Supongo que a estas alturas nadie puede negar que tanto Steven Spielberg como George Lucas son dos de las figuras más influyentes de la historia de la industria del entretenimiento. Dos visionarios, incluso. Sin embargo, incluso ellos fueron incapaces de prever el impacto de uno de los mayores fenómenos culturales de finales del Siglo XX. Hablo de Akira, una obra maestra del anime que desafió las expectativas y, a pesar de la desconfianza inicial de Spielberg y Lucas, se convirtió en un hito cultural. La anécdota es que ninguno de los dos confió en que traer AKIRA a los cines norteamericanos de finales de los años 80 fuera a ser un negocio rentable, y no quisieron invertirar en esa oportunidad cuando se les presentó.
En 1988, Akira hizo su impactante entrada en la escena cinematográfica japonesa. El manga original de Katsuhiro Otomo, editado por la prestigiosa Kōdansha, ya era todo un fenómeno de masas en territorio nipón, e incluso antes de la finalización de la serie se convirtió en todo un acontecimiento cultural en forma de película de animación. Sin embargo, cuando se trató de llevarla al público occidental, Spielberg y Lucas dudaron. Ambos maestros del cine y el "negocio hollywoodiense", responsables de éxitos comerciales como la Saga Star Wars, Parque Jurásico e Indiana Jones, creían que la película japonesa era inadecuada para el mercado occidental. Esta decisión resultó ser un error monumental.
El impacto de AKIRA
El proceso de producción de Akira fue un hito en sí mismo. Con un presupuesto que superó los 500 millones de yenes (unos 5,5 millones de dólares), Akira se convirtió en la película de anime más cara jamás producida en su momento. La inversión fue arriesgada, pero los resultados hablan por sí mismos: Akira recaudó más de 750 millones de yenes (casi 8 millones de dólares) en su estreno en la taquilla japonesa en 1988. Este éxito desafió las expectativas y demostró que la visión de Katsuhiro Otomo estaba destinada a trascender fronteras internacionales y generacionales. Ni que decir tiene que la licencia de la película continúa siendo rentable y reportando beneficios anualmente.
Akira no solo fue un fenómeno económico, sino también técnico y creativo. Con más de 160.000 fotogramas individuales y 327 colores (50 de ellos creados en exclusiva), la película estableció nuevos estándares en la industria de la animación. Por ejemplo, al contrario de las convenciones de la época, Otomo optó por un enfoque único: la voz se grabó antes de animar a los personajes, siguiendo el estilo de producción estadounidense. Esta elección técnica influyó en cómo se realizan los animes hoy en día. Pero sus innovaciones no solo cambiaron la industria en Japón, su nivel de calidad obligó a que gigantes como Disney comenzarán a enfocar sus producciones desde otra perspectiva.
La influencia de Akira empapa la cultura pop más allá de las fronteras japonesas, de manera similar, por ejemplo, a la influencia de Blade Runner. Como la película de Ridley Scott, Akira introdujo a Occidente en un mundo de ciencia ficción distópica y ciberpunk muy personal y con una tremenda personalidad, que abriría la puerta a otras obras japonesas del mismo género tan influyentes como Ghost in The Shell o Alita: Ángel de Combate. Obras actuales de todo tipo como Stranger Things, Altered Carbon, Los Invisibles o Transmetropolitan han adoptado este tono oscuro y futurista, rindiendo homenaje a la visión de Otomo.
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La influencia de Akira no se limita al cine, la televisión, la literatura o el cómic. Kanye West hizo un guiño a la obra de Otomo en el videoclip de Stronger. La estética futurista y las escenas de motos son un tributo directo a la visión de AKIRA. Esta intersección entre la animación japonesa y la cultura pop occidental destaca cómo Akira trasciende las barreras del medio casi 40 años después de su estreno. Y es que durante estas cuatro décadas, Akira no ha dejado de ser relevante.
La película, junto con el manga original, se mantiene como una obra maestra que continúa inspirando a creadores y cautivando a fans de todo el mundo. La visión de Otomo, su gran historia, respaldada por la tremenda inversión económica y de esfuerzo, ha dejado una marca indeleble en la cultura pop de todo el mundo, desde la que se continúa rindiendo homenaje a la visión que cambió el cine de animación para siempre. ¿Podría haber sido su influencia todavía mayor si Spielberg o Lucas hubieran apostado por ella desde el principio?
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