El quinto capítulo de la adaptación de The Last of Us para HBO estuvo marcado por el encuentro de Joel y Ellie con Henry y Sam, dos de los personajes más recordados del videojuego de Naughty Dog. En él, como os contamos en nuestra crítica con spoilers del episodio, los protagonistas se topan con Kathleen, un personaje obsesionado con la venganza que hará lo que esté en su mano para encauzar los eventos hacia su voluntad. Y, para huir de ella, el grupo pasa por una de las localizaciones más recordadas del primer juego de The Last of Us: los túneles subterráneos.
En la serie, esta sección está llena de guiños a los sucesos del título de Naughty Dog, como el balón y la portería, el jardín de infancia subterráneo y otro tipo de curiosidades pensadas para los amantes de los documentos del juego. Sin embargo, el dibujo de Danny e Ish que adorna la pared y que Joel contempla es el guiño más directo a los amantes del primer juego. Y es que, y esto es algo que los espectadores de la serie desconocen, tras él se esconde la historia más triste de The Last of Us, una serie de eventos marcados por la esperanza, la confianza y, finalmente, la pérdida de todo lo que se había construido.
La mayor desgracia de The Last of Us no apareció en la serie de HBO
A diferencia de la adaptación televisiva, donde Ish es un personaje que protagoniza un dibujo en el que Joel pone especial atención, en el videojuego es el foco central de una microhistoria que se relata a través de documentos y detalles en el escenario. La primera nota que firma este desconocido personaje aparece en el barco que precede a los eventos del túnel. En ella, los jugadores descubren que Ish se refugió del brote en el mar, si bien tuvo que volver una vez agotó sus provisiones. Tras esto, la trama continua y Joel, Ellie, Henry y Sam se adentran en la localización subterránea, un lugar en el que la historia de Ish cobra importancia.
Imagen: The Last of Us (HBO)
Como se pudo ver en la serie, un pequeño grupo de personas se asentó en esta ubicación para crear su propia comunidad. Aunque en la adaptación protagonizada por Pedro Pascal y Bella Ramsey no hacen mucho hincapié en el pasado y la historia de esta organización comunitaria, en el videojuego se muestran detalles de la misma a través de documentos y dibujos. En ellos, Ish detalla sus encuentros con Susan, Kyle y sus hijos, una familia con la que comenzó a colaborar una vez estuvo en contacto con más personas. Sin embargo, el propio Ish era reticente a construir un camino acompañado, razón por la que decidió vivir en solitario durante un tiempo. Pero, después de unas semanas, invitó a esta familia a unirse a él en los túneles para comenzar una comunidad próspera que fue adoptando más individuos.
En este punto apareció Danny, la otra persona que protagoniza el dibujo y que cumplía la labor de “protector” junto a Ish. Estos, como se puede entrever en dicho arte y en distintos documentos, eran los encargados de preservar la seguridad del lugar y de mantener a todos a salvo. Por desgracia, en el videojuego se plasma a través de un documento que, en un punto desconocido, un grupo de infectados consiguió colarse en la comunidad y tiró por tierra todo lo que habían construido. Por ello, Ish y los supervivientes se vieron obligados a huir y a marcar el sitio con un lema que todos los jugadores recordarán: “Peligro, infectados dentro. No abrir”.
Imagen: The Last of Us: Parte I
El videojuego ahonda en la historia más triste de The Last of Us
Por desgracia, se conocen pocos aspectos de la historia tras los túneles de personajes como Kyle, Danny, Susan o el propio Ish. El primero, como sabrán los jugadores de The Last of Us, sufrió un destino cruel intentando terminar con su sufrimiento y el de otros que le acompañaban. De Danny, el compañero de Ish, es del que menos datos se tiene ya que se desconoce su futuro y su paradero. Y Susan e Ish, como revela este último en una nota que Joel encuentra en las casas previas al francotirador, consiguieron escapar junto a un grupo de niños:
Una puerta abierta. Bastó que uno de nosotros olvidara cerrar una puerta para que una horda de esos monstruos entrara en nuestro campamento. Los encerramos allí y escribimos una advertencia en el exterior. Susan y un par de niños están conmigo, por lo que sé, somos los únicos supervivientes. Tuve que sujetar a Susan para que no volviera corriendo a por los cuerpos. Es demasiado peligroso, perdió a sus hijos y no sé qué decirle. Cada parte de mi ser quiere rendirse. Sería tan fácil rendirse a este mundo. Pero no puedo hacerlo. Tengo demasiada fe en la humanidad. He visto que aún somos capaces de hacer el bien. Podemos lograrlo, tengo que mantenerme fuerte... por ella.
Imagen: The Last of Us: Parte I
De esta forma, la primera parte de The Last of Us cerró de forma magistral la historia más triste del título, una serie de eventos que solo descubrieron aquellos jugadores apasionados por los documentos y los detalles contados a través de estos. En la serie, a diferencia de en la propuesta de Naughty Dog, la comunidad subterránea es una localización de paso, un lugar en el que coger fuerzas a la vez que descubren que antaño había un grupo de personas viviendo allí. Sin embargo, en el videojuego es un macabro escenario en el que se perdieron las esperanzas, la ilusión y las ganas de vivir. Y es que, en esencia, The Last of Us siempre ha tratado de eso: de sobrevivir por muy adversas que sean las circunstancias. Un propósito que Ish, uno de los protagonistas indirectos del quinto episodio, no sabemos si consiguió.
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