Onechanbara es una auténtica cutrez. Tanto, que da pena: tras la dejadez asoma unos conceptos jugables que, con un poco de mimo, podrían haber convertido a la producción en una creación muy notable. No, no hemos venido a recibir una buena historia o rompernos la cabeza: pero tras su mata-mata hay algunos puntos que podrían haber convertido al juego en una delicia. No está mal, el precio le acompaña, pero podría ser mejor.
Dos clanes chocan en una batalla en la que acaban teniendo un enemigo común: un ejército de muertos vivientes que han invadido alguna de las ciudades más importantes del mundo. Deberán enterrar el hacha de guerra y colaborar. De su colaboración nacerá una de las mecánicas jugables más interesantes de Onechanbara Z2: Chaos: cuatro protagonistas rompiendo huesos y todo lo que se ponga por delante. No lo comprenderás al principio, pero tiene elementos interesantes que el juego acaba sabiendo explotar. Una decisión de diseño de juego excelente: ser generoso con la experiencia.
No tardarás mucho en tener a tus cuatro chicas con todos los combos comprados, y ahí es cuando comienza la fiesta. Luego puedes sumar nuevas armas y posibilidades a tus combinaciones y seguir evolucionándolas. La masacre será constante a partir de entonces: si sabes ver cuál es el tempo para combinar las habilidades de cada una de las protagonistas disfrutarás aún más. Acaba siendo un reguero de sangre grotesco, pero plenamente justificado cuando ves el contador de golpes superar los 500 hits. Eso ayuda a potenciarlas, si las potencias a la vez y las sacas todas a luchar, festival.
Slash, slash, slash, slash, cambio. Slash, Slash, Slash…
La cuestión: los enemigos. Auténticos memos. Es una especie de mezcla entre las mecánicas de un hack and slash y los enemigos de un Musou. Ya habrás deducido que no deben ser la cosa más complicada del universo, pero la verdad es que no es lo más importante de la presente producción, aún menos en la primera partida. La diversión, como imaginarás, viene con la segunda vuelta de juego, subiendo un pistón la dificultad e intentando sacar partido a todas las habilidades obtenidas en la primera vuelta. Ahí comienza Onechanbara, y funcionar, funciona.
Se puede comprender que Onechanbara acepta a la perfección su rol de juego con precio reducido, pero el problema es que no acaba creyéndose el hecho de que podría ser un muy buen videojuego. Desde que la franquicia nació ha sido un nombre relacionado con los juegos baratos, y viendo la factura del mismo se comprende a la perfección su rol. Sin embargo, es una lástima que no se pueda depurar todo un poco más: pocos enemigos son salvables, presentan una factura técnica y de diseño lamentable.
No puedes acceder a Onechanbara Z2: Chaos pensando en él como si fueses a jugar al juego del año
Su machacona música rompe tímpanos. Al final te acabas haciendo al estilo y te metes dentro, pero los primeros minutos de juego son de suicidio, máxime si es la primera vez que te adentras en la serie. Al menos puedes poner las voces en japonés. Una vez ves los primeros enemigos finales y vas obteniendo los nuevos poderes y potenciación todo fluye… o al menos lo intenta con mucho ímpetu. Por lo demás, todo lo que puedas imaginar: zonas cerradas en las que sacar partido a tu lado salvaje y romper enemigos de todos los tipos y colores. Es una pena que de Onechanbara siempre se hable de su supuesto erotismo y no de lo que plantea sobre la pantalla, pero no estamos en Japón, claro.
No puedes acceder a Onechanbara Z2: Chaos pensando en él como si fueses a jugar al juego del año. Tampoco está entre los mejores hack and slash del género, ni mucho menos. La cuestión es que tampoco pretende jugar en ninguna de esas ligas, ni siquiera en el precio con el que sale al mercado. Un entretenimiento tonto y culpable que goza de profundidad una vez lo acabas la primera vez. No esperes que Aya, Kagura, Saaya y Saki te acaben contando una buena historia: con hacer un combo de 100 muertes date por satisfecho. Si te metes en la mecánica, palabra, te satisfará.
Sobre la polémica inevitable: Es más humorístico que erótico. Uno no puede tomarse en serio lo que ve en la pantalla. A pesar de que el juego se ha terminado haciendo famoso por uno de sus trajes (en el que las partes pudientes de las protagonistas son tapadas por un par de fresas y un plátano por tres euros) tiene más que eso. La pena es que ni el gran público ni sus propios desarrolladores parecen verlo.
Cortes, muertes, destrucción, combinación y potenciación. Combos y combos acabando con todo lo que se te ponga delante de la pantalla. Gran precio, honesto y más exigente de lo que podría parecer en la primera partida. Onechanbara Z2: Chaos no es un triple A, pero tampoco pretende serlo. Es una gran tontería que podría merecer estar en tu estantería si eres capaz de jugar a lo que pretende jugar.
Comprar Onechanbara Z2: Chaos- Sus locos combos se ven premiados con una experiencia generosa
- Batallas contra enemigos finales interesantes
- La trama y su mundo son una gran tontería
- Tiene cosas interesantes, pero te acaba sacando del juego lo vago que es todo
- Qué música, señor. Un estilo Vocaloid que revienta tímpanos
