Tanto la última aventura de Slayer como la expansión Wastelanders apostaron por priorizar el pulido.
Fallout 76 tuvo, sin duda, uno de los lanzamientos más atropellados de los últimos años. Algunos de sus problemas eran de diseño, sin duda, pero las imperfecciones técnicas fueron las que se convirtieron en verdaderas pesadillas para los jugadores… y por ende, también para los desarrolladores. Pero suele decirse que de los errores se aprende, y a día de hoy no solo tenemos un MMO-lite mucho más disfrutable, sino que también Bethesda reconoce haber aprendido la lección de cara a sus títulos más recientes.
"El hecho de que algo no vaya bien, quiero decir, nunca quieres que algo no vaya bien, pero ese no debería ser tu razonamiento para pensar 'deberíamos haber probado esto' [para este problema específico]" explica el vicepresidente Pete Hines al portal US Gamer en una entrevista reciente. "Es el razonamiento para pensar en cómo deberías hacer las cosas de otra forma. Creo que aquello [el estado inicial de FO76] impactó en nuestra forma de evaluar DOOM Eternal y [Fallout 76: Wastelanders] el año pasado".
Continúa: "Dijimos 'estos no están listos, no vamos a cometer otro error, vamos a tomarnos un tiempo extra aunque ese periodo duela, y es molesto, y te pierdes unas vacaciones' [...] DOOM Eternal fue mucho mejor por ello, y la respuesta a Wastelanders también fue mucho mejor por ese tiempo adicional". Ambos productos fueron retrasados de finales de 2019 a primavera de 2020, y ciertamente los dos han conseguido buenas impresiones tanto de la prensa especializada como de los aficionados.