Hace unos días probamos varias facciones de Total War Saga: Thrones of Britannia. El nuevo Total War de Creative Assembly suma todo lo aprendido hasta la fecha, incluyendo su desvío hacia la fantasía, y busca encandilar a novatos y enamorar a los veteranos. No podríamos haber imaginado una mejor forma de probar lo próximo de Creative Assembly que en un castillo en pleno condado de Essex justo la mañana siguiente de una fuerte nevada. Poneos una rebequita, que refresca.
Llegan nuevos aires para una de las franquicias de estrategia en tiempo real más respetadas y aclamadas del panorama actual. La saga Total War lleva más de diez años visitando campos de batalla históricos: el Japón feudal, la Edad Media, Roma, las guerras napoleónicas y los periodos de las grandes migraciones con Attila; pero también ha visitado ya en dos ocasiones otros terrenos más fantásticos con sus dos magníficas entregas basadas en el universo de Warhammer. Ahora toca volver a transitar los senderos de la historia con Total War Saga: Thrones of Britannia.
Total War Saga: Thrones of Britannia transcurre en Gran Bretaña en el siglo I d.C., en uno de los periodos más míticos de la historia de las islas británicas, a las puertas de la consolidación del reino de Inglaterra.
Por un lado, el rey Alfredo el Grande de Wessex ha logrado detener el avance de los invasores vikingos, quienes permanecen al este de las islas. Por otro, tenemos Irlanda, Gales, Escocia y demás reinos ingleses, que ahora no son más que una amalgama de feudos que anhelan la independencia, pero también necesitan mutua protección de los invasores normandos. En el juego están a nuestra disposición diez facciones con las que podemos cambiar el curso de la historia: entre anglosajones, clanes gaélicos, tribus galesas o asentamientos vikingos.
Galeses, gaélicos, vikingos… y más
Durante el evento tuvimos la oportunidad de jugar con tres facciones. Se pensó así para que pudiéramos ver tres grados de dificultad y tres puntos de guardado distintos con los que pudiéramos echar un vistazo a la experiencia como si de tres cortes trasversales se tratara. El primero era el reino de Gwined, una facción galesa que goza de un punto de partida muy bien ubicado, una bonificación a los seguidores del general, tiene misiones de ocupación especiales para aliarse con otras facciones galesas, y por último cuenta con lanceros y arqueros excepcionales, y buenos jabalineros. Esta fue la facción en la que nos centramos para nuestra prueba, porque tres horas no representan más que un pestañeo en un Total War.
En cuanto a las otras dos facciones, teníamos a la segunda, el reino de Circenn, una facción gaélica sin una ventaja geográfica especial que cuenta con la Piedra del Destino, una reliquia legendaria que, según se decía, otorgaba una fuerza divina a su gente. Esta partida presentaba una dificultad media por tener una la situación diplomática más complicada, pero por otra parte con los Circenn tenemos inmunidad a la nieve gracias a sus construcciones soterradas. En lo militar contamos con un ejército redondo con lanceros decentes y unidades de ballesteros en exclusiva.
La tercera, los Northymbre, es una facción de vikingos, y como tal es la que más dificultades presentaba a la hora de jugar. Para empezar, es un bando que parte con desventaja geográfica y cuya integridad peligra constantemente por las deslealtades de sus personajes clave. Como peculiaridad, su rama de misiones, el Legado de Ragnar, consiste en una serie de incursiones contra Wessex, Mercia y las facciones inglesas más débiles. Para compensar sus desventajas, contamos con un 10% de bonificación a las cargas en batalla, así como con ejércitos compuestos por fuertes hacheros, berserkers y buenos lanceros.
Por si hay alguna persona despistada en la sala, hagamos un inciso para mencionar que el trasiego interactivo —como en cualquier Total War— consiste en gestionar nuestro feudo construyendo edificaciones para obtener recursos, mejorar a las unidades, etc., desplazando a nuestras tropas por el mapa, investigando tecnologías y todo ello tratando de respetar la diplomacia con el resto de facciones que nos rodean. Lo interesante de Total War Saga: Thrones of Britannia es su acercamiento a los novatos a través de la campaña o, como nos dijo el propio Jack Lusted, director del juego, a través de las pequeñas historias que vamos creando nosotros mismos con cada cabecilla. Aparte, la interfaz de usuario se ha simplificado mucho desde los tiempos de Total War: Attila y se ha ajustado para ser menos invasiva, permitiéndonos descartar notificaciones y solo lanzar menús para investigar cuando nosotros queremos.
