Diablo III no podía faltar a la cita con la feria alemana. Gamescom recibe la última beta del exigente Action RPG de Blizzard para que todo el mundo sea consciente del pulido, de la tradición y de la eterna jugabilidad que arrastra un título preparado para hacernos luchar una vez más en nuestros PC.
Era uno de los videojuegos más esperados de la Gamescom, y nosotros estábamos ahí, nada más abrir la feria, para probar la última versión de Diablo III. Y la verdad es que la cola que tuvimos que guardar bien mereció la pena, porque la obra de Blizzard hace honor al casi enfermizo ensimismamiento por lograr que hasta el último detalle esté controlado.
La demostración jugable comenzaba con una austera pantalla con cuatro clases a elegir: witchdoctor, barbarian, wizard y monk. Por supuesto, también se podía escoger sexo, modificándose de manera significativa tanto el atuendo como el físico de los personajes dependiendo de la decisión adoptada.
Y la nuestra fue convertirnos en un hombre bárbaro al que manejamos durante los primeros 30 minutos de la campaña individual. Allí, arrojados a Sundered Pass, un paisaje desértico poblado por extraordinarias criaturas, fue donde nos dimos cuenta de la grandeza visual de esta entrega, con efectos de partículas que simulaban sutiles golpes de arena y un tema musical muy apropiado -de estilo oriental- para acompañar a nuestros contundentes golpes.
Barbarie rolera
Ya es por todos conocido que el videojuego se controla casi totalmente con el ratón, quedando dedicados algunos botones del teclado para desencadenar habilidades. Avanzamos haciendo clics, y aturdimos a los enemigos tanto pulsando el botón izquierdo (golpe simple), como el derecho, que en este caso permitía un ataque capaz de alcanzar a varios enemigos al mismo tiempo.
Y esto es muy importante en Diablo III, ya que los combates son masivos. No serán pocas las ocasiones en que nos veamos rodeados de esqueletos, víboras o chamanes, así que se hace necesario emplear todo tipo de recursos, incluidas las habilidades, entre las cuales destacamos la de "battle cry" (permite incrementar la armadura temporalmente) y la de "ground stomp" (aturdimiento de enemigos), las cuales nos fueron de gran ayuda durante la demo.
Una demo donde nuestro objetivo principal era llegar a la ciudad de Alcarnus, a fin de investigar los extraños sucesos que han acaecido. Un camino repleto de "quests", mazmorras, pero también de "checkpoints" que nos ayuden a recobrar una partida por morimos antes de tiempo.
Experiencia, mazmorras y masacres
Diablo III promete ofrecer una dificultad exigente a pesar de que, incluso, la vida sea autorrecuperable. Por ello, es de vital importancia subir de nivel (existe una barra en el inferior de la pantalla para indicarnos cómo vamos), recoger los objetos que vayan dejando nuestras víctimas o saquear cuerpos para ponernos hasta las botas.
Además, las mazmorras, en nuestro caso visitamos "The Lost Ruins", sirven tanto para obtener una sensación de juego más siniestra como puntos de experiencia que nos ayuden, por otra parte, a especializarnos. En el caso del personaje que seleccionamos, el bárbaro, teníamos un árbol de habilidades con tres especialidades: berserker, juggernaut y battlemaster, aunque las "runas" estaban deshabilitadas en esta versión.
No obstante, si no existieran suficientes maneras de ganar experiencia, Blizzard suma otra: las masacres. Matando entre un orden de 10 a 30 (o incluso más) rivales seguidos, se nos otorgan bonus de experiencia, muy útiles para no acabar por los suelos, como al final nos ocurrió tras media hora de juego.
El Diablo más exigente
Aquí acabó nuestra partida, pero no nuestra reflexión sobre el título. Diablo III se mantiene fiel a anteriores entregas. Es un título donde tenemos cierta libertad para avanzar por un decorado con múltiples caminos. Hay muchas "quests" secundarias, muchas presentadas por personajes que disponen de subhistorias muy elaboradas.
Cada aspecto del juego está muy pulido, y no sólo desde el aspecto jugable. Gráficamente, el título de Blizzard tiene mucho carisma, con efectos trabajados y detalles que van desde poder aplastar insectos hasta las animaciones de nuestro bárbaro al esquivar algunos ataques enemigos (y sin necesidad de que pulsemos botón alguno); y eso sin contar con que podemos golpear columnas para destrozarlas, entre otros elementos del escenario.
La sangre esparcida por los decorados hace el resto para dar ese toque de violencia masiva rolera a un Action-RPG que ya estamos deseando que llegue a las tiendas. ¿Cuándo? Pues mucho nos tememos que cuando Blizzard considere que Diablo III es el juego que a ellos les gustaría que fuera. Así son.