El primer Tails of Iron nos cogió un poco desprevenidos. Detrás de esta guerra de ratas y ranas había un juego más profundo de lo que parecía y con un mimo en su composición y diseño visual que terminó por encandilar a muchos jugadores. Y sí, también he de admitir que no inventaba nada nuevo. Su combate tiene las mismas mecánicas que estamos acostumbrados a ver en muchos juegos de acción y rol 2D actuales, con habilidades para esquivar, bloquear o hacer parry a los enemigos y su mapa lo acercaba un poco al metroidvania recorriendo estancias laberínticas para poder avanzar.
Pero para mí hay un factor que lo diferenciaba de otros juegos: Tails of Iron respiraba artesanía. En vez de usar las clásicas tilesets (esos materiales por cuadrículas que puedes repetir para construir los niveles) cada localización estaba dibujada a mano con ese contorno grueso para sentirse única. Sí, podía repetir algunos elementos, pero había un cuidado exquisito y personal que, junto a un efecto de paralaje con hasta cinco o seis capas de profundidad, le daban un aspecto realmente vivo a la imagen.
Lo que he podido jugar ahora con Tails of Iron II: Whiskers of Winter sigue la misma línea establecida en el primer juego. Aquí sí que no hay excepciones: es una secuela de manual que de momento no innova demasiado y que, sobre todo, traslada el conflicto de ranas a murciélagos y a un entorno nevado más desolado. Volveremos a ser el hijo de un rey cuya misión será luchar contra el jefe de los murciélagos que ha despertado y arrasado con nuestro pueblo.
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La guerra de las ratas
Por supuesto, hay algunos cambios aquí y allá. El combate parece algo más pulido y con algunos movimientos extra y, sobre todo, los enemigos tienen más patrones de ataque (la verdadera esencia de estos juegos), en especial los jefes finales que van a ser más únicos y distintos entre sí. La recolección de recursos y mejora de equipamientos también parece haberse ampliado ya incluso en estos primeros compases de la aventura y se aprecia un esfuerzo por dar más variedad y opciones. Además, algunas herramientas como el gancho nos permitirán ampliar también las posibilidades de exploración.
Pero claro, como digo, esto solo ha sido el principio de la aventura. Los propios tráileres ya anticipan que el propio mundo de juego cobrará más importancia, hasta el punto de tener que ir reuniendo los clanes de las tierras del norte y expandir nuestra ciudad con nuevos edificios que nos permitirán ser más fuertes en combate.
Visualmente no hay mucha novedad. Sí que noto en Odd Bug Studio una intención por hacer más espectaculares los combates, con más efectos en los ataques enemigos, más movimiento de cámara y cosas por el estilo, pero vuelve a primar el mismo estilo de dibujo que ya nos conquistó en el primer juego. Se podría haber aprovechado el éxito del primero para haber experimentado con animaciones artesanales, pero se ha decidido seguir utilizando herramientas como Spine para la rotación de articulaciones. Eso sí, no hay duda de que el estudio ha aprovechado la "facilidad" de esta técnica en la secuela para añadir un montón más de animaciones a cada enemigo, que son un lujo de contemplar, sobre todo con los jefes grandes y los finales.
Tengo ganas de seguir con él, la verdad. Aparte de los combates, que han sido más protagonistas al principio, uno de los aspectos que más me gustan de esta saga es la exploración libre de los escenarios y la búsqueda de secretos para encontrar más recursos y el mejor equipamiento. Quiero ver si han añadido un componente más intrincado a sus plataformas y cómo afectan los nuevos movimientos a su exploración.
Pero eso ya tendrá que esperar a la versión final, cuando realice el análisis. Por el momento, la idea nos ha quedado clara. No esperamos una revolución de Tails of Iron 2, pero sí el mismo nivel de mimo, detalle y artesanía que hizo triunfar a Odd Bug con el primer juego. Si ya jugaste al original, sabes perfectamente lo que vas a encontrar aquí.
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