Seguro que os suena eso del Crash del Videojuego de 1983. Fue una época complicada para nuestro mundillo. Básicamente, hubo una crisis de confianza, motivada por bajos estándares de calidad. Atari fue una de las compañías que más contribuyeron al desastre, reorientando su producción inmediatamente hacia el mercado de microordenadores. No eran los únicos. En el mercado estadounidense la desconfianza hacia todo lo que tuviera que ver con una consola era mayúsculo. Se decía literalmente que "los videojuegos estaban muertos". ¿No había ningún tipo de salida a esta situación?
Nintendo, que acababa lanzar su exitosa Famicom en Japón, pensó que tal vez con EEUU debía modificar su estrategia. Por supuesto, en 1985 lanzaría la NES que todos conocemos, pero al mismo tiempo preparó un hardware que se alejara de la concepción de "juguete" y se acercaba más a lo que conocemos como ordenador personal. Su nombre era Nintendo Advanced Video System y se asemejaba a otros productos como el mítico ZX Spectrum (1982) o el Amstrad CPC (1984). Hoy en día es una auténtica reliquia de un pasado perdido, pero merece mucho la pena conocer su historia.
El ordenador de Nintendo
Lo más llamativo de Nintendo AVS era que se presentaba en el mercado como un ordenador doméstico: tenía su propio teclado, dos controladores, un joystick, una pistola Zapper que se podía convertir en una especie de wiimote, una grabadora de cassettes y hasta un cartucho que daba la opción de programar en BASIC para crear tu propio software (algo muy común en los microordenadores de la época). ¡Hasta tenía su propio teclado musical! Y eso no es todo: estaba libre de cables, usando una interfaz de infrarrojos, una tecnología bastante moderna por aquel entonces.
El producto estaba muy alejado del tono de la Famicom estrenada en Japón. Esta era una máquina mucho más seria y "premium", con un precio que nunca se llegó a anunciar, pero que por todo lo dicho fácilmente podría haber costado cerca de 500 dólares de la época (lo cual era un precio elevado). A pesar de lo vanguardista de su diseño y prestaciones, pocos comercios se interesaron en el invento, y Nintendo se vio obligada a modificar su estrategia con el mercado norteamericano.
Esto es algo que no pilló a nadie desprevenido. La prensa de la época comentó que los nipones habían "errado en sus cálculos" dentro de un mercado que venía de una malísima percepción hacia todo lo que tuviera que ver con videojuegos. Ni siquiera mostrando los 25 juegos del catálogo inicial fueron capaces de convencer a las principales distribuidoras del país, que veían muy arriesgado poner dicha máquina en los escaparates de sus tiendas.
Era hardware que se alejaba de la concepción de "juguete" y se acercaba más a lo que conocemos como ordenador personal
Aquí acabó el sueño de Nintendo de tener su propio ordenador personal. Sin duda, se trataba de una idea con gran potencial, pero que llegó en un momento inapropiado. Tanto público como comercios no estaban convencidos de que los videojuegos tuvieran futuro, y la propuesta de microordenador que hacía el fabricante japonés no era novedosa, sino que se había visto ya en marcas como Commodore o MSX, por citar solamente algunos ejemplos.
Por suerte, tras este experimento (que en realidad no fue tal) la empresa se puso manos a la obra para lanzar la Nintendo Entertainment System en Estados Unidos, con una estrategia basada en promocionar la consola como un juguete, tratando de esquivar así la ola de pesadumbre relacionada con el mundo del videojuego. Tuvo éxito y a ello le debemos que hoy podamos jugar a títulos de sagas como Super Mario, Zelda, Metroid o Donkey Kong.