El rol más nipón es el gran protagonista de esta nueva producción que lleva por nombre Zodiac: Orcanon Odyssey. Un JRPG puro que lleva la firma de dos grandes gurús dentro de sus respectivas categorías como son Kazushige Nojima y Hitoshi Sakimoto.
Por fin aparece uno de los JRPGs más aclamados de cuantos se mostraron en el pasado Tokio Game Show. Se trata de Zodiac: Orcanon Odyssey, título que puede presumir de haber sido recreado por un estudio occidental como es Kobojo, pero en el que han intervenido figuras clave de esta industria como el guionista y el compositor de varios capítulos de la saga Final Fantasy como son Kazushige Nojima e Hitoshi Sakimoto, respectivamente. Una combinación que, lejos de ser meramente una estrategia de marketing más, ha acabado gestando un título de gran calidad.
Cualquiera que se adentre en el mundo que ha sido recreado en esta producción en seguida quedará sobrecogido por su orientación JRPG. De hecho esta producción podría haber sido firmada sin problemas por Square Enix, Level 5, NIS, GUST o cualquier otra compañía nipona especializada en títulos de este talante. Pero insistimos en que el estudio responsable ha sido Kobojo, establecido en Escocia, el cual puede presumir de haber firmado un gran trabajo.
Fiel a su estilo, en este título debemos seguir los pasos del héroe de turno -Cael en este caso- para adentrarnos en una historia no especialmente original ni sugerente (todo sea dicho) en la que el protagonista entra en contacto con unas piezas llamadas Fragmentos Celestiales, unos objetos prohibidos que desencadenan un caos al que debemos poner remedio. Un argumento vago pero que gana pegada debido a múltiples aspectos, como por ejemplo la posibilidad de ir visualizando escenas de vídeo de corte anime de cuando en cuando, vídeos que han sido recreados con maestría gracias a la gran labor llevada a cabo por la compañía CyDesignation en su dirección artística.
Turnos, quests y exploración
Centrándonos ya en su sistema de juego, en esta aventura nos encontramos con todos los ingredientes principales presentes en todo JRPG, los cuales por cierto han sido bien representados. Y uno de los más importantes son las batallas, como ocurre en los grandes exponentes del género.
Las peleas se llevan a cabo por turnos, como ocurre en los juegos tradicionales de esta idiosincrasia, y en ellas podemos llegar a manejar a varios personajes. En cada uno de nuestros turnos es posible escoger la acción que más nos interese, ya sea elegir una clase de ataque determinado, usar un skill o habilidad concreta o emplear alguno de los muchos objetos que es posible ir recopilando a lo largo de nuestro viaje. Para efectuar cada movimiento debemos pulsar el icono apropiado y realizar la acción correspondiente en la pantalla táctil. En función de la contundencia de cada ataque debemos dejar pasar varios turnos para que ésta se "cargue" de nuevo y vuelva a estar disponible, factor que añade una carga estratégica a unos combates bastante tácticos ya de por sí.
Además y a pesar de transcurrir por turnos, lo cierto es que las batallas gozan de una fluidez notable. Para comenzar cada una es necesario entrar en contacto con los enemigos que aparecen en el escenario, los cuales han sido representados por una especie de burbujas transparentes, por lo que dichas batallas no suceden de manera aleatoria. Los combates presentan una vistosidad más que acusada, por lo que cada enfrentamiento acaba proporcionando grandes momentos y bastante diversión. Una cualidad que, en un JRPG, termina acaparando mucho protagonismo.
Cuando no estamos en mitad de un asalto, lo más normal es que estemos sobrevolando los escenarios. Sí, porque para movernos por todo el mundo de Ontaron y sus respectivas áreas de juego (el País del Viento, Terran Lands, etc.) podemos echar mano de una especie de Glifo que nos permite desplazarnos rápidamente por fondos recreados en 2D con scroll lateral.
La pantalla táctil nos permite dirigir a nuestro personaje con precisión, si bien echamos de menos la posibilidad de poder realizar alguna que otra acción más aparte de volar por los decorados. Por fortuna dichos escenarios suelen depararnos la presencia de varios NPCs, los cuales nos proporcionan información e, incluso, la opción de participar en varias Quests adicionales que añaden variedad a la trama principal.
También es posible ir mejorando el nivel de habilidad de nuestro personaje en varios aspectos como su capacidad ofensiva, inteligencia, defensa, etc. Sin embargo la forma de evolucionar al protagonista guarda una relación directa con las más de 200 armas diferentes que es posible recopilar, cada una con sus propios atributos como acabamos de comentaros, por lo que el factor exploración gana bastante interés. A esto se suma la posibilidad de cambiar la clase de nuestro protagonista, dotándole así de atributos distintos.
En fin, que estamos ante una aventura bastante completa y jugable, relativamente extensa (unas 10 horas de juego) para lo que suelen depararnos este tipo de títulos móviles, y realmente trabajada técnicamente. Sí, porque se trata de una obra que goza de un acabado tremendamente atractivo, con decorados de gran belleza y personajes bien modelados. Y como guinda, las partituras consiguen recrear una ambientación excepcional, siendo una de las mayores virtudes que presenta el juego.
Puede que aquellos usuarios que estamos acostumbrados a las grandes producciones JRPG realizadas para consolas y PC, esta obra de Kobojo se nos quede algo justita en ciertos aspectos como su duración, profundidad, posibilidades jugables a largo plazo y demás aspectos. Simplemente, se tratan de producciones diferentes. Pero a pesar de eso es justo ensalzar el buen trabajo efectuado por sus diseñadores, que nos permite degustar una aventura claramente enfocada a satisfacer a los amantes del rol nipón y que presenta una calidad global notable.
- Los combates por turnos resultan satisfactorios
- Nada de elementos freemium: se trata de un título completo
- Más de 200 armas que recopilar, todas ellas diferentes
- El argumento no es que sea demasiado original
- Algunas Quests son demasiado vagas, de relleno total
