La mayor feria de videojuegos de Europa se prepara para su edición más ambiciosa hasta la fecha, marcada por un contexto histórico: el fin definitivo del E3. Ahora, y con la Gamescom habiendo ganado presencia, muchos usuarios valoran que los alemanes han ganado el terreno a los estadounidenses tras años de competición. Sin embargo, para el máximo responsable del evento en Colonia, Alemania, ambos eventos no competían, aunque sí asume que ahora tienen una responsabilidad adicional para convertirse en el punto de encuentro clave de la industria.
En una entrevista con The Game Business, Felix Falk, director gerente de Game —la asociación alemana que organiza Gamescom—, ha explicado que la relación con el E3 siempre fue de colaboración, no de competencia. Según sus palabras, ambas ferias se complementaban: la primera servía para anunciar juegos y la segunda para que el público los probara. "Tuvimos una gran asociación con el E3 durante estos años, y nunca fue una competición. Era más… anuncia tu juego en E3 y juégalo en Gamescom", señaló.
La desaparición del E3 en 2023, tras varios años de incertidumbre y un último evento físico en 2019, ha cambiado el panorama. Falk reconoce que, si bien esta situación ha beneficiado a Gamescom al posicionarla como la gran semana global de los videojuegos con la mayor visibilidad, también ha supuesto retos, ya que muchas compañías tuvieron que reorganizar su calendario de anuncios y coordinar sus estrategias a nivel internacional.
La Gamescom se ha erigido como el gran evento de Occidente
Con el paso de los años, estas dificultades han disminuido y cada vez más editoras han vuelto a apostar por Gamescom para sus grandes revelaciones. "En el pasado costaba convencer a algunas de estas compañías, pero si ves el cartel de este año, prácticamente todos están aquí", afirmó Falk, destacando que el evento ha recuperado a casi todos sus socios habituales.
Este 2025, Gamescom promete romper todos sus récords: del 20 al 24 de agosto en Colonia, Alemania, reunirá por primera vez a más de 1.500 expositores y ocupará 233.000 metros cuadrados, la mayor superficie de su historia. Una edición que no solo busca mostrar lo último en videojuegos, sino consolidar a la feria como el gran escaparate mundial de la industria en ausencia de su histórico aliado, el E3.
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