Las películas del género bélico son unas que suelen ir de un extremo a otro: o ensalzan las mejores virtudes de sus protagonistas, a veces incluso obviando sus defectos más evidentes; o nos muestran a personajes sin el más mínimo escrúpulo, deleznables, y con los que cualquier espectador con un mínimo de moralidad no se sentirá identificado. Bien mirado, responden bastante al tópico de que las guerras sacan a veces lo peor, pero también lo mejor, del ser humano.
Y hay una película que, desde luego, parece que ha seguido al pie de la letra ese axioma, hasta el punto de reunir en su elenco a ejemplos de ambos extremos: los Doce del Patíbulo (The Dirty Dozen), de Robert Aldrich. Estrenada en 1967 por Metro Goldwyn-Mayer es uno de los más crudos exponentes del género del cine bélico de la época. Nos presenta la historia de doce reclusos condenados a muerte o a largas penas (de más de 20 años en la mayoría de los casos) por crímenes cometidos mientras eran soldados del ejército norteamericano en la Segunda Guerra Mundial.
Estos doce ''angelitos'' -encarnados por actores de la talla de Charles Bronson (la Batalla de las Árdenas), Telly Savalas (Kojak), Donald Sutherland (M*A*S*H), o John Cassavetes (Donde la ciudad termina)- son reclutados a la fuerza por el mayor John Reisman (Lee Marvin) para realizar una operación de comandos previa a la invasión de las fuerzas aliadas el Dia D, con el objetivo de desbaratar la cadena de mando alemana y minar su moral durante el desembarco. La tarea de Reisman consiste en adiestrarlos y convertirlos en soldados disciplinados y que puedan dar la talla, tras prometerles que sus penas serán revisadas.
Actores comportándose como verdaderos reclusos
El film tiene elementos suficientes para incomodar al espectador
En esencia, es una historia de redención, pero no una exaltadora o heroica, sino desagradable y cruda. El reclutamiento, entreno y ejecución de la misión que se les ha encargado a los reclusos tiene elementos suficientes para incomodar al espectador; no de una forma visceral o impactante como hoy en día, pero era raro ver en el cine bélico de los 60 a un elenco compuesto por antihéroes y presenciar sus acciones. Y aunque no fuesen el Diablo (no todo al menos), además de los crímenes que se les imputan, sus actos distan de lo que suele querer llevarse a los ojos del espectador.
Foto: Metro-Goldwyn-Mayer
Unos actos que parece que algún actor quiso ''empaparse'' en demasía de ellos para sus papeles. Y la elección de esta palabra no es aleatoria. Lee Marvin no confiaba en que la película fuese a tener éxito o fuera una buena producción. En una escena en la que tenía que salir conduciendo un semioruga acorazado con Charles Bronson manejando una ametralladora, no se presentó al rodaje. Estaba de borrachera en un bar cercano a la producción. Tras meterle varias tazas de café por el gaznate para que se serenara, en la primera toma se cayó del vehículo. La frustración de Bronson (que tampoco creía que la película fuera una producción de calidad) por este hecho y principal compañero de reparto de Marvin, hizo que en ese momento agarrara a Marvin y amenazó con matarle delante de todos; algo que, sí, es perfectamente observable en los campos de reclusos más violentos.
La película que puso a Donald Sutherland en el mapa
Aún así, el film también tiene sus momentos de humor, mostrados sobre todo por la picardía de la que Reisman y ''sus Doce'' tenían que utilizar para evitar que los altos mandos del ejercito no consideraran válidos a los reclusos para completar la misión y los devolviesen a prisión para cumplir sus condenas. Sin embargo, es asombrosa la capacidad que tenían los actores para no dejar de emanar un aura de ruda violencia incluso cuando realizaban acciones cotidianas. Telly Savalas hace un papel fenomenal en este film como un auténtico psicópata religioso, pero no es el que más se beneficio del film a nivel interpretativo.
Foto: Metro-Goldwyn-Mayer
Si os animáis a ver el film, descubriréis que no es fácil interpretar un papel como el de Sutherland
Si bien a día de hoy la trayectoria de Donald Sutherland es de sobra conocida por todo aficionado al cine que se precie, en 1967 no había tenido ningún gran papel en el celuloide. La suerte quiso que el actor original designado para interpretar a su personaje tuviera un arranque de altivez y dijera que el papel estaba por debajo de lo que podía ofrecer.
Sutherland fue llevado al set "in extremis" para la escena en cuestión, y viendo su trabajo, puedo decir que no comparto la afirmación del actor original. Si os animáis a ver el film, descubriréis que no es fácil interpretar un personaje como el de Sutherland; tanto a nivel de expresión como de lenguaje corporal. No es de extrañar que a partir de este film le empezaran a caer más ofertas a este canadiense decano del cine y que, a día de hoy, es uno de los actores más prolíficos de Hollywood.
Una muestra de lo que serían las películas los siguientes 10 años
Curiosidades y problemas algo ''divertidos'' aparte, el film estuvo lejos de ser un fracaso (logró 7.5 millones de dólares en su primera semana; mucho para la época), como todo el elenco principal dijo que sería. La crudeza y humanidad de las situaciones, aunque algo exageradas, son una muestra bastante buena de hacia dónde estaba evolucionando la forma de hacer películas de Hollywood; fue una de las primeras película del género (y del cine en general) con un elenco compuesto enteramente por anti héroes o personajes desagradables. Una tendencia que se perpetuaría durante una década con films como Taxi Driver con Robert De Niro a las órdenes de Martin Scorsese.
Para muestra, el dramatis personae del film. El mayor Reisman no era ningún santo -tanto dentro como fuera de la pantalla como se ha visto-, y sus superiores, como Ernest Borgnine (Estación Polar Zebra; La aventura del Poseidón), tampoco son unos oficiales modélicos, pues pese a que le encargaran la misión, no se esforzaron mucho en ponerle las cosas fáciles pese a la importancia de la misma.
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Foto: Metro-Goldwyn-Mayer
El film se puede disfrutar actualmente en HBO Max, sin embargo, si como yo sois aficionados al género, no me entretendría mucho. El próximo 31 de marzo abandonará el catálogo de la plataforma, y sólo será posible verlo si encontráis alguna copia de la película en DVD o Blu-Ray. El caso es que como historia de redención no encontraréis una que os haga sentir igual de mal al ver sus créditos.
Mal no en el sentido de que no sea una buena película (todo lo contrario, se considera por muchos aficionados un clásico) sino porque, por no haceros ningún ''spoiler'', es de esas en las que te das cuenta de la futilidad de las guerras, y de lo nauseabundo que puede ser el trato a los condenados y los prisioneros; de cómo, sin importar lo que esté en juego para un reo, son capaces de auténticas atrocidades (como se ve en el tramo final de la película) aunque a la vez capaces de desarrollar camaradería entre ellos, y generar empatía en el espectador.
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