Cinco años después de la primera entrega, Night School Studio vuelve de la mano de Netflix para traernos Oxenfree 2: Lost Signals. Pese a que hay una nueva protagonista, siguen estando los elementos paranormales, las radios, las interacciones y el estilo visual que lo llevó a estar en boca de muchos.
Hace unos años, no sé muy bien dónde ni cómo ni cuándo ubicar el origen –yo creo que Gone Home fue quien abrió el camino-, hubo un boom de videojuegos de corte independiente que exploraban temas más íntimos, personales y cercanos: la soledad, la melancolía, la muerte, la amistad o la familia fueron el late motiv de juegos como Firewatch, What Remains of Edith Finch, Night in the Woods, Limbo o Oxenfree. Precisamente este último recibirá en apenas unos meses una secuela de lo más prometedora que ya he tenido la oportunidad de jugar. ¿Qué tal es Oxenfree 2: Lost Signals? ¿Cuáles son sus principales novedades? Y siendo como era de importante la historia en el juego original, ¿qué tal ha sido regresar -por unos minutos-a este llamativo universo pixel art?
Sin andarme con muchos rodeos, ya os adelanto que si os gustó el primero os gustará este nuevo trabajo del equipo de Night School Studio, que hace apenas unos meses se convertía en el primer estudio de videojuegos comprado por Netflix, además de anunciarse que habrá serie de televisión de Oxenfree. ¿Impaciente por el lanzamiento de su nuevo juego? Es lógico. Cuando el primer Oxenfree se lanzó en 2016 fue muy bien acogido tanto por la crítica como por el público, así que es normal esperar con ilusión una secuela que tiene los ingredientes necesarios como para brindarnos como poco una experiencia tan atractiva como la de la aventura original. ¿Su apuesta? Visto lo visto, mantener intactos los elementos que hicieron grande a Oxenfree sin perder la oportunidad de añadir alguna que otra novedad de lo más interesante. Como digo, Oxenfree 2: Lost Signals no se sale mucho del tiesto y parte y comparte mucho del planteamiento del original. En el primer videojuego manejamos a Alex, una joven adolescente que acude con sus amigos a una isla desierta para echar el día. Hacen fuego, charlan, disfrutan de las vistas; se lo pasan bien, a fin de cuentas. Todo ello hasta que una serie de sucesos paranormales –en medio de la nada- y la desaparición de algunos de los acompañantes mueven a la protagonista a intentar desvelar qué está sucediendo, siempre acompañada de su radio.
Un juego de misterios paranormales
Aquí la cosa no varía mucho. Somos Riley Poverly, una joven que acude a su ciudad natal, a Carmena, para investigar unas señales de radio extrañas y misteriosas. Las acciones que plantea el juego son muy similares: caminar, conversar, jugar con las frecuencias de la radio, interactuar con algún elemento del ambiente… Hay puzles, pero a nivel mecánico no innova demasiado con respecto al primero. Todo ello tiene un fin: desenmascarar el suceso paranormal que asola a la ciudad de nuestra protagonista.
Lo que hizo grande al videojuego original sigue estando aquí presente
Oxenfree 2: Lost Signals rezuma mucho de lo visto en 2016, y ello no es algo negativo: lo que hizo grande al videojuego original sigue estando aquí presente. Está el misterio de las digresiones espaciotemporales, más acusadas si cabe porque directamente nos transportamos a otra época e interactuamos en ella, resultando clave para poder avanzar en la trama principal; también están las conversaciones entre amigos y por supuesto el apartado gráfico está más trabajado, pulido y definido con ese estilo tan reconocible del primer videojuego.
Pero es en la interacción personal donde la obra de Night School Studio brilla sobremanera. Riley puede ser afable, puede ser apática o puede ser pasota; las posibilidades de los diálogos se abren de múltiples maneras para dotar a cada respuesta con un matiz diferente. Por ejemplo, un compañero nos pide si articulamos una historia para evadirnos de una situación concreta, algo que podemos aceptar o declinar. Y dentro de estas posibilidades, también se abren otras: podemos decir que sí con efusividad o con desgana y que no con corrección, desidia o haciendo que el silencio hable por sí mismo.
Oxenfree 2: Lost Signals es una continuación muy clara y directa de lo que se vio en el primer videojuego. En la demo que he probado me he llevado algún sustito y algún escalofrío me ha entrado por el cuerpo. No es un juego de miedo, que quede claro, pero sí tiene momentos de tensión, de intriga, de fruncir un poco el ceño, que sirven como telón de una representación de cómo se desarrollan relaciones interpersonales en un grupo homogéneo -en este caso, adolescentes-. Somos nosotros, al final, quienes formamos parte de la personalidad de Riley y su forma de relacionarse con los demás. Algo tan común y simple que sucede en nuestro día a día y a lo que no siempre prestamos la suficiente atención.