Del concepto de "Tortugas Ninja Mutantes Adolescentes", hasta el momento, siempre me ha llamado más la atención esa parte de "ninja", porque, como un buen baptisterio romano del siglo primero, ¿a quién no le gustan los ninjas? Pero con el paso de los años, yo que he sido un amante de la franquicia de las Tortugas Ninja desde su primera aparición en forma de figura de acción en el 88, no dejo de asombrarme de la tremenda realidad que supone otra de las etiquetas de la franquicia, que la ha mantenido vivita y coleando más de 30 años: la de "mutante".
Y es que mucho han cambiado estos personajes y su universo desde su primera aparición en blanco y negro en el mundo de los cómics independintes, hasta su nueva y "actualísima" versión animada de Tortugas Ninja: Caos Mutante. Desde los dibujos animados de los 90 a su cruce con Batman, las olvidables (aunque espectaculares) películas producidas por Michael Bay, a El Secreto de los Mocos Verdes o aquel deleznable despropósito de Tortugas Ninja: La nueva mutación. Las Tortugas Ninja siempre han tenido cierto encanto gamberro y divertido que con este nuevo estreno de Tortugas Ninja: Caos Mutante logran una vez más regenerarse en una divertidísima propuesta con un encantador desenfreno adolescente.
La constante del cambio
Las Tortugas Ninja surgieron en 1984 de la mano de Kevin Eastman y Peter Laird, en un cómic protagonizado por cuatro tortugas mutantes especialistas en artes marciales. Reconvertidos en reticentes héroes accidentales, sus primeras aventuras eran tan descerebradas como intrascendentes, pero servían de homenaje a un tipo de cultura pop, de cine de samurais y ciencia-ficción, que todavía no había logrado ser mainstream.
Su independencia editorial permitió explorar temas frescos, captando lectores del extrarradio de las grande editorial norteamericanas y sentando bases sólidas para una franquicia millonaria que conocería un éxito masivo con una serie animada en 1987 y una línea de juguetes que marcó a toda una generación de niños. Todavía recuerdo un artículo de El País de la época en la que se comentaba con asombro que los niños pudieran divertirse con semejantes pedazos de plástico verde, y lo violentas y agresivas que eran, en general, las Tortugas Ninja. Para que veáis que siempre hay alguien que piensa en los niños, aunque esté muy lejos de comprenderlos.
El renacimiento vino en 2011 cuando la editorial IDW Publishing, llevada por la nueva ola de nostalgia que todavía disfrutamos, recuperó la licencia en sus cómics profundizando en orígenes y relaciones, añadiendo capas de complejidad. Buscaban a un lector adulto que tal vez echara de menos la primera versión original de los cómics, pero ha servido para reforzar una licencia que en realidad nunca ha dejado de ser popular entre los chavales más jóvenes. Por el camino, claro, un buen puñado de series de animación que han mantenido a los personajes en activo y de las que esta nueva película es heredera, bebiendo sin ningún tipo de sonrojo en lo formal del éxito de las nuevas películas de animación de Spider-Man y su Spider-Verso de la misma manera en la que los cómics originales lo hacían del trabajo de Frank Miller para Marvel y su Daredevil.
Una película pensada solo para divertir
Tortugas Ninja: Caos Mutante recupera a Leonardo, Donatello, Raphael y Michelangelo y potencia su carácter adolescente, su pasión por las pizza, la música pop, los videojuegos y las ganas de divertirse. Caos Mutante saca a las tortugas de las alcantarillas de Nueva York en busca de su propia identidad, y de paso, hacer frente a un ejército de mutantes que amenaza la ciudad. El resultado es tan divertido que se ha convertido en mi película preferida de las Tortugas Ninja.
Una vez señalado el evidente parecido con las últimas películas animadas del trepamuros de Marvel hay que abordar otros dos temas evidentes. El primero, es que se trata de una película juvenil y esa es una de sus grandes fortalezas. Porque más allá de los esperables (aunque muy bien llevados) temas de la angustia adolescente, de esa necesidad de salir a conocer un mundo (que nos odia y nos teme) y la búsqueda de aceptación e identidad, la película fluye a una velocidad endiablada a golpe de buen humor y una animación y una estética que engancha a la primera. No creo que nadie se aburra entre el público, tenga la edad que tenga.
El otro punto importante a tratar es el de los cambios. Porque los fans de las tortugas Ninja también cuentan con puristas entre sus filas y ya hay más de uno alzando su airada protesta en las redes sociales sobre los cambios (menores) en el origen de los personajes o los cambios aquí y allá de la mitología heredada por la franquicia. Bueno, no creo que tenga mucho sentido quejarse porque como os comentaba antes, la naturaleza de la franquicia no es otra que la de mutar con los años. E igual que April O’Neal aquí es un una joven estudiante afroamericana que quiere ser periodista, y no una periodista profesional y mono detrabajo amarillo con escote, hay que recordar que en un primer momento April era una informática que ayudaba a Baxter Stockman. Así que cada encarnación de las Tortugas Ninjas es diferente y tiene sus particularidades, hay una versión para cada cual y que cada uno elija la que más le guste.
Y a mi me ha gustado particularmente esta versión perpetrada por Seth Rogen y Evan Goldberg (al guión) y Jeff Rowe, director también de la estupenda Los Mitchell contra las máquinas, que se está convirtiendo en uno de mis directores de animación preferidos. Principalmente, porque esta película es tremendamente divertida, no se recrea en las partes más sensibleras, narrativamente va al grano y sabe que tiene que aprovechar cada minuto de su metraje para sorprender y entretener. No hay ni un segundo de aburrimiento, y eso es mucho decir. Para lograr este estupendo resultado el equipo creativo no ha tenido más que mirar el nombre de la franquicia que adaptan.
Tortugas. Ninja. Mutantes. Adolescentes.
Tortugas, claro, ahí la carga dramática de ser un quelonio en un mundo de humanos; ninjas, por aquello que decía antes, que a todo el mundo le gustan los ninjas porque es parte del god tier de la molonidad cultural pop; mutantes, para disfrutar de libertad creativa a la hora de recrear esta mitología, y de paso, colar multitud de bichos raros en pantalla; y finalmente, adolescente, porque esta película parece salida de la mente atropellada de un cuarteto de quinceañeros, preocupados solo por divertirse, las redes sociales, los conciertos de Adelle, sus partidas a Forza Horizon y solucionar el enigma supremo de nuestra sociedad: ¿Qué Chris es el Chris Prime, entre Evans, Pratt y Pine?
Quiero destacar la clase magistral de cultura pop que supone esta película, que va desde las menciones a los últimos taquillazos de cine a las estrellas musicales del momento o los animes japoneses que nadie debe dejar de ver en su vida, a las referencias a las anteriores versiones de las Tortugas o las películas de Jackie Chan, que en esta versión tortugosa interpreta al Maestro Astilla y que sabe hacerse un homenaje a sí mismo que resulta una delicia para todos aquellos aquellos que durante décadas hemos disfrutado de sus películas.
Lo importante, como trata de enseñar la peli (que también tiene su pequeño toque moralizante) es entrar en el cine a ver esta película sin prejuicios. Si eres un fan veterano de las Tortugas Ninja recordarás por qué te gustaron de chaval. Si no lo fuiste nunca, seguramente la disfrutarás por sí misma, porque Tortugas Ninja: Caos Mutante no quiere enredarse en líos de canon ni nada parecido. Tortugas Ninja: Caos Mutante divierte con una despreocupación y ligereza asombrosa. Y si eres un fan de Street Sharks o Los Motoratones de Marte, bueno, no pasa, todos tenemos nuestros problemas.
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