Que los vikingos están viviendo una segunda primavera a comienzos del siglo XXI yo creo que es algo que ya ni cotiza: Vikings, El Último Reino, Hellblade, Northgard, Valheim, Assassin’s Creed Valhalla, The Banner Saga y, cómo no, God of War, que ahora con su sobresaliente segunda parte se ha puesto una corona temática que parece difícil de arrebatar, incluso en los tiempos que están por llegar. Eso sí, antes si te sabías buena parte del panteón de las mitologías escandinavas, o si te gustaba establecer referencias entre las Eddas y El Señor de los Anillos (tienes para muchas horas de lectura si te mola el tema), o si incluso sabías el significado del tan manido árbol de la vida, te miraban raro, como a un loco. ¡Ya está el friki de la mitología nórdica! Hoy en día no veas: tatuajes de runas en el pecho, que vete a saber lo que dicen, y todos a tope con las movidas de Odín, los excesos de Thor y la ambivalente historia de Freya.
De todas maneras, no me malinterpretes; me alegro de que la cosa esté cambiando, y de que las mitologías germánicas por fin estén disfrutando de una fama más que merecida, ya que su manera de entender la divinidad, el universo y el mundo es tan trágica, tan melancólica, que tienen una belleza especial muy difícil de explicar. No obstante, no todo es cosa de dioses; que Kratos y Atreus se líen a puñetazos con la deidad de turno tiene un atractivo ineludible, sin duda… ¿Pero qué pasaba con la gente normal, con los campesinos de la época? ¿Todos los vikingos eran unos psicópatas sedientos de sangre con graves problemas de adicción a la bebida y un paganismo erótico como mínimo interesante? La respuesta es que no, claro. También había granjeros, pescadores, mercaderes, herboristas, chamanes y cazadores y demás; un poco de eso va este Land of the Vikings, un juego de estrategia en tiempo real que te plantea un propósito muy claro: construye un pueblo vikingo que resista el inclemente paso del tiempo y la cólera de las estaciones. Te cuento si merece la pena o no.
Cómo entrenar a tu vikingo
Quizás lo que más me ha gustado de Land of the Vikings es su capacidad de absorber al jugador en su propuesta, en el sentido de que te ponen en una costa del norte de Europa con cuatro chabolas mal montadas, te explican simplemente lo básico y venga, a funcionar, que viene el invierno (como los Stark, pero sin implicaciones esotéricas de por medio). Sin embargo, lo consigue de un modo que, lejos de resultar cruel o intransigente, más bien es tremendamente relajante: no tienes que matar a nadie, ni estás en una carrera tecnológica para hacerte con la dominación mundial, ni tu sistema de control de residuos urbanos se está descontrolando y está sumergiendo a la población en un maremágnum de enfermedades infecciosas. No, aquí solo tienes que seguir adelante y crecer. Vamos, que no es un Total War, ni un Civilization, ni siquiera un Cities Skylines nórdico; es verdad que, dentro de este grupo, la ópera prima de Laps Games tira más por el rollito de city builder, pero tampoco es excesivamente parecido al delirio constructor de Paradox y Colossal Order.
¿A cuál se parece más entonces? Si quieres una referencia rápida, cuando jugaba a The Land of Vikings se me venían a la mente flashes inocentes de los infravaloradísimos Imperivm Civitas y, por supuesto, de los The Settlers originales, una franquicia a la que el devenir de las generaciones no ha terminado de hacer justicia, en parte porque hay algunos que son terribles. En cualquier caso, la idea base es la misma, lo que cambia es la ambientación… Y el grado de ambición de cada título, como es lógico. Sea como fuere, estamos ante un RTS pausable de construcción de ciudades, asentamientos vikingos en este caso, con una recolección de recursos que a veces llega a hacerse incluso un pelín excesiva por su falta de automatización en tareas básicas, como talar árboles o picar piedras por ahí. Al margen de esto, te puedes esperar un poco lo de siempre: edificios de producción, tanto de bebidas alcohólicas, como de hierbas medio sospechosas y de comida o ropa, pero también diversos tipos de vivienda, mercados y sobre todo un montón de elementos decorativos para personalizar tu pueblo con detallitos paganos.
