quería escribir sobre la saga cinematográfica Predator y de lo dolorosas que han sido casi todas sus interacciones con la industria del videojuego. En el proceso me he tropezado con un invitado inesperado y me he visto rodeado de dinosaurios.

Vaya por delante que este texto hay que leerlo con la banda sonora de Alan Silvestri para la peli de 1987 sonando de fondo. Al menos, mentalmente. Así es como he escrito este artículo porque es así como quiero recordar esta serie de películas, como las dos primeras cintas de mi querido John McTiernan y Stephen Hopkins: "ochenteramente macarriles". No diré que todo lo que ha venido después para la serie Predator ha sido horrible HORRIBLE, así con mayúsculas. Pero ni de lejos me ha gustado tanto como las propuestas originales. El caso es que con la llegada de Predator: La presa a Disney+ el 5 de agosto me apetecía escribir sobre cómo se ha relacionado la licencia con los videojuegos.

Y ahí, de nuevo, no todo es malo. Pero creo que el juego relacionado con la franquicia que recuerdo con más cariño fue el Aliens VS. Predator de las máquinas arcade (1994). Reconozco que el Aliens VS. Predator 2 de Monolith Productions (2001) me daba bastante angustia. A pesar de ello me parece que a Predator, así a secas, sin acompañantes, le falta todavía "el gran juego", algo que comparte con muchas licencias cinematográficas de la época, como RoboCop. Espero equivocarme, pero sospecho que RoboCop: Rogue City va a dejar bastante que desear a los fans. Originalmente este texto iba de eso, de la ausencia de un gran videojuego para Predator, pero luego caí en que esta nueva película comparte algunos interesantes elementos con otra saga de juegos injustamente olvidada por la industria, no tanto por los jugadores. Hablo de Turok, que ha disfrutado de 6 videojuegos, algunos de ellos olvidables, alguno simplemente imprescindible.

La licencia Turok tiene su origen en una serie de cómics que a lo largo de los años ha ido saltando de editorial en editorial con bastante mala suerte. Como en los juegos, y resumiendo mucho, un valiente nativo norteamericano se enfrentaba a manadas de peligrosos dinosaurios en mil aventuras. Estoy convencido de que durante la "tormenta de ideas" en Guerrilla que sirvió de detonante para Horizon Zero Dawn, esta franquicia se asomó al subconsciente de más de un desarrollador. A mí me ha pasado mientras escribía sobre Predator: La presa, y el caso es que comprendo que tras el moderado éxito del juego de 2008 de Propaganda Games, y el éxito que Guerrilla está cosechando con la serie Horizon, Turok haya quedado en barbecho a la espera de tiempos mejores.

Pero si pienso que esta última aventura fue en su momento uno de los mejores exponentes de las posibilidades de Unreal Engine 3, y que hay toda una generación de jugadores que recuerda con un cariño tremendo los primeros títulos de Nintendo 64, nace en mí la esperanza de que alguna desarrolladora se acuerde de este intrépido guerrero de la tribu de los Mandan (que no "Mando", que esa es otra licencia). Imaginad conmigo un título desarrollado con un motor gráfico de nueva generación, acción en primera persona en la que el jugador recorre densas selvas lluviosas convertido en presa de bandadas de velocirraptores. Ah… Esperad… ¡Si ese juego existe! Se llama The Lost Wild y la buena gente de Annapurna Interactive lo ha anunciado para PC recientemente. Lo malo es que habrá que esperar hasta 2024 para disfrutarlo. Y claro, no es Turok.

Turok ha disfrutado de 6 videojuegos, algunos de ellos olvidables, alguno simplemente imprescindible

El caso es que Turok: Dinosaur Hunter, y algunas de sus secuelas, supieron encontrar su público en un momento en el que los FPS se empezaban a dibujar como uno de los géneros más rentables gracias a enfoques bélicos más tradicionales, o propuestas de ciencia-ficción y space opera más convencionales. Habría que estudiar con más detalle qué hacía especial a Turok, y tal vez se trate de algo que merezca un artículo dedicado a ello en el futuro. Pero para mí Turok era especial por su propuesta de base, un fetiche cultural vinculado a los dinosaurios que arrastro desde la infancia, y que como a muchos aficionados de mi generación el estreno en 1993 de Parque Jurásico solo logró avivar. Mi compañero Alberto Pastor, por ejemplo, recuerda en especial el loco arsenal a disposición del jugador. Lo que es indiscutible es que Iguana Entertainment y Acclaim hicieron varias cosas bien a la hora de plantear este proyecto. Por un lado, tuvieron buen ojo para la licencia, por el otro, lograron un videojuego muy sólido que todavía se celebra como unos de los títulos imprescindibles del catálogo de Nintendo 64. Como fuera, lograron ofrecer algo atractivo y distinto para cada jugador, algo tremendamente difícil en el mundo de los videojuegos.

Me resulta curioso cómo he saltado de una cosa a otra, pero entre todos estos títulos, juegos, cómics y películas, existe un elemento en común. No tiene que ver con cifras de ventas o recaudaciones, ni con tener a un nativo nortemaricano como protagonista (que ahí podemos citar también por ejemplo el Assassin's Creed 3). Se trata de esa idea del depredador convertido en presa, del cazador cazado, una dualidad que se desarrolla en paralelo a la vanidad evolutiva del ser humano y que ha servido como tema para incontables narraciones desde que al primer homínido se le ocurrió contar anécdotas de caza entre sus congéneres. Y ahora para videojuegos, claro.

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