Hoy en día es común que se hagan versiones del mismo juego para varias plataformas y que apenas cambie de una máquina a otra. Sí, lo sé, hay casos y casos, pero creedme que no tiene nada que ver a lo que ocurría hace 30 años. Por aquel entonces, existían consolas y arquitecturas de hardware muy dispares, de forma que para adaptar algunos títulos… ¡implicaba diseñarlos desde cero como si fuesen un nuevo videojuego! Fue el caso de la maravillosa versión de Donkey Kong Land para Game Boy, pero también de una infame versión de Street Fighter II para Spectrum de la que probablemente os hable otro día.
Y es que el extraordinario juego de lucha de Capcom recibió una tonelada de versiones. Fue tanto su éxito, que los japoneses se volvieron locos adaptando el arcade a SNES, Game Boy, Amiga, Commodore 64, PC, Atari ST, Amstrad CPC… y hasta la mítica Master System. Pero hubo una consola que poseía mucha gente y que no recibió su copia. ¿Cómo era posible? Aprovechando la situación, la escena pirata se puso en marcha e hizo su propia versión de SF2 para la mítica NES. El resultado sorprendería a más de uno, porque dentro de sus limitaciones, no estaba nada mal.
Ilustración del cartucho de Super Figter 2 para NES
El Street Fighter II pirata que no quiso hacer Capcom
Probablemente no lo sepáis, pero allá por la época de los 8 bits era bastante común que en las tiendas de electrónica del barrio vendieran cartuchos piratas que incluían 32 juegos en el peor de los casos, y hasta más de 300 si rebuscabas un poco. Se trataba de copias fabricadas en China, que obviamente vulneraban todos los derechos de autor. Y recuerdo que no solo había recopilatorios, sino incluso algún que otro juego que te preguntabas de dónde demonios había salido. Me ocurrió con el flamante Street Fighter III para NES. ¡Sí, el 3, no me he equivocado!
Se trataba de una conversión no autorizada del Street Fighter II que tan fuerte estaba pegando en los salones recreativos. Sus gráficos eran mucho peores, la tasa de imágenes por segundo resultaba mediocre y el equilibrio combativo prácticamente inexistente. No obstante, también hay que destacar que era bastante fiel al original tanto en cuestión de diseño, como en lo referente a animaciones. Hasta se dejaba jugar.
Existieron varias versiones del juego, que incluían más o menos luchadores. También es curioso que existieran tanto cartuchos con recreaciones de las melodías originales, como otros que optaban por temas originales, aunque menos inspirados. Sin embargo, lo que más sorprendía era poder jugar a uno de los bombazos del momento en el modesto hardware de 8 bits de Nintendo. Yo por aquel entonces no tenía dinero para dar el salto a Super Nintendo, así que poder probar esta joya, aunque fuese en una versión alternativa firmada por desarrolladores con seudónimo y sin ningún tipo de control de calidad, era una locura. Os lo puedo asegurar.
Hay que destacar que era bastante fiel al original tanto en cuestión de diseño y animaciones. Hasta se dejaba jugar
Debido al controlador de NES y que tenía dos botones, obviamente solo podías usar dos acciones: puñetazo y patada, sin distinción entre golpe débil o fuerte, pero sí que podías llevar a cabo los típicos combos del clásico, desde los hadoken de Ryu hasta la patada flash tan popular de Guile. La respuesta era otro cantar, y las hit boxes ya tal… pero oye, tenías tu barrita de vida y al acabar la partida se te ofrecía una pantalla de créditos (con una conclusión diferente para cada luchador, como en el juego original).
Es un caso muy singular, porque lo normal por aquel entonces es que los juegos se piratearan sin más. No obstante, este particular Street Fighter III era un juego diseñado de forma ilegal, sin autorización de Capcom, pero manteniendo las claves del arcade original. Es el equivalente a los proyectos fan que dieron lugar a Sonic Mania, por ejemplo, pero con la desfachatez de poner el cartucho a la venta en los comercios, saltándose las leyes de propiedad intelectual. En fin, otros tiempos.
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