También hay algunas pinceladas de defensa bélica, aunque con muy poco énfasis en la guerra en sí, puesto que el objetivo en todo momento es la supervivencia en sí misma. De ahí se entiende la importancia de las estaciones, que vienen con mecánicas relacionadas con cada una de ellas; por ejemplo, en invierno las cosechas mueren y toda la vida vegetal se paraliza, circunstancia que te puede dejar con una mano delante y otra detrás con relativa frecuencia. Son tiempos oscuros, en efecto. Tienes que apretarte el cinturón, aumentar el número de leña disponible y tirar de otras fuentes de alimento, como granjas animales, la caza o la pesca, hasta que sople el último de los gélidos vientos del norte y vuelva la primavera (George R. R. Martin, por favor, saca ya el siguiente libro de Canción de Hielo y Fuego). Todo esto conecta de manera bastante orgánica con el sistema de familias y descendencia de Land of the Vikings, aunque no destaque por su complejidad; a grandes rasgos, cada pareja ocupa una casa y va teniendo hijos en función de diversos factores, ya sean ambientales, económicos o de satisfacción personal.
Tus habitantes llegan, viven, mueren y/o se van del pueblo también de acuerdo con todos estos parámetros. Si no hay casas disponibles, son vagabundos y en invierno lo pasan fatal, en muchos casos hasta el punto de enfermarse de gravedad. Lo mismo pasa con la falta de alimento, o con temas como el frío o una excesiva austeridad en las viviendas, en un sistema que por su funcionamiento más o menos recuerda a lo que vimos en el sencillo y bello Airborne Kingdom. Eso sí, con un detallito: aquí también hay desastres naturales, y son bastante bestias, lo que puede acarrear un componente de frustración si no tienes la paciencia necesaria como para reconstruir y repoblar. Sensaciones similares con una especie de eventos narrativos (nada nuevo en el género) que, aunque dejan momentos interesantes, están demasiado polarizados, son muy infrecuentes y tienen un fondo más negativo que otra cosa. En general, el problema de Land of the Vikings es que peca, quizás demasiado a menudo, de una sencillez casi extrema, que es exactamente lo que le pasa también a su árbol tecnológico, mucho más cercano a la progresión lineal que a la planificación de una ciudad.
Esta simplicidad, que no es necesariamente negativa en todos los casos, llega al terreno de la gestión de habitantes, en el sentido de que no siempre es posible delimitar de manera óptima todos los trabajos disponibles en tu pueblo vikingo. No obstante, no todo es negativo; el título es muy humilde y, sin embargo, a nivel audiovisual cumple con creces, especialmente si tenemos en cuenta los limitados recursos del estudio. La atmósfera es muy buena y te traslada en todo momento a ese clima duro e inmisericorde del norte de Europa, y los modelos de los edificios destacan por sus buenos acabados, sobre todo cuando ponemos una vista panorámica y vemos nuestra obra de ingeniería urbana desde la distancia.
El problema de Land of the Vikings es que peca, quizás demasiado a menudo, de una sencillez casi extrema
Land of the Vikings es, en esencia, una genial propuesta para relajarse mientras escuchas Amon Amarth de fondo (cada uno se pone en modo relax a su estilo), pero como juego de estrategia le han faltado unos puntitos extra de complejidad y profundidad… Y también alguna referencia mitológica más. En forma de culto o de edificios concretos, se entiende, no de ver a Hati y Skoll persiguiendo al sol y la luna en los ciclos diarios, es decir, un algo que le termine de dar ese empaque tan místico y tan legendario que merece la ambientación nórdica. Ayuda a cerrar el brillante arco argumental de Ragnarök, todo hay que decirlo.
Es más que evidente que Land of the Vikings no va a revolucionar en modo alguno la fórmula de estrategia en tiempo real ni a los videojuegos de construcción de ciudades, pero la sencillez de su propuesta, su puesta en escena y, sobre todo, su increíble componente relajante me parecen motivos más que de sobra para considerarlo un debut más que digno de Laps Games. Además, lo han hecho en uno de los géneros más profundos y complejos de la industria, ni más ni menos… Y precisamente de ahí salen algunos de los problemas. Al título le faltan más aristas estratégicas, un poco más de trasfondo mitológico y una mayor variedad jugable que justifique seguir trabajando en tu poblado vikingo a medida que pasen las horas, pero es verdad que, incluso así, es disfrutable y muy absorbente. Si estabas buscando un city builder para encarar el final del año, o si simplemente sigues con mono nórdico después de God of War: Ragnarök, vale la pena tenerlo en cuenta.
Comprar Land of the Vikings- Un juego de estrategia en tiempo real con muchos elementos de city builder.
- Muy parecido a la fórmula de The Settlers, pero con ambientación puramente vikinga.
- Es una propuesta muy, muy relajante, casi sin elementos bélicos: tu único objetivo es prosperar.
- A nivel estratégico peca de ser demasiado simple, especialmente conforme avanza la partida.
- Audiovisualmente cumple, aunque con zoom cercano se le ven mucho las costuras.
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