Hace mucho que a tu sistema operativo no le viene tan bien que
Con el tiempo, los móviles Android han ido necesitando más y más recursos para funcionar bien, tanto en cuestión de RAM como de espacio, e históricamente el método estrella para liberarlos siempre ha sido cerrar aplicaciones, pero parece que es contraproducente. La lógica sería que al hacerlo "abrimos paso" para las aplicaciones que queremos usar de verdad, pero a la hora de la verdad no solo no lo conseguimos, sino que acaba por ralentizar el uso de nuestro dispositivo.
Veamos exactamente cómo funcionan los móviles Android para entender por qué es así. Ten en cuenta que el SO está diseñado para reducir el gasto de recursos por las aplicaciones y procesos en segundo plano. Sí que existen algunas que necesitan ejecutarse en la trastienda sí o sí para poder funcionar correctamente… Más abajo verás a qué nos referimos.
El mito de cerrar aplicaciones en Android
Hay una serie de creencias sobre los beneficios que puede entrañar cerrar aplicaciones, y no solo en Android, sino también en iOS. El primero es que al hacerlo se ahorra batería. Por suerte, hace varias versiones del SO que se lleva optimizando el gasto de la batería independientemente de las aplicaciones en segundo plano.
Por otra parte, según leemos en MakeUseOf, está probado que quitarse de en medio apps que no usamos no va a hacer que las que priorizamos funcionen mejor. De hecho, al hacerlo, nuestro teléfono se verá obligado a reabrir esos procesos ocultos de las aplicaciones que necesitan estar operativas en todo momento, con lo que necesitará estar trabajando más cada vez que realizamos esta acción que consideramos que "despeja el rendimiento".
Cierra lo que quieras excepto las apps que más usas
Hay apps que abrimos constantemente, como las de mensajería, redes sociales, correo electrónico, mapas, etc. Si tienes presente cuáles son, lo más recomendable es mantenerlas funcionando, porque aparte de que se abrirán más rápido cuando las necesitemos, no tendrán que cargarse de cero cada vez que lo hagamos. Recuerda que el que estén en segundo plano no significa que estén rindiendo a todo trapo —es como el modo suspensión de Windows, vaya—, pero cada apertura provoca un pico de consumo que sí puede drenar la batería.
Sí que podríamos animarte a que te deshagas de los procesos que usas menos, como juegos u otras aplicaciones menos frecuentes para ti. En estos casos, si las abres, será una acción más esporádica que no incide tanto en el uso general del teléfono.
Android acaba con las aplicaciones de serie
Hay un proyecto de la comunidad de Android que se llama "Don't Kill My App" que muestra las capas de personalización de qué marcas de teléfonos tienden a cerrar aplicaciones más frecuentemente. Samsung, OnePlus, Huawei o Xiaomi son algunas de las más agresivas en este sentido, así que imagina lo que ocurre si aparte de lo que ocurre de serie, añades tu propia manía de quitar procesos.
Tres inicios: en frío, semicaliente y en caliente
En la página para desarrolladores de Android se especifican tres tipos de inicio: en frío, semicaliente y en caliente. El frío es un inicio realizado cuando se ejecuta una aplicación de cero, después de haberla cerrado. Este tipo de inicio requiere de más tiempo y recursos para poder llevar a cabo todos los procesos necesarios para lanzarla.
Por el contrario, un inicio semicaliente se realiza con una aplicación que ya está en la memoria del teléfono (accesible desde el menú de multitarea), y en este caso no hace falta más que un "subconjunto de operaciones" para reabrir la app. En el caso de los inicios en caliente, ya hablamos de recuperar una aplicación recientemente usada, y en este caso la actividad o "esfuerzo" que tiene que realizar tu Android es mínima.
En resumen, si quieres ahorrar algo de recursos, cierra única y exclusivamente las aplicaciones que uses menos. La otra razón para hacerlo es literalmente si tienes problemas con alguna que esté funcionando mal o se haya quedado congelada.
Imagen | Rami Al-zayat en Unsplash