Es un lanzamiento construido con muchas capas de profundidad, y podemos quedarnos en la que queramos sin miedo a perdernos nada. Es verdad que cuanto más buscamos, más nos da el juego, pero los creadores entienden que la información no debe oponerse a la interacción, sino facilitarla. Como en todo Total War, hay una importante fase de adaptación, pero es más asequible que nunca. Durante las propias batallas, también entra en juego nuestro sentido común, que se acompasa perfectamente con la gestión táctica de cada encuentro hasta donde queramos.
Aquí entra en juego también la estrategia previa teniendo en cuenta las peculiaridades de cada facción. Esta vez formamos a nuestros ejércitos sin acudir a edificios militares; con tal de tener recursos para pagar y alimentar a esos soldados, todo está en orden. Con el tiempo, esa reserva de soldados se regenera, pero hay que tener en cuenta que las unidades comienzan con solo un 25% de su fuerza total. De esta forma, se genera un seguimiento más pormenorizado de cada unidad y nos obliga organizar nuestras formaciones en el campo de batalla para "adiestrar" a esos muchachos confusos en el arte del combate.
Es un lanzamiento construido con muchas capas de profundidad
En el otro lado del espectro tenemos a las unidades de élite y los cabecillas. Estos líderes y generales pueden adquirir habilidades que les conviertan en unidades poderosas. En ocasiones nos vemos encaprichándonos de un personaje en especial, aprendiéndonos su nombre, queriendo lo mejor para él, casándolo con una princesa en particular y, potencialmente, convirtiéndolo en el rey unificador de Inglaterra. Bueno, quizá nos hemos venido arriba imaginando situaciones, pero en realidad no nos inventamos nada que no pueda ofrecer Total War Saga: Thrones of Britannia. El hecho de que la escala temporal sea más pequeña que en Attila (pasan décadas, no siglos) permite que podamos seguirles la pista a nuestras figuras más importantes de esta forma.
Pero llegados a un punto no podemos conformarnos con solo un cabecilla. Por un lado tenemos que respetar los dilemas que aparecen para cada facción; situaciones que dependen de la cultura de cada pueblo y que definen en sus objetivos. Por el otro, es indispensable consolidar nuestro árbol genealógico, mantener vivas las lealtades otorgando competencias a según qué aliado, realizar casamientos estratégicos, asignar gobernadores de confianza a las provincias de nuestro reino o, cómo no, manipular a otros reyes de la tierra. También hay que tener muy presente los intereses de la plebe. Mucho conflicto es malo, ¡pero poco también! A esta balanza hay que añadir la economía y el orden público, pero todavía quedan detalles que mencionar.
Thrones of Britannia no se conforma con otorgarnos la victoria. Según nuestro estilo de juego podremos obtener victorias diferentes. La hegemonía militar puede ser una forma clásica de llegar al final de la partida, pero también podemos llegar a ella completando eventos narrativos de nuestra facción, obteniendo suficiente fama, o combinando cualquiera de estas condiciones anteriores. Nuestra victoria puede llegar a suponer un hito histórico como la unificación de las islas, pero para ello es necesario poner en práctica un gobierno coherente y consciente de todos los elementos del juego.
Total War Saga: Thrones of Britannia promete ser un nuevo escalón para la saga bélica
No querríamos terminar estas impresiones de Total War Saga: Thrones of Britannia sin mencionar su apartado visual. En lo que respecta al trabajo en tres dimensiones, la saga sigue puliéndose y consolidando su capacidad de mostrarnos cientos de tropas en pantalla durante las batallas y escenarios dinámicos adaptables a golpe de clic para comodidad del jugador. Pero lo más interesante de este es el estilo gráfico de su arte, que se inspira directamente en las decoraciones de los manuscritos de esa época. Entre eso y el marco narrativo, entran ganas de jugarlo a la luz de una vela, pizcando una hogaza de pan y bebiendo dulcísimo hidromiel de un cáliz de madera.
A pesar de tratarse de un título independiente, Total War Saga: Thrones of Britannia promete ser un nuevo escalón para la saga bélica. No solo explora un nuevo territorio y un nuevo periodo histórico, sino que además pone en práctica todo lo aprendido hasta la fecha y, por supuesto, tiene en cuenta las críticas y solicitudes de una comunidad formada por fans que, en palabras de Lusted, podrían definirse como "apasionados". A Total War Saga: Thrones of Britannia se estrena el 19 de abril, lo veremos llegar a nuestros PC. Venga, ¡animaos a contarnos qué esperáis de él!