Un nuevo videojuego se asoma por la cortina de la mediocridad para romperla y poner en su lugar un cómico arco iris de originalidad. Su protagonista es un nuevo superhéroe, pero no el que todos conocemos, sino uno que visitará una isla perdida para cumplir los deseos de algunos de los personajes más olvidados de Nintendo. Lo nuevo de Skip parece poco menos que una obra de arte “friki” con forma de parodia, pero la verdad es que a nosotros ya nos ha cautivado.
Las ideas creativas, la originalidad y las ganas de hacer algo diferente vuelven a hacer que los desarrolladores de Skip llamen una vez más a las restringidas puertas de Nintendo. Gamecube, la predecesora de Wii, tiene ya algo de experiencia en ello, recibiendo dos títulos, Giftia y Chibi-Robo, que si bien no tuvieron mucha repercusión en Europa (el primero de ellos ni siquiera salió de Japón), sí que sentaron un estilo aventurero y comunicativo que se acercaba y a la vez se distanciaba de las mecánicas jugables de fenómenos como Animal Crossing.
Captain Rainbow se antojaba como un intento más para que Skip continuara cultivando un estilo único a la hora de crear videojuegos, así que no pudimos resistirnos a importar el título (apareció hace una semana escasa en Japón) y comprobar el que supone el debut de la compañía japonesa en Wii.
El resultado no podemos ocultar que resulta bastante sorprendente. No es que vayamos a maravillarnos con unos gráficos hiperrealistas, una banda sonora de infarto o un aprovechamiento del wiimote desconocido, pero lo cierto es que contemplando al producto en su conjunto, Captain Rainbow se nos presenta como una parodia interactiva que bien podría catalogarse como la caricaturización nintendera de Animal Crossing, cambiando a los conocidos animales por personajes olvidados del mundo de Nintendo.
La versión “friki” de Animal Crossing
Algunos ya lo están considerando como un título “friki”, pero lo cierto es que esta concepción no hace más que soslayar la verdadera razón de ser de Captain Rainbow. La intención no ha sido la de crear algo nuevo completamente desde cero, pero sí la de juntar la experiencia de Skip en una obra repleta de comicidad cuyas intenciones ya se pueden adivinar cuando encendemos la consola y vemos una parodia musical de los “opening” de las típicas series de robots mechas a la cual sigue la puesta en escena del protagonista principal de la aventura.
Con una camisa hawaiana desabrochada, unos pantalones rojos, una corbata destartalada y unas gafas colocadas del revés se nos presenta Nick, desdichado ser que interpreta al fracasado Capitán Rainbow, una estrella que ha tenido que dejar su lugar en la parrilla televisiva ante la llegada de superhéroes más altos, más poderosos y más, en definitiva, “guays” que han empezado a ganarse la atención de los más pequeños.
La única solución a los problemas de Nick parece encontrarse en la isla de Minmin, un lugar donde se dice que los deseos se convierten en realidad. No obstante, Nick no las llevará todas consigo y acabará llegando a su destino aunque naufragando y perdiendo por el camino el cinturón que le hace transformarse en Capitán Rainbow.
Naufragio a la historia olvidada de Nintendo
A partir de entonces nuestra primera misión consistirá en recuperar, por supuesto, dicho cinturón, una tarea que nos invitará por primera vez a explayarnos con el libre control de Nick a través del espacio tridimensional que supone el único escenario de la aventura: la ya mencionada isla de Minmin.
El analógico del nunchuk servirá para movernos, mientras que el wiimote controlará un puntero en pantalla a fin de interactuar con todo aquello que nos encontremos, ya sea para leer un cartel, para recoger un objeto del escenario o para hablar (el diálogo será una de las claves de la aventura) con uno de los muchos lugareños que pueblan la isla.
Pronto nos daremos cuenta de que los habitantes de Minmin no son personajes cualesquiera, sino que forman parte de la historia olvidada de Nintendo, con exponentes tan notorios como Birdo (de Super Mario Bros 2), Tao (el perro de Chibi-Robo), Little Mac (boxeador retirado de Punch Out) o los mismísimos soldados de Famicom Wars. Es cierto, muchos no los recordarán, pero por eso están en una isla en medio de la nada, para intentar rehabilitarse y cumplir unos sueños que supondrán la verdadera razón de ser de esta aventura. Cumplirlos no será algo fácil ni mucho menos, suponiendo así un recorrido largo que necesita de una funcionalidad de guardado de partida que se activará cada vez que vayamos al servicio (esto es lo que se llamaría tomar prestada una licencia jugable de No More Heroes).
