Tras la trágica muerte del sensei Akira Toriyama, resulta difícil no encontrar un cierto consuelo en que Sand Land sea la propiedad intelectual que le rinda homenaje; aunque los azares del destino hayan sustituido a la dirección de marketing a la hora de capitalizar su deceso, lo cierto es que Sand Land, tanto el manga como la película que nos ocupa, es una obra perfecta para recordar al legendario autor.
Con una historia sencilla pero encantadora, un elenco de personajes con una personalidad y un diseño de inspiración inconfundible y un mundo lleno de referencias a su legado, Sand Land - La Película condensa las principales fortalezas del mangaka; con su estreno en cines, se reivindica como otro producto digno de ser recordado más allá de la gigantesca sombra de Dragon Ball y Dr.Slump, aunque en ocasiones su inusual forma de emisión, mezclando la película con la serie que se estrena paralelamente en Disney+, empaña un poco la estructura del filme con elipsis demasiado evidentes.
Más malos que un demonio
En el mundo de Sand Land, una terrible sequía ha secado las reservas de agua del mundo, que se ha convertido en un gigantesco desierto donde todas las especies pugnan por sobrevivir. El monarca que gobierna esta tierra ha asumido el control total del agua, vendiéndola a un precio prohibitivo mientra su pueblo muere. Rao, un anciano sheriff de un pequeño condado, harto de ver a la gente de su alrededor sufrir, decide intentar aliarse con los único que parecen estar ayudando a mejorar la situación: los demonios.
Beelzebub, el hijo del rey demonio, comanda un pequeño grupo de congéneres que, a pesar de que insisten en ser muy malos (tanto como para no lavarse los dientes por las noches), ayudan a los humanos de la zona robando el agua al gobierno. Rao, junto a Beelzebub y el artero Thief, se embarcan en una aventura para buscar un manantial legendario capaz de revertir esta situación para todo el mundo. Sin embargo, al régimen no le conviene que se investigue, y sus caminos chocarán frecuentemente.
Si hubiera que establecer una analogía de brocha gorda, Sand Land sería el acercamiento de Toriyama a Mad Max; los vehículos adquieren una importancia capital, tanto para el desplazamiento como para las contiendas. No esperéis luchas a lo Dragon Ball Z, ni escalas de poder absurdas o rayos de energía. Sand Land es la historia de un viaje, una aventura, y la acción es solo una parte del camino (y ni siquiera las más importante). Aunque hace gala de un tono ligero con ese maravilloso humor tontorrón característico de Toriyama, la trama se permite también introducir trágicos pasados e inesperados giros de guion; Sand Land es, ante todo, es un honesto ejercicio de puro entretenimiento, muy reminiscente del Dragon Ball original.
Sand Land es, ante todo, es un honesto ejercicio de puro entretenimiento, muy reminiscente del Dragon Ball original
Un detalle importante que creo que determina gran parte del tono de la película es su protagonista. Y es que, a pesar de que en los pósteres y materiales promocionales Beelzebub parece el Goku de esta licencia, nada más lejos de la realidad: el protagonista absoluto es Rao, y lo hace por méritos propios. Es un personaje extremadamente carismático e interesante, que encarna todas las virtudes del héroe crepuscular y al que Toriyama supo sacar un enorme partido en esta ambientación; las escenas de acción que protagoniza Rao son, sin ninguna duda, las mejores de la película.
Sand Land comenzó a publicarse en el 2000, en la era post Dragon Ball, con una premisa que Toriyama tenía muy clara: quería contar la historia de un señor mayor y su tanque; ya en Dragon Ball encontramos maravillosas ilustraciones de sus protagonistas en vehículos de corte futurista, y aquí quería llevarlo más allá. Es una pena que se note tanto que Toriyama quería que fuera la historia de Rao desde el principio, porque Beelzebub también es un compañero de viaje fantástico. Tiene un gran potencial para ser un antihéroe infantil de gran éxito, pero se ve totalmente eclipsado por Rao, e incluso por Thief, que termina siendo muy entrañable. Aunque la película se esfuerza por darle momentos para lucirse, no llegan a ser tan memorables como los de Rao.
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La película se las apaña para crear un variopinto grupo de secundarios alrededor de nuestros protagonistas, con villanos que tienden mas hacia lo cómico que a lo amenazante, pero que funcionan muy bien dentro de este universo. Las referencias a otras obras de Toriyama, como unas cápsulas al más puro estilo Capsule Corporation, el innegable parecido del rey del infierno con Dabra (personaje de la saga de Bu en Dragon Ball Z) o lo mucho que recuerda el ejército real a las formas de la Red Ribbon son detalles ineludibles para el fan, además de maravillosos estimulantes de la nostalgia.
Sand Land está realizada en su mayor parte en animación 3D, algo que en su momento le valió muchas críticas a Dragon Ball Super: Super Hero. Por fortuna, ambos proyectos han demostrado con creces que este tipo de animación, diseñada con mimo, es un vehículo perfecto para dar vida al característico estilo de Toriyama. Hay muchos momentos de la película que muestran tanto nivel de detalle, sobre todo en secuencias de diálogo, que nos costará diferenciar si estamos ante un 2D muy trabajado o ante 3D. Fusiona ambos tipos de animación de una forma soberbia, pero aporta un dinamismo y una fluidez espectaculares a las escenas de acción, aprovechando la profundidad del escenario y con animaciones muy fluidas para los protagonistas. Sand Land es un auténtico placer a nivel audiovisual, capta a la perfección ese dibujo de Toriyama repleto de detalle tras su aparente sencillez, y siempre rebosante de simpatía.
El filme tiene una duración aproximada de 1 hora y 45 minutos y, si bien siempre resulta entretenido, presenta un ritmo con altibajos algo extraños. Esto es debido sin duda a la decisión de convertir Sand Land en una serie que ya se está emitiendo en Disney+, con capítulos que en parte aprovechan el metraje de la película, pero con otros que introducen secciones que no veremos en el cine. En ocasiones estos cortes no son demasiado sutiles, y es algo que se nota en el conjunto. Sin embargo, no es suficiente para empañar una licencia que merece mucho más reconocimiento del que ha tenido hasta el momento. Es una pena que Sand Land vaya a pasar a la historia como la obra que prosiguió al ocaso de su autor, pero pocas formas mejores se me ocurren de sumergirse en el universo de Toriyama que con un producto con tanto corazón como el que nos ocupa.
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