Tal vez no estés siguiendo Tokyo Vice, y creo que es un error, porque entre la abarrotada oferta de estrenos de las plataformas de streaming, esta serie de HBO Max me parece una de las series más interesantes. Está basada en las memorias del periodista Jake Adelstein, y ofrece una mirada fascinante a la vida en los bajos fondos del crimen organizado en Tokio. Con una trama que gira en torno a la lucha policial contra la yakuza y las complejidades del periodismo en Japón (especialmente para un occidental), Tokyo Vice engancha desde el primer momento y no te suelta.
Es importante destacar que este artículo contiene spoilers muy moderados de los primeros cinco episodios de la segunda temporada de Tokyo Vice. También os ofrezco un consejo de amigo: si no tenéis frescos los episodios de la primera temporada, os recomiendo darles un revisionado, porque la trama de esta segunda temporada arranca justo en el final de la anterior, y son tantos los detalles y los personajes que resulta sencillo olvidar algún elemento importante.
La segunda temporada de Tokyo Vice marca una interesante evolución en el enfoque de la serie. Si bien la primera temporada se centró principalmente en la investigación de un asesinato, la segunda temporada se adentra en el mundo policial siguiendo los pasos del libro homónimo de Jake Adelstein. Aunque ese crimen sigue teniendo cierta importancia para el argumento, ya no mantiene en movimiento el argumento de la serie como las historias de los protagonistas, que logran tener un peso tan significativo que se sustentan por sí mismas sin necesidad de recurrir a este MacGuffin. Esta nueva dirección en la trama añade profundidad a la serie y humaniza a sus protagonistas, logrando una fuerte vinculación con los protagonistas, preocupándote por sus pequeñas miserias cotidianas, alegrándote de sus éxitos y preocupándote por su futuro en un territorio tan peligroso como es el ámbito criminal.
Ansel Elgort y Ken Watanabe
Altibajos en la segunda temporada
A pesar de perder a Michael Mann en la transición entre la primera y la segunda temporada, la tensión creada por la trama sigue siendo sólida. Sin embargo, es importante señalar que la segunda temporada de Tokyo Vice no está exenta de puntos flojos. A medida que la serie se profundiza más en las relaciones entre los personajes, algunas de estas relaciones resultan algo arbitrarias o gratuitas en el contexto general de la trama, y parecen establecerse solo para mantener activos a ciertos protagonistas. Además, algunos "golpes de efecto" resultan tan exagerados que pueden recordar a una auténtica telenovela, con regresos esperados de villanos de toba mirada realizados con una teatralidad que casi resulta cómica, lo que puede resultar un poco desconcertante dentro del tono general de la serie.
Ansel Elgort
Bienvenidos al Tokio en los años 90
A pesar de estos altibajos, Tokyo Vice sigue siendo una serie fascinante por su retrato detallado del Tokio de los años 90. Todo lo malo que pueda achacarle a esta segunda temporada se diluye por ese retrato costumbrista de la ciudad, donde uno aprende que en Japón solo un ciudadano de cada millón es donante de órganos o se deja llevar por el romanticismo de los Basozokuslas, las bandas de moteros que inspiraron AKIRA y que tuvieron una importante presencia social en la época. Y seguro que más de un aficionado a los videojuegos dibujará una pequeña sonrisa al ver que el Street fighter II Special Edition cortaba la pana en los salones recreativos de la época. Todo eso aparece en Tokyo Vice de una manera natural e interesante.
Por último, hay que destacar el tremendo reparto de Tokyo Vice, que ofrece actuaciones destacadas que elevan aún más la calidad de la serie. Desde los protagonistas Ansel Elgort y Ken Watanabe hasta un grupo de secundarios extraordinarios, en el que sobresale el trabajo del veterano actor Shun Sugata, cuya presencia en la serie siempre resulta fascinante (y un guiño a los fans de Kamen Rider).
Shun Sugata
En resumen, Tokyo Vice es una serie que no se debería ignorar. Resulta una serie interesantísima no solo por el retrato que hace de Tokyo y sus particularidades sociales y políticas (que también se reflejan en su mundo criminal), si no por la emoción que produce algo tan sencillo como si al final de la historia el malo pagará por sus maldades, si el chico y la chica terminan juntos y si el policía veterano recibe el retiro y el mérito que merece. O quién llega vivo al final de la serie.
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