A estas alturas, muchos conocemos las posibilidades del Bluetooth. Este método de conexión, más popular unas décadas atrás cuando no estaban tan establecidos los smartphones ni aplicaciones de intercambio y mensajería como WhatsApp y Gmail, lleva con nosotros tantos años que ya forma parte de nuestro día a día. Sin embargo, si te preguntásemos por el origen de su nombre, ¿sabrías decirnos a qué se debe su denominación? Aunque no lo sepas, está relacionado con la antigua historia nórdica.
Como recoge Techspot en una reciente publicación, las raíces del nombre de Bluetooth se remontan hasta el siglo X. No obstante, nosotros comenzamos a conocer esta tecnología unas décadas atrás, momento en el que un consorcio conocido como Bluetooth Special Interest Group (SIG) la desarrolló y comenzó a ganar popularidad gracias a firmas como Nokia, Ericsson, IBM, Toshiba e Intel. Y, de hecho, fue gracias a Intel que hoy conocemos a esta tecnología con dicha denominación, ya que Jim Kardach fue el autor de darle un nombre provisional que terminó pasando a la historia.
Un rey que unificó dos territorios
Según relata la publicación de Techspot, Kardach sugirió “Bluetooth” como nombre en clave hasta que optasen por una denominación formal. Finalmente, dicho término fue el que terminó imponiéndose, y su origen se debe a Harald “Bluetooth” Gormsson, un rey nórdico del siglo X que fue célebre por conseguir unir Dinamarca y parte de Noruega. Y, en honor a cómo unió dos regiones, Kardach decidió que era un gran homenaje utilizar su apodo para dar nombre a una tecnología que estaba a punto de cambiar el panorama mundial.
Gormsson, tal y como detallan en los libros de historia, gobernó Dinamarca desde el año 958 hasta 986; además, también hizo lo propio con Noruega desde el 970 hasta el ya citado 986. Así, Kardach imaginó a la tecnología naciente como “unificadora”, razón por la que escogió el nombre “Bluetooth”. Sin embargo, no existe un origen concreto de este mote, ya que algunos apuntan a su afición a los arándanos y otros a aspectos como tener un diente “azul” (seguramente por culpa de una caries). No obstante, independientemente del origen del mote, lo cierto es que su legado sigue vivo más de 1.000 años después gracias a la tecnología.
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