Perdidos en un enigmático mundo de ciencia ficción, FRACT OSC se presenta como una original aventura de exploración en primera persona que nos invita a resolver ingeniosos rompecabezas al ritmo de música electrónica. Y lo hace con mucho estilo, demostrando que el género todavía es capaz de sorprender.
Desde hace unos años nos hemos acostumbrado a que los juegos de puzles sean algo más que eso, simples juegos de puzles. Y hay ejemplos a montones como Portal, Fez, Profesor Layton, Braid… y ahora también FRACT OSC. Una original aventura de exploración en primera persona que construye su acción en torno a la idea de resolver diversos rompecabezas al ritmo de música electrónica, en un entorno de juego de ciencia ficción muy influenciado por la estética de la película TRON.
Y es innegable que esta obra del estudio independiente Phosfiend Systems, galardonada con un buen puñado de premios en diversos festivales, tiene el encanto suficiente como para agradar a cualquier aficionado al género, que se encontrará con un título desafiante, muy enigmático en su puesta en escena y verdaderamente atractivo en lo audiovisual. Con especial mención al apartado sonoro del juego, que se beneficia considerablemente por la presencia de un completo sintetizador de música que nos va a permitir crear nuestras propias melodías.
Explorando lo desconocido
Parco en detalles hasta cotas insospechadas, FRACT OSC destaca de manera muy especial por su capacidad para atraparnos en su enigmático y oscuro mundo de ciencia ficción, en el que ya desde el principio nos sentiremos totalmente perdidos ante la ausencia de indicadores que nos marquen qué tenemos que hacer o hacia dónde debemos dirigirnos. Y es que será cosa nuestra, explorando con cierta libertad este vasto entorno de juego, el determinar el camino a seguir a lo largo de esta misteriosa aventura en primera persona, que se apoya en su faceta audiovisual para crear una experiencia de juego altamente recomendable.
En este sentido, la acción se divide en dos vertientes de juego claramente diferenciadas. Por un lado la exploración propiamente dicha, que nos llevará a recorrer tres grandes regiones con sus propios desafíos y particularidades; y por supuesto los rompecabezas, que nos harán estrujarnos los sesos en más de una ocasión tratando de dar con la respuesta a una serie de puzles no demasiado originales a nivel conceptual, pero sí muy llamativos en lo visual y, principalmente, en lo sonoro, donde FRACT OSC resulta verdaderamente atractivo.
No por nada hablamos de una aventura de carácter musical que no solo se apoya en sus melodías y efectos sonoros para crear una ambientación de lujo, sino que también plantea una serie de retos basados en el ritmo, en los que nos tocará crear sencillas melodías para accionar la maquinaria ancestral a la que debemos devolver su energía si queremos continuar nuestro viaje. Desafíos, insistimos, no excesivamente complejos, pero sí bastante interesantes por su puesta en escena.
Cierto es que nos hubiera gustado toparnos con puzles más originales y complejos a nivel jugable, ya que en algunos aspectos FRACT OSC peca de simple; pero la verdad es que hemos disfrutado mucho de nuestro viaje por este exótico mundo de ciencia ficción, y gran culpa de ello lo tiene la satisfacción que genera el ver cómo toda la maquinaria a nuestro alrededor reacciona, audiovisualmente hablando, a todos y cada uno de nuestros movimientos. Pero… ¿qué clase de puzles nos aguardan en esta obra? En líneas generales, podríamos hablar de tres grandes grupos de rompecabezas: los que se basan en el movimiento de grandes objetos a través de una cuadrícula; los que nos invitan a redirigir rayos de energía rotando diversos mecanismos, y los que hacen lo propio sobre una serie de paneles táctiles plagados de trampas y obstáculos.
Desafíos que se suman, como decíamos, a la exploración de un gran territorio de juego que aparenta más libertad de la que finalmente ofrece. Porque si bien es verdad se nos permite resolver los puzles en el orden que prefiramos dentro de unos límites, y que hay mucho espacio por recorrer entre unos y otros rompecabezas, el desarrollo de la acción, por así decirlo, es bastante lineal. No hay lugar para perderse porque hay un único camino a seguir; por muy escondido que esté en algunos escenarios. Nada negativo, por supuesto que no, pero sí es algo que conviene tener en cuenta a la hora de embarcarse en este enigmático viaje hacia lo desconocido.
Un periplo por un atrayente mundo de ciencia ficción que nos ha satisfecho bastante a pesar de sus limitaciones. Y todo ello gracias a esa estética y música que recuerda ineludiblemente al clásico del cine TRON, en el que se han inspirado sus creadores para dar vida a este título. El colorido de los escenarios, las formas geométricas que los dominan, esas construcciones mastodónticas coronando el horizonte, el juego de luces y su contraste… Phosfiend Systems ha demostrado tener un gusto exquisito en lo artístico, y es justo reconocer su mérito. Como también nos ha gustado mucho la banda sonora compuesta por Mogi Grumbles, que ha captado a la perfección ese estilo retro de ciencia ficción que impera en la obra.
Menos atractivo nos ha parecido el oscurantismo con el que se desarrolla la acción en contadas ocasiones, en las que de verdad no tendremos ni idea de qué se supone que debemos hacer para proseguir en la aventura. Obviamente habrá a quien le guste esta sensación de soledad, pero cuando esta falta de información se suma a unos puzles no demasiado claros, el resultado obtenido es negativo.
Muy atractivo en lo audiovisual y realmente inteligente en el diseño de su acción, FRACT OSC es una buena aventura de exploración musical que destaca por lo ingenioso y desafiante de sus rompecabezas. Estos no llegan al nivel de excelencia de otros títulos de corte similar, pero sí plantean un reto lo suficientemente atractivo como para que cualquier aficionado a los juegos de puzles disfrute con ellos.
- Muy atractivo en lo audiovisual. Su estética y banda sonora son dignas de mención.
- Puzles inteligentes y bien ejecutados.
- Sintetizador de música para que creemos nuestras propias melodías.
- En ocasiones no deja nada claro cómo debemos actuar.
- Algunos rompecabezas daban para más. La idea es buena, pero pecan de ser simples.
