Como fan de Star Wars solo puedo decir una cosa: estamos viviendo un sueño. Living the dream! Literalmente, mi sueño. Un sueño que de distintas maneras me ha perseguido durante toda mi vida. Porque cuando yo era canijo y todavía podía tirarme al suelo para jugar con mis muñecos de La Guerra de las Galaxias sin que me crujieran las rodillas, yo soñaba con el momento que los fans de Star Wars estamos viviendo. En los últimos años, y desde que Lucasfilm vive bajo el paraguas empresarial de Disney, hemos visto cinco estrenos cinematográficos, multitud de series y un revivir de la franquicia en todos los terrenos imaginables que no olvida, por supuesto, los videojuegos.
El sueño infantil era que Star Wars no se quedara tan solo en las tres películas (más las de los Ewoks, los dibujos, los cómics y los juegos). Que siguiera creciendo. Más Star Wars. Un no parar de droides, alienígenas, jedis y cazarrecompensas. Tras las precuelas, incluso cuando hemos disfrutado con Clone Wars durante ya casi dos décadas, el sueño seguía. Y es que me seguía faltando Star Wars en acción real, con sus naves, sus piu, piu y su banda sonora épica a la par que pegadiza. Y eso ha llegado todo de golpe, con nuevas películas y nuevas series. No diré que es demasiado porque, como la pizza, nunca es "demasiado" Star Wars.
No saber qué voy a ver a la semana siguiente es algo mágico
No entraré ahora a hablar sobre la trilogía de secuelas. Comprendéis que todavía son polémicas, ¿verdad? Diré que con todo, las defiendo y les tengo cariño. ¿Son perfectas? En absoluto. Pero sí tienen cosas que me gustan mucho y aciertos que considero brillantes y momentos que siguen sacándome una lagrimita de emoción. También tiene algunas cosas que no me gustan nada de nada, pero oye, nadie es perfecto… Excepto, tal vez, El Imperio Contraataca. El caso es que, en un primer momento, The Mandalorian llegó a nuestras vidas un poco a la sombra de Rey, Finn y Poe, y sin darnos cuenta, se ha convertido en la punta de lanza actual de Star Wars.
El "Fenómeno Baby Yoda"
Gran parte de la culpa la tiene Grogu, que de la noche a la mañana, casi literalmente, hizo del concepto "Baby Yoda" un fenómeno social enorme. Un reclamo poderosísimo a escala global para una un público totalmente ajeno a Star Wars que entró de lleno a The Mandalorian gracias a su diseño. Jon Favreau y Dave Filoni, responsables de la serie, también tenían en el punto de mira a los fans desencantados. Siendo ellos mismos unos auténticos fanáticos de la saga, además de alumnos aventajados de George Lucas en el terreno estrictamente profesional, hicieron el producto Star Wars que a ellos les gustaría ver.
Favreau y Filoni en el rodaje de The Mandalorian
Del fan de Star Wars para el fan de Star Wars
Hay ahí otra clave, y es que muchas veces lo que los fans quieren, y lo que las productoras creen que los fans quieren no es lo mismo. Filoni ya tenía experiencia trabajando con la cultura mandaloriana y sabía que con ese tipo de personajes, con esos diseños, y esas historias en las que se mezclan honor y tradición guerrera, al más puro estilo samurai, había un filón (¿Filón, filoni? ¿No, ni una risa?). Lo mismo pasaba con Favreau a la hora de plantear la serie: para alguien que ha crecido siendo un fan de Star Wars, ¿algo mola más que Boba Fett? El diseño y el misterio que envuelven al personaje, y que lo han mantenido vivo en el viejo Universo Expandido (ahora etiquetado "Leyendas"), eran perfectos para explorar con un nuevo personaje con tipo de historias y de tonos narrativos que se alejaran de las películas. Hacer "su propio Star Wars" en palabras del propio Favreau.
The Mandalorian: una ilusión semanal
La jugada ha salido redonda. Y es que la ilusión con la que espero cada estreno de The Mandalorian, semanal y anualmente, es tremenda. Creo que más allá de la factura técnica, y los efectos visuales, para mí la clave de The Mandalorian, es su capacidad de innovar. De sorprender al fan. Al no imitar a Star Wars, si no a los referentes que inspiraron a Star Wars en su momento, el cine de samuráis, el western y el cine bélico, principalmente, han logrado encontrar una personalidad propia que se sigue sintiendo Star Wars. Lo han hecho además colocando en segundo plano elementos tradicionales de la franquicia, como la familia Skywalker o la orden Jedi.Eso ha dado alas a la serie. Porque el fan, y el espectador en general, ya ha visto las películas, conoce esas historias. Acercarse a la galaxia lejana desde otra aproximación ofrece una especie de "ruta mental alternativa" para el público. Incluso para los que conocemos bien esta mitología cósmica. Y eso es importante, porque tras 40 años consumiendo compulsivamente, casi enfermizamente, Star Wars, a mí me resulta difícil encontrar cosas de Star Wars que me sorprendan. Todas me gustan y todas las disfruto, pero la sensación de no saber qué voy a ver a la semana siguiente es algo mágico que ha ocurrido muy pocas veces en el mundillo de Star Wars y que ahora durante varias semanas, se repite cada miércoles.
La serie ha logrado impactar, sorprender y enganchar a un espectro tan amplio de espectadores, no solo a los fans. A nadie se le escapa que el futuro de Star Wars no solo pasa por The Mandalorian, si no por las series que sigan su modelo (ojo a Ahsoka). La serie de Kenobi, con una estructura mucho más tradicional y encajonada (tal vez muy artificialmente) dentro de la cronología de Star Wars, palidece ante la pegada de Andor, una serie que "mandolea": un producto con aspiraciones cinematográficas que tiene de protagonista a un personaje casi desconocido, en una serie que no deja de ser una historia tradicional de espías durante la Guerra Fría. Nada de eso importa si tus actores son profesionales si tus directores tienen una buena historia y una buena dosis de talento y además, puedes utilizar los juguetes más bonitos de la juguetería, que son las figuras de Star Wars. Lo eran cuando yo era pequeño y hacía "piu piu" soñando con galaxias lejanas, y lo son ahora cuando cada semana Pedro Pascal se viste beskar.
La única pega que le podría poner a The Mandalorian es que no se estrena en cines. Porque por mucho 4K y mucho Dolby Vision que tenga una tele, nunca será la misma experiencia que ver la serie en una sala de cine. Star Wars es sinónimo de cine (a cuya evolución ha afectado en más maneras de las que parece a simple vista, dentro y fuera de la pantalla). Y The Mandalorian, con esa fotografía, esos efectos, esa banda sonora, esa épica y esa fantasía espacial pide a gritos una sala de cine, para sorprendernos de la manera que las últimas películas de Star Wars no fueron capaces.
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