¿Eres fan del terror? Song of Horror es una alternativa estupenda. Echamos un vistazo a los dos primeros episodios de este juego de terror y te contamos nuestras impresiones con un juego que tiene mucho del aroma clásico que queríamos encontrar.
Los chicos de Protocol Games no temen las etiquetas, y demuestran en cada momento de Song of Horror lo mucho que les han influenciado el terror clásico. Tanto en la literatura, como en el cine como, por supuesto, en los videojuegos. Desvelar algunas de esas cosas sería incurrir en innecesarios spoilers de algunos de los mejores momentos de los dos capítulos que por ahora hay disponibles, de modo que nos limitaremos a dejar constancia de ello.
Lo que sí te puedo decir es que desde el día 31 de octubre están disponibles esos dos primeros episodios de Song of Horror, y podemos comenzar a hacernos una idea de lo que ofrecerá el grueso de cinco capítulos del que se compone la experiencia completa. Una que concluirá en marzo de 2020 con El Horror y la Canción, la última porción del título de terror, pero que ya nos va dejando algunas nociones importantes de lo que nos vamos a encontrar en su historia. Van cambiando los escenarios y algunos conceptos jugables básicos, pero el título es de ideas fijas. Una buena mezcla de rompecabezas, exploración y algunos momentos angustiosamente terroríficos que están ahí para recordarnos que esto no es un paseo sencillo. Hemos venido aquí a pasar un mal rato y eso es precisamente lo que estas dos primeras tomas de contacto con el título son sobradamente capaces de conseguir.
No he encontrado cosas demasiado originales en el videojuego, pero eso no es óbice para disfrutar de una experiencia que no por clásica deja de ser muy, muy interesante y con una penalización por muerte que cada día echo más en falta en los juegos modernos.
Song of Horror, siguiendo la estela de los clásicos
Lo que está claro es que obras como el primer Resident Evil o el no menos imprescindible Alone in the Dark original han dejado su impronta en este videojuego. Con cosas tan obvias como la perspectiva, por supuesto, pero también con algunas más sutiles como determinados puzles que recuerdan a tal o cual cosa de, por ejemplo, el clásico de Infogrames o incluso algunos de sus protagonistas, que parecen sentidos homenajes a Edward Carnby y Emily Hartwood, los héroes de aquel. El videojuego, además, no tiene problema en no ocultar ni un ápice sus influencias. Los niveles de dificultad, por ejemplo, responden al nombre de los escritores M.R. James, Edgard Allan Poe y HP Lovecraft; y todo destila ese tufillo a videojuego de terror clásico, y hay alguna criatura que recuerda a alguna película de terror reciente (preservaremos la sorpresa). Hay mucha referencia, y parte del encanto del juego es descubrirlas todas.
Eso supone que se adoptan también algunas convenciones del género, como los controles tipo tanque. Esto significa que nuestro movimiento se hace en función de hacia dónde esté mirando el personaje y eso, teniendo en cuenta que tenemos ante nosotros una campaña de cámaras fijas y continuos cambios de perspectiva, puede provocar alguna incomodidad al principio. Nada que no pueda solucionar el acostumbrarse a través del paso de los minutos.
La estructura de Song of Horror es clara. El prólogo lo llevamos a cabo con un personaje a modo básicamente de tutorial, uno que sirve como aprendizaje imprescindible debido a que en el videojuego los errores se pagan. Siguiendo el ejemplo de cada vez más títulos que no muestran una pantalla de fin de juego aunque muramos, su historia siempre avanza. De modo que en los apenas cinco o diez minutos que pasamos con Daniel Noyer al comienzo de la historia, más nos vale aprender sus dinámicas. La cosa, eso sí, es sencilla en su arranque.
La sensación de presión es formidable
Superado ese prólogo tenemos que decidir qué personaje queremos ser entre los cuatro disponibles. Todas las historias se hilan porque cada uno de ellos pertenece a unas circunstancias diferentes, aunque podemos escogerlos en el orden que deseemos. Eso sí, si uno de ellos muere agotaremos su cartucho, y la historia continuará pero sin él. Sophie van Denend, Alexander Laskin, Etienne Bertrand y Alina Ramos son los cuatro protagonistas que podemos escoger una vez superado el inicio, y que luego contarán con algunos refuerzos. Cada uno no tiene algo que pudiéramos definir tanto como fortalezas y debilidades bien diferenciadas, pero sí que hacen gala de algunas características que hace que sean relativamente diferentes entre sí como, por ejemplo, los métodos de iluminación que emplean o valores diferentes de velocidad, sigilo, fuerza o serenidad. Es algo así como tener cuatro vidas para poder completar la historia, pero cada una de ellas está ubicada en unas circunstancias distintas y con algunos accesorios diferentes algo que, junto a la IA aleatoria, hace que las partidas no se parezcan demasiado entre sí.
No quiero entrar en demasía en concretar de qué va lo relacionado con La Presencia, que acaba siendo uno de los elementos fundamentales del juego para aterrorizarnos, pero sí te puedo contar que está relacionado con lo paranormal y que tiene una inteligencia artificial muy interesante. La cosa es que tras algunos incidentes programados con antelación, posteriormente esta inteligencia artificial se va moviendo por la casa con cierta independencia en una experiencia que recuerda de alguna manera a Alien Isolation, aunque más limitada en fondo y en forma. Lo que sí logran ambos videojuegos es que no podamos bajar la guardia ni un momento.
Si en el título de Creative Assembly teníamos un montón de herramientas que, además, homenajeaban la estética ochentera de la película, en esta ocasión nuestros instrumentos son algo más rudimentarios. Hablamos, por ejemplo, de escuchar a través de las puertas para tratar de percibir si lo que nos amenaza está al otro lado, o usar algunas nociones de sigilo bastante básicas pero que me parece que funcionan. Al final la tensión de saber que cada muerte importa y que lo que nos acecha puede estar esperándonos en cualquier lado tiene tremenda importancia, y provoca que estemos en un perpetuo estado de suspense que le sienta muy bien a la aventura.
Es cierto que en estas impresiones veo algunos aspectos mejorables. El control, ya dejando de lado el hecho del tipo tanque que hemos avanzado antes, podría ser algo más fino, y hay alguna vez que he sentido que el juego no es todo lo justo que debería al castigarme por cosas que no siempre son mi culpa. Sin embargo, toda esa sensación de presión es formidable, y el misterio por conocer qué es lo que rodea a la Mansión Husher es un buen acicate para seguir avanzando en sus dos primeros episodios.