Bárbara Gimeno
ColaboradoraSi hay algo que define la saga Ace Attorney, además de sus giros argumentales imposibles y sus pruebas sorpresa, es la relación entre Phoenix Wright y los fiscales a los que se enfrenta. A lo largo de los juegos, la fiscalía se ha convertido en algo más que un obstáculo legal: es una fuente de tensión, de desarrollo narrativo y, en algunos casos, hasta de inspiración. Para mí, que descubrí la saga a los 13 años durante un verano de plena obsesión con mi Nintendo DS, los fiscales no eran solo antagonistas: eran personajes fascinantes que de daban ese toquecito diferente a cada caso. Y entre ellos, uno destacaba por encima del resto: Miles Edgeworth.
Miles Edgeworth: el rival perfecto
La primera vez que vi a Edgeworth en acción, con su imponente traje burdeos con esas características chorreras, su semblante serio y su inconfundible movimiento de negación con el dedo, supe que estaba ante un personaje especial. No solo era un rival formidable para Phoenix Wright, sino que su evolución a lo largo de la saga lo convirtió en uno de los fiscales más icónicos de la historia de los videojuegos. Su pasado trágico, la sombra de su mentor Manfred von Karma y su constante lucha interna entre la búsqueda de la verdad y su propio orgullo lo hicieron irresistiblemente complejo (e irresistiblemente irresistible, si me preguntan).
Para mi yo adolescente, Edgeworth no solo era un fiscal brillante, sino también el personaje más atractivo del juego. ¡Qué pelo! Esa melena grisácea perfectamente peinada era casi tan hipnótica como esa sonrisilla que le salía justo antes contraargumentar en los juicios.
Manfred von Karma: el terror en la corte
Si Edgeworth es el rival al que queremos vencer, Manfred von Karma es el villano que tememos desde el principio. Su perfección obsesiva, su desprecio absoluto por la ética y su forma de humillar al pobre Phoenix en el estrado lo convierten en uno de los antagonistas más intimidantes -y odiados- de la serie. Durante el segundo caso de Ace Attorney, solo su presencia hace que el juicio nos tenga con los dientes bien apretados.
Von Karma representa todo lo que está mal en el sistema judicial del universo de Ace Attorney, con una mentalidad de "ganar a cualquier precio" sin importar la verdad. Su derrota es uno de los momentos más satisfactorios del primer juego, sobre todo porque también marca el primer gran triunfo de Edgeworth como alguien que prioriza la justicia sobre la victoria.
Franziska von Karma: látigo en mano
Siguiendo los pasos de su padre, Franziska von Karma llega al estrado con una actitud agresiva y un acompañante la mar de curioso: su látigo. Pocas cosas definen mejor a un personaje que el hecho de que golpee a jueces, testigos y abogados sin que eso tenga ninguna repercusión legal.
A lo largo de Justice for All, Franziska representa esa obsesión con la perfección inculcada por su padre. Su desprecio por Phoenix es evidente, pero lo interesante de su personaje es cómo, poco a poco, se da cuenta de que esa mentalidad no la llevará a ninguna parte. Su despedida en el juego, dejando caer su látigo antes de marcharse, es un gesto simbólico de que está lista para encontrar su propio camino.
Godot: un enigma entre tazas de café
Si Edgeworth es el rival elegante -y guapo- y Franziska la fiscal agresiva, Godot es todo un enigma. Con su máscara tecnológica y su visible adicción al café, este fiscal entra en Trials and Tribulations con una actitud de desprecio total hacia Phoenix Wright. Su manera de hablar, llena de referencias al ese café que tanto le obsesiona y de frases crípticas lo convierten en un personaje inolvidable.
A lo largo del juego descubrimos que Godot es en realidad Diego Armando, un antiguo abogado defensor que sufrió un envenenamiento y cayó en coma durante años. Su odio hacia Phoenix no viene de la nada: lo culpa por la muerte de Mia Fey, la mujer que ambos admiraban. Su historia es una de las más trágicas de la saga y su duelo final contra Phoenix no es tanto un enfrentamiento legal como una especie de catarsis emocional.
Simon Blackquill: el fiscal samurái
En Dual Destinies, la saga nos presenta a Simon Blackquill, un fiscal que, curiosamente, comienza el juego como un prisionero. Acusado de asesinato, sigue ejerciendo desde la cárcel, lo que ya de por sí lo hace un personaje inusual. Su estética de samurái, su actitud filosófica y su intimidante presencia lo convierten en uno de los fiscales más carismáticos de la saga -y que de alguna manera toma el testigo de guaperas de Edgeworth, aunque le falte actitud.
Sin embargo, y al igual que Edgeworth, Blackquill no es un villano. A pesar de su imagen dura y de su tendencia a manipular a los testigos ya solo con su presencia, su objetivo real es encontrar la verdad. Su arco de redención, que culmina con la revelación de que fue condenado injustamente, lo convierte en uno de los fiscales más memorables de Ace Attorney.
Lo que hace que la saga Ace Attorney sea tan especial no son solo sus casos enrevesados o sus frases tan icónicas como "¡Protesto!", sino que gran parte de su esencia está en sus personajes, y los fiscales juegan un papel crucial en la narrativa. Desde rivales con los que desarrollamos un amor-odio como Edgeworth hasta figuras trágicas como Godot, cada fiscal aporta algo único a la historia y al desarrollo de Phoenix Wright como abogado.
Para mí, la saga Ace Attorney no habría sido lo mismo sin Edgeworth y su cara de prepotente que todo lo sabe. Fue mi primer "crush" de los videojuegos, y aún hoy, cuando vuelvo a jugar la saga, me sigo maravillando con su evolución como personaje.
Al final, los fiscales de Ace Attorney no son solo obstáculos: son la razón por la que cada juicio se vive como una batalla épica de ingenio y determinación.
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