Una estrella caída del cielo
En Captain Rainbow será necesario explorar la isla de arriba a abajo, hablar con sus gentes y obtener información que nos ayude a seguir adelante. No es que se trate de un videojuego completamente lineal, pero tampoco 100% libre, de manera que si bien tenemos la oportunidad de cumplir ciertas tareas antes que otras, al final todo desencadenará en el mismo objetivo de reunir veinte estrellas, esperar a que otra más grande caiga del cielo y llevarla a un altar (no sin dificultades de por medio) con el fin de pedir un deseo con el que contentar a uno de los habitantes “Made in Nintendo” presentes en Minmin.
Ahora bien, conseguir una sola de las estrellas nos llevará algo de esfuerzo, además de exigirnos que nos encontremos en el momento y lugar adecuados de la acción. Como en Animal Crossing o el propio Chibi-Robo, existe una transición día-noche según la cual los habitantes de Minmin no siempre estarán haciendo lo mismo ni se encontrarán en el mismo lugar.
Este simple detalle hace que un decorado tan relativamente pequeño (iremos descubriendo nuevos rincones a medida que progresemos) acabe por convertirse en un sitio de muchas posibilidades, donde será posible incluso practicar minijuegos como pescar, jugar al golf, disputar un combate de boxeo o practicar algo de voleibol. Las posibilidades son muy grandes y no sólo se limitan a presentarnos una aventura de exploración sin más.
¡El Capitán Rainbow entra en acción!
Tanto es así que una vez que encontremos el cinturón de superhéroe (a la escasa de hora de juego) ya podremos ver a Nick convertido en Capitán Rainbow. Pulsando la dirección de abajo en la cruceta digital del wiimote, podremos hacer que Nick crezca, se vuelva musculoso y utilice un yo-yo con poder para destrozar todo aquello que se encuentre a su paso.
En este momento, Nick podrá hacer cosas que antes le eran imposibles, descubriendo nuevos secretos por un tiempo limitado, puesto que el estado de superhéroe consumirá una energía que sólo podremos recuperar comiendo frutas silvestres.
Las partes con el Capitán Rainbow supondrán, en consecuencia, las de más acción en todo el videojuego y entrarán en su clímax jugable cada vez que intentemos cumplir el deseo de uno de los habitantes de la isla. En ese momento, Capitán Rainbow deberá de emplearse a fondo para evitar que una sombra maligna le arrebate la estrella de los deseos. Para hacerlo, podremos usar su poderoso yo-yo (los enemigos también poseerán una barra de vida) o aturdir al rival y seguir así nuestro camino con la música del superhéroe sonando de fondo. El escenario, en estas ocasiones, será bastante diferente al habitual, más oscuro y tenebroso, pero manteniendo un estilo que no usa grandes recursos 3D, aunque sí un gran talento propio de la época 2D.
Nuestro deseo
Captain Rainbow parece tener unos momentos el diseño artístico de The Curse of Monkey Island, otros la belleza de Okami y la mayoría de las ocasiones un híbrido “cartoon” que se basa en una apariencia visual y de movimientos propios de los dibujos animados.
La caricaturización de personajes y su diversidad provocan que pensemos en un cajón de sastre artístico donde han congeniado multitud de ideas, aunque todas ellas centradas en crear un espectáculo cómico, entretenido y muy divertido. Captain Rainbow, a pesar de encontrarse aún muy lejos de nuestras fronteras, ya nos ha cautivado y ahora sólo esperamos que su multitud de textos en japonés sean algún día traducidos al castellano.
Desde luego, por el tema de doblaje no será. Skip se lo ha vuelto a poner fácil a Nintendo Europa, y es que cada uno de los personajes, si bien son reconocibles por sus voces, no son entendibles en nada de lo que dicen. Los sonidos que emiten son variaciones de timbres sonoros sin ningún sentido, pero esto es algo que no hace más que sumar un elemento más de complicidad con el jugador que quiera dejarse llevar y soltar alguna que otra sonrisa jugando a algo verdaderamente original. No es el último Metal Gear ni el último Mario, pero Captain Rainbow se merece una oportunidad; y esperemos que no tengamos que ir en persona a la isla de Minmin a pedir el deseo de que Nintendo nos traiga el título a España…