Las noticias sobre la compañía OpenAI se han multiplicado las últimas semanas desde la salida y reintegración de su CEO, Sam Altman. Gracias a los inversores y empleados, el CEO logró ser restituido en tan solo cuatro días, pero la especulación sobre su cese por la junta de la empresa no ha dejado de crecer ante la falta de información oficial. Una de las razones os la comentábamos aquí, ya que se cree que Altman buscó financiación externa y se reunió con empresas de Oriente Medio para conseguir sustituir los chips con los que opera su inteligencia artificial con unos más eficientes, las nuevas unidades de procesamiento tensorial (TPU).
Este tipo de maniobras habrían sentado mal a una junta cuya visión del futuro de la compañía todavía no se ha ajustado al nuevo rumbo, y es que recordemos que OpenAI se fundó originalmente como una organización sin fines de lucro en diciembre de 2015. Su misión inicial era promover y desarrollar inteligencia artificial de manera segura para que sus beneficios fueran ampliamente compartidos con la humanidad. Sin embargo, en 2019, OpenAI transitó a un modelo de empresa con fines lucrativos, que la ayudaría a cumplir sus objetivos y, según ellos afirman, mantener sus compromisos éticos.
Pese a que Estados Unidos penaliza la búsqueda de capital extranjero, esta no parece una razón de suficientemente para el despido tan fulminante de su carismático CEO, y es que en los últimos días, varios filtrados han ofrecido algunas pistas sobre un gran cambio que se avecina en la empresa, y al que han bautizado como Q* (Q-Star), un nuevo salto en el objetivo de alcanzar la AGI, Inteligencia Artificial General. El término puede resultar confuso porque ahora nos encontramos en la etapa de Inteligencia Artificial Generativa, que es la utilizada en la creación de imágenes, música, vídeos o chatbots como GPT-4, por ejemplo, y que se tratan de modelos de lenguaje a larga escala (LLM) capaces de generar contenido nuevo en base a grandes bases de datos.
Se especula que la Q viene de Q-learning, un método de aprendizaje basado en el refuerzo
Es decir, que el modelo que tenemos actualmente, aunque en ocasiones lo camufle bien, no dejan de ser en el caso de chatbots, por ejemplo, una sofisticada manera de buscar y replicar información en base a los conocimientos que dispone el modelo. Es por eso que en el ámbito de las matemáticas, cuando le propones a ChatGPT una operación relativamente sencilla, a menudo se equivoca, ya que puede confundir los datos almacenados con ejemplos anteriores que no necesariamente se correspondan a la consulta del usuario. Y esto es lo que vendría a resolver Q*. Y habría empezado por la cosa más básica: las matemáticas que podríamos encontrar en la escuela de primaria.
Qué es Q*: el nuevo salto en inteligencia artificial
Dicho de esta manera no suena como un gran salto, pero sin duda lo es. Se especula que la Q viene de Q-learning, un método de aprendizaje basado en el refuerzo que estimularía al código a realizar operaciones complejas en base a la suma de recompensas recibidas en operaciones previas. Algo que, en nuestro aprendizaje humano podríamos resumir como "experiencia". Y esa es la diferencia con la AGI: la inteligencia artificial limitada a replicar el conocimiento acumulado daría el salto a comprender.
Esto significa que la inteligencia artificial general no solo sería capaz de realizar operaciones matemáticas sencillas, sino aprender de sus errores relativizando, generalizando, asimilando y comprendiendo los patrones detrás de cada operación. Si realmente como dijo Galileo Galilei, "las matemáticas son el lenguaje del universo", lo que comenzarían siendo problemas elementales de una clase de primaria podrían pronto ser multiplicados exponencialmente a operaciones mucho más complejas en el ámbito científico, estadístico o económico, por ejemplo.
Lo cual, por supuesto, habría podido suscitar las dudas de hasta qué punto se debe apresurar este desarrollo dentro de la propia OpenAI, ante la gran cantidad de debates ético que esto suscita, y que el propio Altman habría querido acelerar demasiado rápido las cosas ante una más prudente junta. Sea o no cierto, Altman dijo una frase que pasó algo desapercibida en su momento, ante la vorágine de titulares que causó su despido: "Cuatro veces en la historia de OpenAI, la última en las últimas dos semanas, he conseguido estar en la sala cuando empujamos el velo de la ignorancia hacia atrás y la frontera del descubrimiento hacia adelante, y conseguir hacer eso es el honor profesional de toda una vida". Este enigmático post hace pensar que, efectivamente, ha habido un nuevo descubrimiento en el cuartel general de OpenAI. Y la cuestión es si Q* es realmente un salto tan grande como se especula o la fiebre de la inteligencia artificial está haciendo volar demasiado nuestra imaginación.
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