Quizá lo verdaderamente terrorífico de The Last of Us y su futura serie es saber que su historia tiene una base real. A estas alturas cualquiera que haya seguido de cerca la franquicia o hecho los deberes preparándose para la serie sabe que el cordyceps es, en efecto, un hongo existente en el mundo animal que puede apoderarse de diferentes insectos. Por supuesto no afecta a los humanos o nuestro destino sería muy similar al que vemos en la obra de Naughty Dog. Sin embargo, los videojuegos ya hicieron una aproximación mucho más realista a este fenómeno. Como habéis visto en el título, fue Pokémon quien en la primera generación convirtió a un bicho adorable en la criatura más miserable de la franquicia.
Aunque los juegos de primera generación tienen fama de poblar sus cuevas solo con Zubats, había una criatura mucho más interesante en términos de historia que habitaba el Monte Moon. Esta zona que conectaba la Ruta 3 con la Ruta 4 en la Región de Kanto podía sorprendernos con la aparición aleatoria de un Paras salvaje. De pequeño pensaba que era una especie de cangrejo, aunque la realidad es que se trata de una cigarra adaptada de una forma un tanto libre a los videojuegos. Lo que seguro que no sospechaba es que el nombre es un diminutivo de la palabra inglesa “parasite” (parásito) y que las dos simpáticas setas con las que carga son una representación muy optimista del cordyceps.
Siendo Paras la primera etapa de una cadena evolutiva, las cosas no le van tan mal. Debe comer más para dar energía a sus hongos, pero salvo que estos crezcan de forma desmesurada (robando demasiado alimento al insecto) puede sobrevivir. Tampoco pierde su propia voluntad e incluso puede quitarse de encima a alguno de estos invitados. No puede eliminarlos a todos porque crearía un desequilibrio que pone en peligro su supervivencia, pero al menos es capaz de sobrellevar la situación teniendo una existencia relativamente digna. Es mucho más que lo que les pasa a los infectados en The Last of Us, que a partir de los primeros dos días empiezan a ver su comportamiento modificado y perder funciones cerebrales.
La cosa en The Last of Us se pone mucho más fea con el tiempo, ya que el cuerpo humano se degrada hasta que los infectados se convierten en chasqueadores. Según la wiki del juego de Naughty Dog, esta es la tercera etapa de la infección. También el punto en el que las aventuras de Joel y Ellie vuelven a conectarse con Pokémon. Esto se debe a que Parasect, la evolución de Paras, también pierde la visión. En serio, solo hay que mirar esos ojos sin vida para darse cuenta de que algo no está funcionando nada bien en el sistema nervioso central de este monstruo de bolsillo.
La Pokédex original define a Parasect como “una pareja de parásitos en la que la seta ha ocupado al bicho”. En Pokémon Amarillo se indica que “el parásito absorve la energía con las setas de la espalda, que lo controlan”. Diamante y Perla no son más amables, asegurando que “Parasect está dominado por un hongo parásito mayor que él”. Esto ya es bastante triste, aunque nuestras descripciones ‘favoritas’ son la de Let’s Go y Leyendas: Arceus. La primera dice que “tras largo tiempo absorbiendo la energía del huesped, la seta parásita del lomo es la que parece controlar la voluntad de este Pokémon” y la segunda añade “a veces se encuentra en los bosques ejemplares inmoviles sin la seta del lomo, lo que corrobora la teoría de que es la enorme seta quien los domina”.
Estamos hablando de una criatura sin voluntad ni capacidad motriz que se ha quedado ciega y solo sigue los designios de un hongo que lo ha parasitado por completo. Es difícil encontrar una definición científica de lo que es un zombi. En The Last of Us o Pokémon, el cordyceps no mata a su huesped de forma inminente. Sin embargo, si le arrebata su voluntad para el resto de los tiempos. Si lo pensamos fríamente, es una de las historias más desgarradoras en la saga de monstruos coleccionables, y ha estado delante de nosotros desde la primera generación sin que apenas nos demos cuenta. En buena medida esto se debe a que Paras y Parasect son pésimos tanto para la aventura como para el competitivo, de modo que nadie les presta mucha atención.
Pese a los puntos macabros en la historia, tiene bastante sentido que esta temática viera la luz en Pokémon. Es de sobra conocido que Satoshi Tajiri, uno de los creadores de la saga, se basó en su propio gusto por coleccionar insectos para hacer los juegos. En este sentido, nos gusta pensar que en alguno de sus paseos se encontró con un bicho afectado por esta condición y quiso añadirlo a los juegos. Por último y como curiosidad adicional, Parasect fue la primera de una serie de criaturas que han ido llegando a los videojuegos de Pokémon desde entonces. Aunque no afectados por el cordyceps, en todas las generaciones impares se ha añadido un pokémon con algún tipo de forma similar a un champiñón y que puede aprender el movimiento Espora: Paras, Shroomish, Foongus, Morellul y Toedscool. Esta última todavía en Escarlata y Púrpura.
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